Los helechos arborescentes


Puro Umbral. La novela Los helechos arborecesentes recoge todos los elementos que constituyen el particular universo literario de Francisco Umbral, una de las mejores plumas españolas del pasado siglo, un autor al que amo más a cada página escrita, esculpida artesanalmente, sería mejor decir, por el genial literato. La historia (que es un compendio de muchas historias), los protagonistas, los escenarios de la novela, los bajos fondos y los bajos instintos de un prostíbulo, las referencias a la historia de España, desgarrada, fatalista ("la más triste de todas las historias, porque siempre acaba mal", como decía Gil de Biedma) y, por supuesto, el prodigioso y cautivador estilo.
 
Francesillo, o Paquito, es el protagonista de la novela. Es un ser atemporal, con varias vidas, con varios siglos de vida. Es el hijo de una familia progresista adinerada, el monaguillo de la parroquia, el niño pintado en una tenebrosa obra eclesiástica, el chico para todo de un prostíbulo por el que pasan los grandes nombres del momento (la guerra civil, o así) y por cuyas salas desfilan en realidad personajes de distintos siglos. Desde la expulsión de los judíos por parte de los reyes católicos a las tropas franquistas. Por medio, la guerra de Cuba, la de Filipinas, las guerras africanas... 

El narrador es el joven Francesillo, que narra su descubrimiento de la vida, del amor, del deseo, de la guerra, de lo mejor y lo peor (especialmente de esto último) del ser humano. Descubre con fascinación el Diario Pinciano, el periódico que informa de los avatares de la guerra ("había despertado yo de pronto a algo así como la conciencia histórica, la noción del presente, lo que estaba pasando, y había hecho ese descubrimiento elemental y esencial de que la historia está ocurriendo en torno, de que la catedral del tiempo se erige a nuestro alrededor, algo así como la pasión política y la pasión aventurera al mismo tiempo"). Descubre los odios y el fanatismo. Conoce todo un mundo ante sus ojos en la casa donde ayuda a las prostitutas.

No, no tiene Los helechos arborescentes una estructura clásica ni se respetan las leyes temporales más elementales. Desfilan muertos y vivos, gentes de una época y de siglos anteriores, por las páginas de la obra. Y el personaje central tiene varias vidas y es un ser atemporal que en realidad viene a hablarnos de historia, de vida, del ser humano, de España ("se tienen recuerdos del futuro con mayor motivo que del pasado"). Es prodigioso el modo en el que Umbral relata los grandes acontecimientos históricos, en este caso nuestra guerra civil, a través de pequeños detalles de la vida cotidiana, como el la diáspora de los gatos abandonados por las calles procedentes de hogares destruidos por las bombas. O la organización de los chavales ante la contienda ("los mayores estaban haciendo su guerra y nosotros necesitábamos hacer la nuestra").
 
Ese repaso a la historia de España, desde una mirada fatalista, irónica, sarcástica, se aprecia en la disposición de los tres patios de la casa palacio de la abuela del protagonista, que se convierte en hospital de campaña para los militares heridos. Pero no sólo para los militares franquistas en zona nacional de la guerra, sino también, en cada uno de los tres patios, para los soldados de Cuba, de África, de Filipinas. Emplea esos patios el autor para hacer bellas metáforas como cuando de niño Francesillo escribe que esos tres patios sucesivos que gravitan hacia la pobreza estructuran la cabeza sobre clases sociales y condiciones de vida.
 
Habla de su madre el joven con delicadeza ("Greta Garbo, una cursi que se pasaría la vida malimitando a mi madre en las películas"). La misma delicadeza y el mismo cariño con el que habla de algunas de las prostitutas de la casa de La Formalita. Pero, sin duda, impera la visión pesimista, quizá la más lúcida cuando se habla de la reciente historia de nuestro país. La guerra lo invade todo, el odio, el fanatismo. Y aunque el joven hace su vida ajeno a las desgracias, la contienda destroza su familia y marca su infancia. Trata, en suma, esta magnífica novela de "la eterna guerra civil de España, que es una fiesta que ninguna generación debe perderse".

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