Muere Paco de Lucía

Le llegó pronto y de forma sorpresiva la muerte a Paco de Lucía, maestro del flamenco, renovador de estilos, artista inigualable. Desde que ayer por la mañana recibimos la triste noticia de su fallecimiento a los 66 años de edad en México todo el mundo rinde homenaje y despide como merece a esta artista universal, un genio que elevó al flamenco a otra dimensión y que logró también hacer que cruzara fronteras. Todos los medios españoles y medios de todo el mundo despiden hoy con honores de grande entre los grandes al guitarrista gaditano. Auténtica marca España, decía ayer y con gran razón mucha gente. 

Llora el mundo de la cultural, del flamenco, del arte. Lloran quienes se estremecieron con su arte, que eran muchos más que quienes son aficionados a este o aquel estilo musical. Porque Paco de Lucía tenía esa capacidad que sólo atesoran los grandes genios de conmover y encandilar a todo tipo de público más allá de sus gustos concretos. ¿Quién no se emociona con Entre dos aguas? ¿Quién no aprecia la exquisita belleza de una desgarrada actuación del genio gaditano, rey del flamenco junto a su colega y amigo Camarón de la Isla? Va más allá de ser o no aficionado al flamenco. De hecho, Paco de Lucía siempre defendió este arte, pero no lo hizo desde el purismo extremo de otros, sino que mezcló estilos constantemente. Juntó sonidos flamencos con el jazz, la música clásica o la bossa nova con la apertura de mente y la genialidad de los grandes talentos. 

Llora, pues todo el mundo, por la pérdida irreparable de este gran artista. Pero llora sobre todo la guitarra porque se va quien con más maestría y sensibilidad la acarició, quien elevó a sus cuerdas a otra categoría, quien hizo soñar con ella entre los brazos. No se me viene a la cabeza ninguna imagen de Paco de Lucía sin estar acompañado por ella. La guitarra, ese instrumento que comenzó a tocar de niño y que le acompañó hasta el final. Con la que viajó por todo el mundo y enamoró a públicos de todas las culturas, de todos los países. Era un hombre a una guitarra pegado. El virtuosismo desarrollado por el genio de Algeciras no ha sido igualado por nadie. Están él y el resto. Ahora, la nada. El recuerdo, mejor dicho. Porque sólo mueren los olvidados y las melodías de Paco de Lucía nos acompañarán siempre. 

Dicen quienes lo conocían que Paco de Lucía era consciente de quien era, de lo que había hecho, del enorme estima que el mundo de la música y de la cultura en general le tenía, pero también que era alguien muy humilde, celoso de su intimidad, amigo de las pequeñas cosas, de la sencillez. De su grandeza hablan los premios recibidos. Galardones tan dispares como un Grammy Latino, el doctorado honoris causa del Berklee College of Boston o el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2004. Las palabras que dedicó el jurado de este prestigioso galardón resume bien el talento y la grandeza del guitarrista universal, de quien decía que "ha trascendido fronteras y estilos y hoy es un músico de dimensión universal. 

La música tiene la capacidad de pellizcar el alma, de remover algo dentro. Y si algún tipo de música puede hacer tal cosa ese es el flamenco. Si algún instrumento en apariencia sencillo puede lograrlo, ese es la guitarra. Paco de Lucía fue más lejos que nadie en la expansión y la renovación del flamenco y se queda muy corto decir que lo suyo era tocar la guitarra. Tocar la guitarra es lo que hace el resto. Él la hacía hablar, pintaba mundos de fantasía con ella entre sus brazos, llevaba a quien los escuchaba a volar a otra dimensión, trascendía lo corriente para deleitar y conmover, para atrapar. Se va Paco de Lucía muy pronto, muy joven. Lo hace con un disco que no le dio tiempo a publicar. Canción andaluza, disco de coplas, que será su última despedida de esa guitarra que hoy llora desconsolada y de ese público, su público, que le adoraba y que hoy no puede evitar un sentimiento de orfandad. Descanse en paz. 


Comentarios