Gloria repartida en los Oscar más reivindicativos

El año en el que Leonardo Di Caprio ganó al fin el ansiado Oscar y en el que la ceremonia tuvo como hilo conductor la discriminación a los negros. Así será recordada la edición de este año de los Oscar, la gran fiesta cinematográfica que suele ser una noche de reafirmación de la industria de Hollywood, pero que este año tuvo más notas reivindicativas que nunca antes. En parte, gracias al maestro de ceremonias, un Chris Rock que no sólo no rehuyó la polémica sobre la escasa (o nula) presencia de actores negros entre los nominados, sino que ofreció en el monólogo de inicio, y en sus distintas intervenciones a lo largo de la noche, un preciso análisis sobre esta cuestión. Disparó y dio en la diana. Acertó al situar la polémica en sus justos términos, con críticas a la falta de la diversidad de la Academia, pero también con un tirón de orejas a Will Smith y otros actores que boicotearon la ceremonia. 

En lo estrictamente cinematográfico, sí, la de ayer fue al fin la noche de Leonardo di Caprio. Pocos dudan de que es uno de los grandes actores de su generación. Ha tardado mucho, pero por fin ayer consiguió el premio a mejor actor por su interpretación en El renacido, la última cinta de Alejandro González Iñárritu, una historia de supervivencia extrema y esfuerzo físico. Di Caprio agradeció en su discurso el apoyo de todos quienes confiaron en él, sus compañeros de reparto y al resto de nominados. También aprovechó la temática del filme y la presencia continua de la naturaleza para reinvidicar compromiso en la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente. "No demos el planeta por sentado", dijo. 

También el autor del filme que ha encumbrado a Di Caprio triunfó. Segundo Oscar seguido como mejor director para Iñárritu, quien sin duda ha conquistado a la Academia con su intensidad y atrevimiento. Triunfó con Birdman el año pasado y vuelve a hacerlo este. Siempre libre. Siempre con su estilo grandilocuente y sus hallazgos. Declaró el mexicano que no podía estar más feliz, aunque no consiguió el Oscar a mejor película, donde la ganadora fue la notable Spotlight, que nos devuelve los ecos del mejor cine sobre investigaciones periodísticas y de un modo de ejercer el oficio (el periodístico, no el cinematográfico) en vías de extinción

También su triunfo, merecido y justo (todo lo justo que puede ser una competición entre películas, algo sencillamente imposible, un simple juego) dio pie a otro momento reivindicativo de la noche. Menos mal que son actores y directores estadounidenses, porque si no ese sector que desprecia al cine español por los discursos políticos de quienes forman la industria tendrían que dejar de ver películas made in USA, por esa misma lógica que niega a los actores patrios su derecho  pronunciarse políticamente. Pero, tranquilos, les pilla más lejos de su cainismo. Pueden seguir disfrutando del buen cine al margen de las posiciones políticas de intérpretes y cineastas. Si son de fuera, claro. 

Casi no hubo grandes películas olvidadas este año, pues los Oscar han estado, como la lotería de Navidad, muy repartidos. La cinta con más galardones ha sido Mad Max. La historia postapocalíptica ganó en seis categorías, la mayoría técnicas: vestuario, producción, maquillaje y peluquería, montaje, montaje de sonido y mezcla de sonido. Escaso reconocimiento se llegó la excepcional La gran apuesta, irreverente, original, rompedora y didáctica cinta que recorre los orígenes de la crisis cuyos efectos aún hoy se siguen pagando. Sólo ganó en la categoría de mejor guión adaptado. Demasiado atrevida e incómoda, quizá. 

El puente de los espías, esa pulcra cinta clásica de Steven Spielberg, también ganó un galardón. Más concretamente, Mark Rylance, quien da vida al espía soviético que, preguntado por su abogado si no está nervioso por su situación siempre responde "¿serviría de algo?". No hubo grandes sorpresas en las categorías de mejor actriz protagonista y de reparto. Brie Larson fue reconocida por dar vida a una madre secuestrada junto a su hijo en La habitación y Alicia Vikander conquistó a los académicos por la interpretación de la artista Gerda Wegener, esposa del primer transexual de la historia en la delicada y sensible La chica danesa. Difícil encontrar en el cine reciente una historia de amor más pura y emotiva. 

En la categoría de mejor fotografía ganó Emmanuel Lubezki por El renacido. No pocas personas dicen que lo mejor de la cinta es precisamente su contundente fuerza visual. Los efectos especiales de Ex machina, cinta de ciencia ficción, también fueron reconocidos por la Academia, igual que Inside out, la última joya de Pixar. Estaba cantada esta victoria de una propuesta inteligente, honesta y tierna. Inolvidable. También se daba casi por hecho que la impactante El hijo de Saúl, desasosegante y cruda aproximación al Holocausto, se llevaría el Oscar como mejor filme de habla no inglesa, como finalmente ocurrió. Es una película que duele. No busca la lágrima fácil, sino la indignación. No hace llorar al espectador, le hace indignarse. Le incomoda. Le revuelve. Le marca. Es reconfortante que se reconozcan películas así en los Oscar. 

Acabamos como empezamos, con la polémica sobre la discriminación a los negros en la Academia. El presentador de la gala Chris Rock, entró hasta el fondo de la polémica.Y creo que con acierto. Fue muy crítico. Afirmó que este año el apartado dedicado a recordar a los muertos recogería sólo a ciudadanos negros asesinados a tiros por policías. Propuso con ironía crear el Oscar a mejor amigo negro, para que así siempre hubiera al menos un premiado de ese color de piel. Y acertó, sí, porque, como dijo, no se trata tanto de estar presente en las nominaciones, que también, sino sobre todo de tener las mismas oportunidades que los actores blancos. Y ahí da en el clavo. Porque esa y no otra es la cuestión. Nadie puede pedir una cuota de minorías en las nominaciones de unos premios, aunque sin duda la composición mayoritariamente blanca y entrada en años de la Academia fomente la sobrerepresentación de actores blancos. La cuestión es que haya igualdad. Recordó Rock que la ausencia de nominados negros se ha dado siempre, pero en los años 60 había otras cosas más importantes de las que preocuparse.

"Cuando tu abuela está colgando de un árbol es muy difícil preguntarse quién va a ganar el Oscar a mejor documental extranjero", fue una de sus frases gloriosas. Ácido, directo, irreverente, metiéndose en charcos y llevando a la ceremonia de los Oscar la reivindicación que otros decidieron defender boicoteando la gala. No faltaron tampoco palabras en defensas de las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. El cine. La vida. El compromiso. Una misma cosa. Aunque a veces se entienda tan poco. Aunque en algunos países (no se vayan muy lejos) parezca un sacrilegio. Demuestra salud, autocrítica y actitud reflexiva. Y eso nunca está de más. Qué raros estos estadounidenses. Hasta el vicepresidente del gobierno acudió a la gala. 

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