Caos en Venezuela

 
Preocupante escalada de violencia en Venezuela. El país está dividido en dos mitades. Quienes respaldan el chavismo sin Chávez y quienes se oponen al régimen encabezado ahora por Nicolás Maduro. Así lo llevan reflejando las urnas elección tras elección. Con la victoria del partido oficialista, pero con la sociedad partida en dos. El gran error de los continuadores de la labor del polémico Chávez es precisamente no haber hecho nada para intentar tender puentes y unir a esas dos mitades. Lejos de eso, las autoridades venezolanas no han hecho sino fomentar esa división. Cuando la realidad social de un país es la que vive Venezuela desde hace mucho tiempo, donde parece que sólo existen o fanáticos partidarios del régimen o fervientes opositores, es achacable a todos los responsables políticos, aunque algo más a los gobernantes por razones obvias, no hacer nada por poner el acento en lo que une a los ciudadanos.

Desde la ceguera ideológica, no faltan quienes beatifican al régimen venezolano y echan la culpa de todo lo que sucede en el país a la oposición. No parece del todo verídica esa versión. Sobre todo, porque lo razonable es pensar que serán responsables de la realidad en el país quienes llevan muchos años gobernándolo. Además, es evidente que hay quien defiende todo lo que hace Maduro (incluidas medidas que recortan derechos fundamentales como el de la información) porque simboliza una corriente de izquierdas. Es esa clase de gente que mira con simpatía al dictador Fidel Castro, porque es de izquierdas, claro. Es ese maniqueísmo y ese sectarismo radical el que también dificulta mucho el debate sobre Venezuela. ¿Y al contrario, no? Porque claro, estos defensores acérrimos del chavismo sin Chávez no reconocen ningún error y consideran que la oposición está orquestada por la malvada derecha y esas fuerzas malignas del sistema capitalista que vivimos. No tengo la menor intención de cerrarme en doctrinas y ortodoxias que me impidan ver la realidad y analizarse desde la distancia.

Hay una serie de problemas para los ciudadanos venezolanos que nadie puede negar sin contradecir la realidad. La escasez de alimentos en los supermercados, la hiperinflación o la inseguridad ciudadana son algunos de ellos. El régimen culpará al sistema capitalista o a la oposición de todos sus males, pero parece claro que es el gobierno quien ha de encargarse de resolver esos problemas de los ciudadanos y quien debe asumir la responsabilidad de estos problemas. Porque, desde el respeto a un ejecutivo que ha sido elegido democráticamente en las urnas, a los gobiernos se les pide que gobiernen para todos y que lo hagan en beneficio de su pueblo. ¿Es eso lo que está ocurriendo en Venezuela? No parece ni que se gobierne para todos (partidarios o no) por igual ni que se respete el pluralismo político ni que se esté logrando mejorar la vida de la gente corriente, la que encuentra escasez de alimentos en los comercios y sale a la calle con auténtico pavor de verse envuelto en tiroteos o escenas violentas.

Estos últimos días se han intensificado las protestas contra el gobierno de Maduro, a las que han seguido actos también masivos de apoyo al partido gobernante. La deriva que está tomando el país es muy grave, porque este clima de tensión está derivando en serios episodios de violencia. De hecho, tres personas han muerto y decenas de ellas están heridas por enfrentamientos en estas manifestaciones. Nuevamente, según a quién se escuche, los responsables de estas muertes y de los serios altercados que están sacudiendo el país son el régimen o los opositores.

De momento, por ninguna de las dos partes se observa la menor intención de limar asperezas, llamar a las protestas pacíficas ni mucho menos promover un diálogo entre gobierno y oposición. Y eso es muy serio. Con el gobierno afirmando que están enfrentándose a un golpe de Estado y con la oposición acusando al gobierno de asesinar a estudiantes que se manifiestan pacíficamente el clima de tensión no hace sino crecer. La responsabilidad y la cordura debería imponerse en ambos bandos. Los discursos incendiarios de Maduro más parecen una estrategia para intentar sacar partido de este escenario de violencia. Presentarse como una víctima de malvadas conspiraciones contra él y la "revolución bolivariana". Será culpa de los conspiradores y no de él que haya inseguridad ciudadana o que falten productos básicos en los comercios. El régimen venezolano parece adoptar la estrategia de reforzar los vínculos con sus partidarios agitando la bandera del odio frente a la oposición. Serio. Muy serio.

Lamentablemente, en la oposición venezolana se aprecia cada vez más claramente una división y hay sectores más radicales y violentos. Henrique Capriles, líder de la oposición venezolana, está siendo dado de lado por otros dirigentes adversarios de Maduro y defensores de una  postura más dura. Hay un sector de opositores que critica a Capriles por su tibieza ante las elecciones que perdió frente a Maduro y en las que hubo denuncias de fraude electoral. Esta parte de la oposición cree que se debería haber ido más lejos en esas denuncias y en el rechazo a la proclamación de Maduro como presidente. Leopoldo López y María Corina Machado son algunos de esos líderes de la oposición que, al margen de Capriles, están convocando asambleas y marchas ciudadanas por todo el país para desalojar a Maduro del poder. Una vertiente que el líder opositor no parece compartir.

La oposición al chavismo en Venezuela es una amalgama de muchos partidos políticos de distintas corrientes ideológicas. Desde la izquierda a la derecha. Desde el marxismo hasta la democracia cristiana. Lo único que les une es precisamente su oposición al régimen. Ese es uno de los graves problemas de la realidad venezolana en los últimos años. Que la sociedad está divida en dos partes, que además según los resultados electorales son casi dos mitades iguales. Cuando una sociedad se polariza de tal modo, algo marcha mal. Lo saludable es que haya auténtico pluralismo y que las distintas opciones políticas se presenten con sus ideas ante los ciudadanos, con en bloques. Y no es esta una crítica a la oposición venezolana en sí, sino a la vida política en aquel país y también al régimen.

Henrique Capriles desmintió la división en el bando opositor, pero realmente lo hizo con unas declaraciones que la confirman. "No hay ruptura en la Unidad. visiones distintas sí, eso es parte de la democracia (...). Nosotros elegimos el camino más largo, a algunos no les gusta, pero es el camino seguro (…) La violencia le interesa a este Gobierno para tapar la crisis. Nosotros hemos advertido, claramente, que la violencia solo le conviene a un lado". Con estas palabras Capriles demuestra que él no es partidario de la deriva que está tomando la situación y que hay sectores en la oposición más expeditivos que él, digamos. Capriles pone sensatez y moderación en sus palabras. Cualidades imprescindibles en un país con graves problemas de desabastecimiento e inseguridad en el que las protestas y los episodios violentos se están generalizando. Sensatez, moderación y ánimo de diálogo deberían sustituir al odio al otro, el sectarismo y la violencia. Todo ello en un país con enormes recursos que parecen mal gestionados cuando no sirven para evitar un empeoramiento constante del nivel de vida de los ciudadanos.

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