Italia vuelve a la "normalidad"

Si por normal entendemos el estado natural de una cosa, el caos y los cambios permanentes son la normalidad de la política italiana. Que Enrico Letta haya durado menos de un año en el gobierno o que con Matteo Renzi Italia sume ya cuatro primeros ministros en menos de tres años podría parecer una extravagancia, algo extraño. Pero la historia nos dice que en Italia, en política italiana, eso está a la orden del día. La evolución de la política italiana desde noviembre de 2011, y por supuesto desde antes con la figura excesiva de Silvio Berlusconi, da para una novela. O para una trilogía, fácilmente. Berlusconi dejó el cargo en 2011 forzado por la presión de los mercados. Se formó entonces un gobierno técnico dirigido por Mario Monti y no votado por los ciudadanos. Era sólo el comienzo de una travesía peculiar.

 Después, las elecciones del año pasado dejaron un escenario poco claro y de difícil gobernabilidad que, no sin tener que hacer malabarismos, terminó con la formación de un ejecutivo de coalición liderado por el socialdemócrata Enrico Letta y respaldado por los partidos del centro y la derecha. El líder de la lista del partido socialdemócrata, Bersiani, no fue quien formó gobierno. Giorgio Napolitano, el veterano presidente de la república, tuvo que seguir en el cargo por la falta de acuerdo entre los partidos para elegir a un sustituto.  Entre medias, un amago de rebelión protagonizado por Berlusconi, quien quería que con él no se cumpliera la ley que obliga a expulsar de las Cortes a cualquier político condenado en firme. Los suyos dieron la espalda a Il Cavaliere y ese fracaso dio algo más de vida al gobierno de Letta. Sin embargo, paradojas de la política italiana (del centro izquierda italiano, para más señas) ha sido una discrepancia interna, una lucha de poder interno en el Partido Demócrata (PD) la que ha terminado con la vida del gobierno de coalición.

Italia, de nuevo, en el centro de atención. De nuevo con líos políticos. Con incertidumbre. Desde que Matteo Renzi fue elegido secretario general del partido del gobierno se daba por hecho que iba a intentar mover la silla de Letta. Lo ha hecho sin disimulo. Ayer dio una rueda de prensa en la que agradeció a Letta los servicios prestados pero pidió la formación de un nuevo ejecutivo. ¿Por qué no convocar elecciones? ¿Por qué se siente legitimado Renzi para liderar ese nuevo gabinete? El líder del PD afirmó que unos comicios no aseguraban una mayoría clara a ningún partido, así que él formaría gobierno hasta 2018. Probablemente lo más grave de cuanto ha ocurrido en Italia estos últimos años es la devaluación de la democracia y de las más elementales reglas de legitimidad. Berlusconi es un bufón, un político excéntrico que ha hecho mucho daño a la credibilidad de la clase política italiana. Un personaje indeseable. Pero era elegido por las urnas. Tras marcharse Il Cavaliere, se formó un gobierno técnico en la más clara derrota de la política frente a los tecnócratas de la crisis de la zona euro. Ahora, Renzi retuerce nuevamente la legitimidad democrática al intentar formar un gobierno sin haber sido votado por los ciudadanos. 

De esta situación lo que más llama la atención es que sea una guerra interna dentro del partido principal del gobierno la que genera una nueva crisis en el país transalpino. Renzi supone que podrá formar un gobierno sin problemas y que podrá seguir contando con el apoyo de los partidos que respaldan el frágil y precario gobierno de Letta. Tal vez sea mucho suponer. Hoy está previsto que el todavía primer ministro anuncie su dimisión. Renzi declaró ayer en Twitter tras conocer la decisión de Letta que "Italia es un país valiente y sencillo". No le negaremos la valentía, pero no sé de dónde se saca lo de la sencillez. Al menos en lo que respecta a su política. No parece sencillo de entender que el líder de un partido mueva la silla a un compañero de formación estando este liderando un gobierno en coalición muy inestable. 

La acción de gobierno de Letta ha sido muy seriamente criticada por casi todos en Italia. Los empresarios y los sindicatos habrían presionado a Renzi para hacer este movimiento, según varias informaciones procedentes del país transalpino, ante la falta de acción del gobierno de Letta para reactivar la economía. No es casualidad que Renzi centrara gran parte de su discurso de ayer en destacar que se debe formar un gobierno que emprenda las reformas que necesita el país. Veremos en qué consisten esas reformas. Aunque los mercados son siempre impredecibles, parece que ayer no se tomaron del todo mal la incertidumbre política en Italia e incluso algunos expertos señalaron que los mercados pueden recibir bien el cambio de gobierno al interpretar que el nuevo ejecutivo tendría más determinación a la hora de emprender reformas. Veremos qué dicen hoy. 

En cualquier caso, Italia sigue sobre el alambre en lo que respecta a su estabilidad política. Porque el frágil equilibrio que ha permitido, contra viento y marea, al gobierno de Letta resistir apenas nueve meses no será distinto al que tenga Renzi en su nuevo gabinete. Está por ver cómo transcurre todo, pero nada hace penar que Renzi vaya a tener muchas más facilidades por parte del resto de partidos que las que tuvo Letta. Es más, estos partidos bien podrían reclamar (y sería legítimo y sensato hacerlo) la celebración de elecciones. Todo ello con Berlusconi fuera de la política, pero sólo formal y legalmente, porque sigue y seguirá enredando; con el partido Cinco Estrellas del cómico Grillo adoptando discursos cada vez más radicales y con cualquier encuesta mostrando un escenario tan inestable como el actual. Puede que Renzi cuente con más respaldos que Letta por su decisión de emprender cambios en la política económica del país y adoptar un liderazgo más fuerte. Pero eso supondría salirse de la normalidad de la política italiana. 

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