The imitation game

Brillante matemático y profesor, responsable de descifrar en el más absoluto anonimato el código de encriptación de los mensajes que empleaban los nazis durante la II Guerra Mundial, padre de la informática, precursor de los ordenadores, héroe de guerra condenado por mantener relaciones homosexuales, genio superdotado que se suicidó a los 41 años de edad. La vida de Alan Turing (1912-1954) fue sin duda de película. Tanto que sorprende que Hollywood no haya llevado mucho antes su historia al cine. Morten Tyldum dirige The Imitation Game (traducida en España por Descifrando Enigma), una extraordinaria película sobre el matemático británico en la que se cuenta su historia y el papel clave que jugó en la II Guerra Mundial. 

Los expertos creen que su hallazgo de una máquina para descifrar el código de los nazis (la máquina creada por Turing se llamó Colossus y no Christopher, como aparece en el filme por una licencia que sirve para explicar un rasgo de la personalidad del matemático) ayudó a acortar la contienda mundial en más de dos años y salvó la vida de miles de personas. Él, alguien que en la cinta se presenta como "agnóstico respecto a la violencia", que no disparó un solo tiro en la guerra, fue determinante en el final del conflicto bélico y en la derrota de la Alemania nazi, aunque su nombre y su historia no se conocería hasta mucho tiempo después, ya que al Reino Unido le interesó mantener en secreto que habían descifrado Enigma porque el resto del mundo seguía pensando que ese sistema de encriptado era el más seguro del mundo mientras ellos ya sabían leer esos mensajes. Lo dicho, de película. 

En 2009, el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, pidió disculpas a Alan Turing por el trato recibido. Pese a haber sido clave en el final de la II Guerra Mundial Turing, como decenas de miles de personas en aquellos años en el Reino Unido, fue condenado por ser homosexual. Se le forzó a someterse a un proceso de castración química y el brillante matemático se suicidó mordiendo una manzana impregnada con cianuro (se cree que el logo de Apple es un homenaje a él). El año pasado, la reina de Inglaterra concedió el indulto a Turing, aunque más habría valido una petición formal de perdón y el reconocimiento de que su país discriminó de forma injusta a muchos ciudadanos por amar a personas de su mismo sexo. Fue entonces cuando me fascinó la historia de Turing y escribí un artículo sobre él en Qué Aprendemos Hoy. Es asombroso que alguien que salvó tantas vidas y cambió la de todos nosotros al ser el padre de la informática, el primer responsable del artilugio desde el que escribió este artículo, sea aún tan desconocido, más si cabe cuando su historia resulta tan fascinante. Creo que esta película servirá para hacer esa necesaria labor didáctica e histórica y ayudará a conocer a un personaje admirable e injustamente tratado. 

The imitation game es, en realidad, varias películas en una. Combina distintos géneros y en todos ellos el resultado es exquisito, impecable. Se trata de una película clásica en el mejor sentido del término. Todo está en su lugar. Todo funciona a la perfección. Extraordinariamente bien rodada, excelentes interpretaciones, una historia muy potente (esa venía dada de la realidad, que muchas veces es la mejor fuente para la ficción) y un sentido del ritmo soberbio, pues la cinta dura cerca de dos horas y se pasa a una velocidad de vértigo. Esta película tiene aspectos de cine bélico, de espionaje, histórico, biográfico, dramático, amoroso... Son muchas cintas en una y la combinación resulta muy satisfactoria, porque uno queda con la impresión de que cada componente del filme está en su justa medida

La historia se cuenta en tres tiempos, por lo que se recurre a continuos flashback. La película comienza en la casa de Alan Turing en Manchestes en 1951 cuando la policía acude a su domicilio por un robo. Los agentes creen ver algo extraño y se deciden a investigar la vida de Turing. Es entonces cuando descubren que es homosexual, algo delictivo entonces. La mayor parte del filme, con todo, transcurre durante la II Guerra Mundial en un pequeño pueblo donde el ejército británico trabaja para descifrar Enigma en la que en apariencia es una fábrica de radios. Es un proyecto ultra secreto en el que trabajan los mejores criptófragos del país y al frente del cual estará Turing. La historia es fascinante, porque las personas encargadas de descifrar el código de los nazis deben trabajar con una ingente cantidad de información y cuentan sólo con 24 horas para intentar descifrar los mensajes interceptados, porque cada día los nazis cambiaban su sistema. Turing decide construir una máquina que pueda vencer a Enigma. 

Esta parte de la historia, el hilo conductor del filme, ofrece un ritmo trepidante. La presión sobre estos hombres que en secreto trabajan contrarreloj para ayudar a vencer a los aliados una guerra que están perdiendo mientras el Reino Unido sufre bombardeos de los alemanes y los nazis se extienden por toda Europa. Ahí vemos la personalidad de Turing, alguien superdotado pero con nulas habilidades sociales, huraño, muy cerrado en sí mismo. El matemático, como la mayoría de los genios, aparece como alguien introvertido, que no sabe bromear, al que le cuesta mantener relaciones con los demás, acostumbrado desde niño a ser el raro con el que nadie habla. Oculta bajo una cierta autosuficiencia, consciente de su intelecto fuera de lo normal, todas sus inseguridades y sus miedos personales. Maravilla la capacidad del director del filme por combinar el ritmo de un trhiller con los aspectos psicológicos de un buen drama centrado en la personalidad de los personajes. 

Su orientación sexual es sólo una parte de su personalidad que, por la abstrusa mentalidad dela época, le terminó arruinando la vida. Pero él fue mucho más que un homosexual condenado por ello. Fue una persona clave para acabar la II Guerra Mundial, alguien brillante que, además, era gay. Eso está muy bien retratado en el filme. Ese aspecto de su personalidad se articula, sobre todo, a través de la ficticia relación de Turing con un compañero de instituto llamado Christopher que se muestra a través de flashback. De ahí la licencia que se toman los responsables de la película de llamar así a la máquina con la que el matemático descifró Enigma (que en realidad se llamó Colossus). Hay otras pequeñas licencias sobre su vida, como cuando se muestra que el matemático captó a su colaboradora Joan Clarke, con quien estuvo prometida, y quien en realidad ya trabaja para el ejército británico antes que Turing. En todo caso, no se desvirtúa, sino que se refuerza, la historia real del matemático con estas licencias. 

Tal vez habrá quien pueda pensar que la faceta personal de Turing que terminó arruinando su vida por la intolerancia de las autoridades de la época, su orientación sexual, aparece reflejada de forma colateral y poco explícita en el filme (no le vemos, por ejemplo, darse un beso con otro hombre en toda la cinta). Es posible. Pero creo que en la película se logra presentar que Turing fue mucho más que un homosexual castigado simplemente por amar diferente, que ese fue sólo un rasgo más de su personalidad. Creo que haber puesto el acento, primordialmente, sobre el hecho de que el genio fuera gay, habría ensombrecido el resto de aspectos de su fascinante existencia, que nada tuvieron que ver con su orientación sexual. Ser gay era sólo un aspecto de su vida y como tal aparece reflejado en la historia. Creo que su orientación sexual no debería haber ocupado más que un par de líneas en la biografía de un ser humano tan excepcional como él, pero la intolerancia de la época marcó la existencia de una de esas pocas personas que de verdad cambian el mundo con sus ideas. Por tanto, aunque comprendo que para alguien el papel secundario que se reserva a la orientación sexual de Turing en la película puede parecerle una concesión comercial, un blanqueamiento de la brutal injusticia cometida contra él, yo pienso que este aspecto está muy bien integrado en la historia y comparte protagonismo con la asombrosa labor de Turing para ayudar a vencer a los nazis y su inteligencia fuera de lo normal. 

En varios momentos de la película se establece un paralelismo tan simple como certero entre el trabajo de Turing para el ejército británico y su vida personal. Se habla de los secretos, pues no otra labor tienen el matemático y sus hombres más que descifrar aquellos mensajes que los nazis pretenden mantener en secreto. Y nada marcó más la vida de Turing que un inmenso secreto, forzado a mantener desde pequeño, el de su homosexualidad, que jamás aceptó ni compartió con casi nadie, entre otras cosas porque en aquella época era un delito en el Reino Unido. También habla del gaseoso e indescifrable, este de verdad, término "normal". Turing le cuenta en un momento del filme  a su colaborado Clarke (en la que es para mí, una de las escenas más conmovedoras de la cinta) que ha conseguido lo que quería, llevar una vida normal. Ella intenta convencerlo de cuanto le debe la humanidad a Turing por no haber sido alguien normal. Porque alguien normal no habría podido descifrar Enigma. El genio no se siente normal, anhela en algún momento de la historia serlo, por su orientación sexual, pero en el filme queda reflejado cuán importante y valiosa es la gente distinta a lo corriente. "A veces las personas de las que nadie imagina nada es capaz de hacer cosas que nadie imagina", se repite varias veces en el filme. 

Mención aparte merece la descomunal interpretación de Benedit Cumberbatch. Parece claro que el Oscar a mejor actor lleva su nombre este año. El intérprete consigue meterse en la piel de Turing con todas las complejidades que arrastra este personaje. Un genio, un tipo brillante, pero también alguien incapaz de mantener relaciones con los demás, algo arrogante, introvertido, tímido hasta la patología, apocado durante toda su vida por su orientación sexual, inseguro, frágil, ensimismado en su trabajo, la única razón de ser de su vida... Cumbertach deslumbra de principio a fin en una de esas interpretaciones que dejan huella, como lo hace esta excepcional e impecable película que reivindica con pulcritud la figura de un genio que salvó muchas vidas y al que debemos la existencia de los ordenadores que se suicidó víctima de la intolerancia

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