Orgullo

Cada año, la última semana de junio se celebran distintos actos para recordar todo lo que queda por avanzar en los derechos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB). El 28 de junio es el Día del Orgullo, pues se conmemoran los altercados en el bar neoyorquino Stonewall en 1969, donde eran frecuentes redadas policiales, sólo porque dentro celebraban la vida con libertad personas homosexuales. No falla. Cada año por estas fechas escuchamos aquello de "y por qué no un día del orgullo heterosexual". El cuñadismo extremo que hay detrás de esta interrogación llegó ayer a Twitter con la etiqueta #HeterosexualPrideDay. No sé bien si el hastag surgió para ridiculizar ese argumento estúpido, pero lo cierto es que no pocos tuiteros se lo tomaron muy en serio y defendían, en efecto, que se celebrara un día del orgullo heterosexual. Es sólo una de tantas patochadas que hay que soportar cada año a finales de junio, y que justifican por sí solas la necesidad de seguir celebrando el Día del Orgullo LGTB. 


Verne, la web del país, elimina de su página de Facebook los comentarios machistas. Se agradece, pero lo cierto es que basta leer los comentarios a cualquier noticia sobre el Orgullo LGTB para constatar cuánta homofobia nos rodea aún. En Twitter, que no es reflejo de la sociedad (a veces es peor, otras la edulcora algo), surgieron también respuestas inteligentes a esta repentina reclamación de un día del orgullo heterosexual. La más brillante, y siento no recordar quién es el autor, es un tuit donde aparecía un mapamundi. "En rojo, los países donde se persigue la heterosexualidad", se leía. El mapa, claro, estaba totalmente en blanco. Parece mentira que haya que recordar semejante perogrullada, pero en ningún lugar del mundo se persigue a alguien por ser heterosexual, mientras que hay 78 países donde se penaliza por ley la homosexualidad. En 13 de ellos se castiga con la pena de muerte, como denuncia Amnistía Internacional

Igual sí es esta una razón de peso para seguir celebrando el Día del Orgullo LGTB. Como lo es también que el Daesh asesine a homosexuales lanzándoles al vacío desde lo alto de edificios, sólo por el hecho de ser gays. Tampoco es una razón menor homenajear a las víctimas de la masacre terrorista y homófoba de Orlando. Por cierto, fue pasmoso cómo tanta gente inteligente concluyó rápidamente que esa matanza no fue homófoba porque el autor era, presuntamente, homosexual. Como si no concibieran que haya gays homófobos, que precisamente reflejan en ese odio al resto de personas LGTB su propio rechazo, y como si fuera incompatible que esa matanza estuviera, al parecer, guiada por el fanatismo yihadista y a la vez fuera un ataque a un local gay, la más brutal agresión a esta comunidad en muchas décadas. 

Pero hay más razones para celebrar el Día del Orgullo LGTB. Orgullo entendido como visibilidad. Porque aún hoy hay millones de personas a las que les resulta más conveniente ocultar su orientación sexual, que no se atreven a vivir en plena libertad, sólo por temor a la presión ambiental, a la homofobia de ahí fuera. Por eso estos días son importantes. Por eso la palabra orgullo es precisa y está bien elegida. Porque no se trata de aquello tan socorrido de "que cada cual se meta en la cama con quien quiera" o "que hagan en su casa lo que deseen". No. Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales tienen el mismo derecho que los heterosexuales a ir de la calle de la mano de sus parejas sin temor a represalias, insultos, agresiones o miradas de desaprobación. Por eso precisamente se habla de orgullo. Porque se busca conquistar el espacio público. Porque es necesario que así sea. No hay nada que ocultar. Si a alguien incomoda ver a otras personas vivir en libertad, el problema lo tiene él. 

Las agresiones homófobas, que se han disparado en Madrid, como resalta la organización Arcópoli, son otro argumento de suficiente importancia como para seguir celebrando, con un enfoque reivindicativo, el Día del Orgullo. Hay muchas agresiones que se quedan sin denuncia, por miedo y vergüenza de las víctimas. Tantos adolescentes que viven en ambientes homófobos y se sienten culpables por sentir y amar diferente, tantos jóvenes que sufren discriminación, también son buenas razones para estas fiestas del Orgullo. Como lo son la incomprensión y el menosprecio de la transexualidad. Lo solos que están quienes son hombres atrapados en cuerpos de mujer, o a la inversa. La incapacidad de entender que hay personas bisexuales, sí. No son viciosos ni están hechos un lío. Son bisexuales. Punto. 

El hecho de que en no pocos países, y algunos de ellos muy avanzados, se considere la homosexualidad como un factor de riesgo para donar sangre, como si fuera el simple hecho de ser gay y no, en todo caso, las prácticas sexuales de riesgo que cada cual lleve a cabo, y eso no tiene nada que ver con la orientación sexual, lo que inhabilita a alguien para donar sangre. Porque hay espacios tremendamente homófobos, como el deporte profesional, donde se sigue usando "maricón" y demás epítetos como insulto. Porque es inusual el día que, en el metro, el trabajo o la comunidad de vecinos no escuchamos alguna expresión homófoba. Porque ciertos obispos tienen una obsesión inquietante con los homosexuales, son su tema preferido. Porque el papa dice que los católicos deberían pedir perdón a los gays, pero a la vez él veta al candidato francés a embajador en El Vaticano, precisamente, por ser gay. 

Se ha avanzado mucho y sería absurdo negarlo. Hace 11 años, en España no existía el matrimonio homosexual, contra quienes se rebelaron obispos y políticos del PP, que recurrieron ante el Constitucional la ley que ponía a España en el siglo XXI, en la vanguardia de los derechos sociales. Queremos pensar que el camino de la igualdad es de una sola dirección, la que sigue la historia. Pero no sirve la complacencia. Primero, porque en España, país sin duda avanzado en el respeto a la comunidad LGTB, hay muchas asignaturas pendientes aún. Y segundo, porque en muchos países se persigue la homosexualidad. En Turquía vimos esta semana cómo se reprimían las manifestaciones del Día del Orgullo y en Rusia el gobierno de Putin hostiga a la comunidad LGTB y prohíbe la propaganda gay, que es que dos novios o dos novias vayan de la mano por la calle o se den un beso en público. Y son sólo dos ejemplos de tantos lugares donde el arcoíris brilla muy tímidamente y es ocultado con el negro odio. Sí, siguen existiendo muchas razones para el Día del Orgullo LGTB. 

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