Voluntariamente, no

Giro de 180 grados en la estrategia de defensa de la infanta Cristina. Tarde, pero la hija del rey ha adoptado ahora la actitud que se espera de quien creen en su inocencia, que no es otra que aceptar ir a declarar ante la justicia para aclarar aquellos delitos de los que se le imputan. Es la actitud razonable en alguien que de verdad no tiene nada que esconder, pero es justo lo contrario al modo de actuar que tuvo la infanta en la primera imputación del juez Castro, ante la que recurrió, como si no quisiera aclarar su inocencia y demostrar que no tenía nada que ocultar. No era comprensible que quien cree tan firmemente en su inocencia haga todo lo que está su mano (y en la mano de la hija del rey parece haber bastantes más recursos que en la mano de cualquier ciudadano anónimo, lamentablemente) para evitar comparecer ante el juez. Ahora, la infanta decide no recurrir la imputación por un delito fiscal y otro de blanqueo. Es de esperar que la fiscalía, como ha hecho hasta ahora, siga los pasos de la defensa de la infanta y acate sus instrucciones, por lo que se intuye que no volverá a hacer algo tan inusual como recurrir una imputación. 

La decisión de no recurrir la imputación es acertada. Ahora bien, la gestión de este asunto en la casa real sigue siendo francamente mejorable. Sin demasiado disimulo, Zarzuela ha querido dejar claro que este cambio de estrategia en la defensa de la infanta se ha producido por la medicación del rey. Lo extraño es que alguien en la institución que encarna a la Jefatura del Estado piense que una reunión en el Palacio de La Zarzuela entre la infanta imputada y su abogado defensor va a contribuir a limitar el deterioro tan inmenso de la imagen que tiene la monarquía por este y otros asuntos. Da esa impresión. Que se ha querido escenificar un cambio de actitud. Un paripé según el cual el rey habría obligado a su hija a no recurrir esta segunda imputación y acudir al tribunal a responder a las preguntas del juez como tendría que hacer cualquier ciudadano en su situación. El rey imponiéndose, defendiendo la igualdad de todos ante la justicia, tomando cartas en el asunto. Ya saben. Pero, ¿qué les lleva a pensar que eso va a repercutir positivamente en la imagen del monarca?

Es muy poco edificante que en Zarzuela se celebren reuniones de imputados con sus abogados defensores. No me parece una cuestión baladí. La infanta está preparando su estrategia de defensa en la residencia oficial del Jefe del Estado. Como metáfora de la degradación de las instituciones en nuestros país, nadie negará que esta imagen tiene gran fuerza. Una persona imputada por delito fiscal y fraude fiscal preparando su defensa ante el juez en la residencia del rey. Esto es la España actual. Pero, según parece, a la casa real no le incomoda esta información. Es más, la ha propiciada. Ha sido la casa real la que ha comunicado a los medios que la infanta está en Zarzuela, pensando por alguna extraña razón que la imagen del rey aconsejando a su hija sobre su estrategia de defensa iba a repercutir en su beneficio. Creo que esto demuestra la distancia sideral de la sociedad con la que se vive en Zarzuela. 

La defensa de la infanta Cristina ha dejado estos días otras dos perlas. La primera, presentar a la infanta como víctima de su esposo. Ella firmaba todo sin mirar por amor. Ella no preguntaba porque está enamorada de su marido y confía en él. A ella no parece importarle presentarse ante la opinión pública como una mujer que no sabe lo que se hace con su dinero, que no se pregunta de dónde sale el dinero con el paga la suntuosa reforma de su casa o las fiestas familiares. Tampoco parecer importarle que se presente a su marido como el culpable de todo, como un tipo siniestro que engañó a una pobre mujer enamorada. 

Es un argumento frágil este del amor. Me cuesta mucho creer que una mujer viva en esa inopia absoluta. El discurso, además, no deja de ser algo denigrante para la mujer. Pobre, ella de esas cosas no se enteraba. Lo llevaba todo el marido. Estamos en el siglo XXI y hablamos de alguien con formación más que sobrada sobre asuntos económicos (creo recordar que la infanta trabaja en una caja de ahorros y tiene una carrera universitaria). Por tanto, ese argumento no se sostiene. Pero es que además no podemos olvidar que la infanta era propietaria al 50% de la sociedad Aizoon, donde fue a parar parte del dinero de instituciones públicas obtenido de forma presuntamente irregular por el instituto Noos, en cuyos estatutos también figura la hija del rey. Si la mejor defensa que han encontrado para la infanta es presentarla como una mujer cuyo único delito ha sido enamorarse de la persona equivocada no queremos imaginar lo endebles que resultarían el resto de estrategias. 

La otra perla a la que me refería tiene que ver con el comunicado que ayer emitió la defensa de la infanta Cristina. Dijo que renuncia a presentar el recurso a la imputación al que tiene derecho, como todos los ciudadanos. Eso es rigurosamente cierto. La infanta tenía derecho a recurrir la imputación del juez Castro y ha optado por no ejercer ese derecho y acudir al tribunal para declarar y mostrar su inocencia. Hasta ahí, perfecto. Lo que es una falacia es decir que la infanta ha decidido acudir "voluntariamente" al tribunal. Oigan, no. Voluntariamente, no. Acude a declarar porque está imputada. No porque quiera. Es decir, no presenta recurso, pero no podemos decir que eso sea declarar voluntariamente. Declara porque el juez ve indicios de que ha cometido dos delitos. No convendría comprarle a la defensa de la infanta esa lenguaje tramposo. 

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