Saturación de Champions

Voy a ver el partido de esta noche, aunque estoy saturado de la desmesurada cobertura mediática que le ha dado en los medios de comunicación, y voy a votar en las elecciones europeas de mañana, a pesar de que no se ha hablado nada de Europa en la campaña electoral. Esta coincidencia de fechas y el interés tan distinto que despiertan uno y otro acontecimiento, la final de Champions y las elecciones al Parlamento Europeo, dan lugar a algún tipo de reflexión. No sé muy bien cuál, la verdad. Pero es una coincidencia que obliga a pararse algo a pensar. A pensar, por ejemplo, en esta sociedad que da mucha más importancia a un partido de fútbol que a unas elecciones trascendentes para asuntos de su vida diaria. Podemos pensar también en unos medios de comunicación que, decididos a dar al público lo que este quiere ver, se entregan con pasión al fútbol y dan por perdida la batalla clásica de intentar conjugar lo importante y lo interesante. También podemos pensar sobre una televisión pública que despliega a una ciudad extranjera un equipo desproporcionado, pagado naturalmente con el dinero de todos. Equipo que va a cubrir algo tan complejo como un partido de fútbol. 

No me gusta el fútbol pero tampoco soy de esas personas que lo detesta y asocia el estado de letargo en el que se encuentra la sociedad con el opio del pueblo en el que se ha convertido este deporte en nuestros días. Me desagrada profundamente la insensatez y la irracionalidad que rodean al fútbol, las pasiones estúpidas que despierta, pero tampoco me siento cómodo haciendo una crítica de brocha gorda que haga un análisis simplista de la sociedad infantil y poco madura en la que nos encontramos por el hecho de que para millones de mis conciudadanos un partido de fútbol sea un evento trascendental capaz de paralizar el mundo durante 90 minutos. A mí me apasiona el ciclismo e intento no perderme las carreras y no por ello voy a tener menos compromiso cívico ni me van a dejar de preocupar las cuestiones relevantes de mi país y del mundo. Por tanto, no. Este artículo no va de asociar el descomunal seguimiento al partido de esta noche con la inmadurez de la sociedad, su nulo interés con las elecciones europeas de mañana y su aparente conformismo ante un sistema que se cae a pedazos. No sé muy bien de qué va, de hecho. Tal vez sólo se compartir un asombro, un cierto estupor por ver cómo los medios se echan en brazos del partido, haciendo ver que lo más importante que sucede ahora en el mundo es la final de la Champions. Va de la certeza de saber que para muchos ciudadanos así es. Y eso me da pena. 

Por supuesto, se puede disfrutar del partido de esta noche y estar preocupado por cuestiones políticas. No son cosas incompatibles. También se puede vivir el fútbol como lo que es, un entretenimiento, una afición para divertirse y pasar el rato, en lugar de confundirlo con algo trascendental en nuestra existencia como hace mucha gente. Dicen que en el campo de fútbol todas esas personas se desahogan y liberan tensiones. Respetado esa opción, uno no deja de sorprenderse de cómo se dejan llevar por la irracionalidad personas inteligentes en torno a un partido de fútbol. Pero no me quiero meter en esos terrenos pantanosos. Nunca entenderé esa pasión tan desbordada, tan fanática, tan folclórica que despierta el fútbol. Tan insustancial, tan banal. 15,8 millones de personas votaron en las anteriores elecciones europeas con una participación del  44,9%. Se espera que la abstención sea mayor esta vez. ¿Tendrá más espectadores el partido de esta noche que votantes las urnas mañana? 

¿Cuántos aficionados del Real Madrid o del Atlético de Madrid elegirían ganar la Champions antes de que se formara en el Parlamento Europeo una mayoría política propicia al bien común de los ciudadanos de la UE o a sus principios? ¿A cuántos les importa más cómo se gobierne la Unión Europea que el partido de esta noche? Ya, ya lo sé. Los políticos son todos unos corruptos que no merecen nuestra atención y la UE ha cometido inmensos errores en los últimos años, imponiendo un modelo de austeridad que ha ahogado a los países más necesitados y mostrando los desgarros de una unión que no es real y donde cada país mercadea en pos de sus intereses. De acuerdo. Pero las elecciones europeas no van de los dirigentes de la UE. Va del proyecto más importante en Europa en sus siglos de historia. Va del marco en el que España más ha progresado. Va de un proyecto que se encuentra ante una grave crisis de identidad. No estoy pidiendo que se siga apasionadamente la retórica partidista y hueca de la campaña electoral. Sólo pido que exista un interés real por las cosas que de verdad nos afectan, que de verdad son importantes en nuestro día a día. El lunes, los aficionados del Atlético o del Madrid seguirán en la misma situación laboral que antes del partido. Se habrán llevado, uno de ellos, una gran alegría y nada de malo hay en ello. Todo lo contrario. Sólo muestro mi desagrado por la desproporción entre el interés que despierta un partido de fútbol, un simple partido de fútbol, y la pasividad con la que se viven unas elecciones al Parlamento Europeo. 

Naturalmente, los políticos también deben tomar notar de esta situación. Ellos han de ver cómo la final de la Champions preocupa mucho más a los ciudadanos que las elecciones del domingo. Parte de culpa tienen  en ello. Pero hoy prefiero quedarme con la autocrítica, porque no habla nada bien de nosotros como sociedad que nos inquiete más si Diego Costa llegará en forma al partido de esta noche que los retos a los que se tendrá que enfrentar el nuevo Parlamento Europeo. Damos la imagen de una sociedad inmadura, infantil, que no se preocupa por quiénes les gobiernan. Una abstención elevadísima como la que se espera mañana será un duro varapalo para la clase política, que deberá hacer examen de conciencia, pero no estaría de más que los ciudadanos hiciéramos lo propio. Muchos han adoptado la posición cómoda y cínica de decir que todos los políticos son iguales y que no se interesan por la política porque no le va a aportar nada. Muy probablemente, en efecto, todos los políticos sean iguales. Pero no entiendo por qué los ciudadanos no se comprometen de otra forma a cambiar un sistema que no les gusta. Acomodarse en él y disfrutar del fútbol como hacían los habitantes de la antigua Roma (pan y circo) sin mostrar el menos compromiso con la política, que no es otra cosa que la forma de gobernarnos, de gestionar todo aquello que debería interesarnos de verdad porque tiene influencia directa sobre nuestra vida no parece la mejor opción. 

Insisto, se puede ver el partido y estar preocupado por el déficit democrático de la UE, por la necesidad de dar un impulso al proyecto comunitario (el mejor en décadas por estos lares), por el auge de partidos de extrema derecha y xenófobos, etc. Se puede. También repito que los políticos no han logrado motivar a los ciudadanos con estas elecciones sino que, lejos de eso, con su mediocridad y su falta de responsabilidad, no hacen más que acrecentar la grieta entre la ciudadanía y la clase política, sus representantes. Con todo eso estoy de acuerdo. Ahora bien, como sociedad podríamos reflexionar. Si nos preocupa más el resultado de la final de Champions que el de las elecciones del domingo algo va mal en la UE, sí, pero también en nosotros mismos. 

Lo de los medios de comunicación da para otro artículo extenso. La saturación es total. Es algo precioso y que además no había ocurrido nunca antes en la historia de esta competición que dos equipos de una misma ciudad llegan a la final. Me parece razonable que el seguimiento del partido sea más exhaustivo que si os contendientes fueran equipos extranjeros, porque el interés del público sería menor. Todo eso lo comprendo. Pero las páginas que ocupa la final en los medios, su presencia en las portadas, los minutos que llenan en radio y televisión, son un exceso. Lo son para quien no sea aficionado al fútbol y lo son para quien busque en un medio generalista información general y no un monográfico futbolístico. Es un acontecimiento precioso y, como digo, veré el partido de esta noche. Pero, ¿no se nos ha ido un poco de las manos esto del fútbol? 

Comentarios