Rubalcaba se va en julio

Un cadáver político desde hace años reconociendo al fin su condición. Es lo que se vio ayer en la calle Ferraz de Madrid, sede del PSOE, cuando pasadas las dos de la tarde compareció en rueda de presenta el secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba. El líder de la oposición comenzó valorando el resultado de las elecciones europeas en el conjunto de la UE para pasar a hablar después del estrepitoso fracaso del PSOE en España. Nueve escaños menos. Un resultado malo sin paliativos, dijo Rubalcaba. El líder del PSOE, que encabezó al partido cuando este cosechó el peor resultado de su historia en unas elecciones generales y que ahora asume la responsabilidad por su peor resultado en unas europeas, anunció que el 19 y 20 de julio se celebrará un congreso extraordinario del PSOE para elegir a una nueva dirección y que será esta la que organice el proceso de primarias abiertas para elegir al candidato socialista a las próximas elecciones generales.

Rubalcaba aceptó encabezar la lista del PSOE a las generales de 2011 cuando sabía que la derrota era segura. Puso la cara consciente de que se la iban a partir, con un electorado descontento porque los socialistas, contrarios a sus principios, comenzaran la senda de recortes que ahora España sigue explorando guiada por el PP. De hecho, ayer Rubalcaba aceptó que el resultado electoral tiene mucho que ver con que hay gente en España que lo está pasando mal por la crisis y que lleva pasándolo mal mucho tiempo, "desde que nosotros gobernábamos", concedió. En efecto, el PSOE estaba desahuciado en aquellas elecciones. Sirva este preámbulo para poner en valor el gesto de Rubalcaba, que habría sido totalmente desinteresado en caso de que hubiera decidido inmolarse por el partido. No fue el caso. El todavía líder del PSOE entendió, y también es comprensible, que tras su sacrificio en los comicios de 2011, donde los socialistas tocaron fondo en unas elecciones generales, tenía derecho a encabezar al partido y proponer un proyecto nuevo. Se presentó al congreso de Sevilla y ganó la secretaría general por un puñado de voto frente a Carme Chacón. 

El error de Rubalcaba fue pensar que él, que pisaba ya moqueta en los tiempos de Felipe González, podía ser el líder de un proyecto renovador en el PSOE. El partido no ha hecho más que alejarse de la sociedad durante este tiempo, arrastrando tras de sí la losa de los recortes que adoptó Zapatero en su última legislatura. A su lado, de vicepresidente, estuvo el propio Rubalcaba. Si a la sociedad ya la cuesta volver a dar un voto de confianza al PSOE tras lo que hizo en sus últimos años de gobierno, cómo no le va a costar respaldar a quien era vicepresidente de aquel ejecutivo. Esto, que es evidente, no lo han visto en la dirección socialista. Han pretendido que una persona que lleva décadas siendo un peso pesado del partido, con infinito más pasado que futuro, liderara una renovación interna. Rubalcaba no era el problema del PSOE, pero en absoluto podía ser su solución. El problema del PSOE se llama falta de confianza y esta no se recuperará sin cambios profundos. 

La fórmula elegida por Rubalcaba para ceder el testigo ha sido criticada por algunos candidatos a sucederle como Carme Chacón o Eduardo Madina. El PSOE celebrará primero un congreso extraordinario, que debería ser una cita de refundación de un partido desnortado y desconectado de los ciudadanos, para después celebrar unas primeras abiertas que elijan al candidato a las generales. Chacón y Medina querían que fuera al revés, que primero se hubieran celebrado esas primarias para elegir al líder y después aconteciera el congreso. Esta fórmula es la que seguirán en Navarra, donde el líder de los socialistas también ha anunciado su marcha por su atronador fracaso (Bildu ha sobrepasado al PSE como segundo partido más votado en aquella comunidad). 

La celebración del congreso antes de las primarias puede significar que el secretario general que resulte elegido en el congreso (o la secretaria general, pues todo el mundo mira a la andaluza Susana Díaz) se aferre al respaldo recibido en esa cita para imponer su autoridad en ese proceso de primarias. O podría darse el caso de que existiera una bicefalia en el partido, algo que le trae muy buenos recuerdos al PSOE. Podría ocurrir que el congreso del partido eligiera un nuevo secretario general pero que ese líder no obtuviera el respaldo de los afiliados y simpatizantes del partido en las primarias abiertas, lo que inevitablemente abriría un vacío de poder. Más parece que la fórmula elegida responde al deseo de los barones del patido (y aquí quien manda por encima de todos es la presidenta andaluza) de tener atado el proceso de renovación en el partido, que no se les descontrole demasiado con esas ideas de abrirse a la sociedad con primarias abiertas. El PSOE obtuvo 3,5 millones de votos y cerca de un millón procedió de Andalucía. Tan sólo en otras dos comunidades fueron los socialistas el partido más votado. Esto da buena cuenta del poder interno que atesora Susana Díaz, quien está llamada a llevar la voz cantante en el congreso del partido. 

Las reacciones del resto de partidos a los resultados electorales fueron bien distintas, pero también interesantes. El PP, por ejemplo, se aferró a que son el único gobierno de la UE junto a Alemania e Italia que ha recibido el respaldo de las urnas. Es verdad que han sido el partido más votado, pero no lo es menos que han perdido muchos apoyos. El PP ha decidido que esa sangría de votos (ocho escaños menos que hace cinco años) no se debe a que mucha gente esté descontenta con sus medidas, sino a que no les hemos entendido bien, por lo que van a empezar una campaña "pedagógica" para que nosotros, ignorantes ciudadanos, comprendamos su admirable y entregada labor de gobierno. Tal cual. 

En Izquierda Unida, que obtuvo unos resultados mucho mejores que en los anteriores comicios, reinaba ayer la confusión por la meteórica irrupción de Podemos, la formación de Pablo Iglesias, en estas elecciones. Un partido con apenas cuatro meses de vida que logra cinco escaños y se sitúa como la cuarta fuerza política más votada desde una posición ideológica muy similar a la de IU y que incluso había negociado con la formación dirigida por Cayo Lara para concurrir juntos a las elecciones. Nadie esperaba tal éxito de Podemos, empezando por los medios de comunicación que lo ningunearon y por las casas de encuestas que como mucho le otorgaban dos escaños. Ahora, Willy Meyer, europarlamentario de IU, ha llamado a Pablo Iglesias para trabajar juntos. A quien también le ha salido una formación que pesca en su mismo caladero de votos es a UPyD, que observa cómo Ciudadanos logra dos escaños con su salto a la política nacional desde Cataluña. De momento, Rosa Díez continúa en su posición de buscar pactos con otros partidos. El mapa político en España se mueve, no hay más que ver cómo los medios que no habían dedicado ni un breve a Pablo Iglesias durante la campaña se vuelcan ahora en desacreditarle y atacar sus propuestas. 

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