"Le irá bien"

No vi en directo la entrevista de Mariano Rajoy en Antena 3, pero sí me he informado sobre ella. He leído artículos y he visto resúmenes. Parece que tampoco me perdí demasiado. El presidente eludió permanentemente las cuestiones más polémicas. Casi diríamos que rehuyó las cuestiones más políticas. Él quería hablar de la economía. Y no de los preocupantes datos de la EPA (España sigue destruyendo empleo), sino de esa recuperación que el gobierno se esfuerza en vender y que, aun teniendo sin duda algunos datos que pueden respaldar esa interpretación, los ciudadanos no ven por ningún lado. Curiosamente el laconismo de Rajoy tornó en verborrea cuando fue preguntado por la situación procesal de la infanta Cristina. Una lástima que esa expresión que repitió en varias ocasiones para desechar preguntas incómodas ("no adelantemos acontecimientos") cediera paso a un "le irá bien". Una lástima porque no es sencillo dañar con tan pocas palabras principios clave de cualquier Estado de derecho como la igualdad ante la justicia y la separación de poderes. 

Rajoy se mostró convencido de la inocencia de la infanta Cristina (como ya hizo con varios presuntos corruptos de su partido, por cierto) y por eso dijo con solemnidad que está seguro de que a la infanta le irá bien. Osadía improcedente en un presidente del gobierno ante un asunto que está siendo investigado por la justicia. La prudencia invitaba a que el presidente hubiera despachado esta pregunta con generalidades de esas que gastan tan a menudo los políticos. No le vamos a dar lecciones ahora en frases hechas y lenguaje eufemístico al señor Rajoy a estas alturas. Un "hay que respetar la presunción de inocencia", por ejemplo, habría quedado bastante mejor que esa convicción del presidente del gobierno de que una persona que está imputada y tiene que declarar ante la justicia no tendrá ningún problema en su proceso. Se antoja un tanto impresentable que el presidente del gobierno se aventure de esa forma sobre un proceso judicial. ¿Sabe algo Rajoy que los demás tendríamos que conocer sobre la instrucción del caso Nóos y sus aledaños? ¿Qué le lleva a estar tan convencido de que la hija del rey saldrá de rositas de esta investigación?

Al presidente del ejecutivo le pasó con esta pregunta lo que le ha pasado a su gobierno en general con las promesas electorales. Ya es mala suerte que vaya a cumplir justo una en la que limita seriamente la libertad de las mujeres.Pues aquí parecido. Ya es casualidad que justo la pregunta en la que todos hubiéramos entendido (y agradecido) una respuesta prudente, o hasta evasiva, como las que dio a tantas otras cuestiones, la relativa a la situación procesal de la infanta Cristina, Rajoy hablara con tanta firmeza, tan seguro de que todo quedará en nada. Por una mera cuestión de higiene democrática, por ese guardar las formas y respetar los cargos que implica la democracia, Rajoy no debería haberse pronunciado en esos términos sobre la infanta Cristina. Ni sobre ella ni sobre nadie que esté imputado. Dejar actuar a la justicia y respetar la presunción de inocencia. ¿Tan difícil es?

Ya sólo que el presidente del gobierno se muestre tan categórico sobre una investigación judicial es sospechoso y hace poco bien a la ya desgastada y agrietada imagen del sistema. Los ciudadanos, con este y otros casos, se malician que la justicia no es igual para todos, que los poderosos tienen un trato especial, hasta doctrinas judiciales que llevan su nombre. Arreglos judiciales, apaños entre bambalinas para que sus presuntos delitos no vayan a mayores. Leyes retorcidas para dejarlas a su gusto. Eso se teme en este caso. Se teme mucho. Por eso, que Rajoy diga, con meridiana claridad, que a la infanta "le irá bien" es peligroso. ¿Qué pasa si el juez Castro encuentra razones para procesarla? ¿Tal vez se apunta veladamente Rajoy a la teoría de la conspiración que establece que todo este asunto proviene del afán desmedido de protagonismo de un juez estrella? Un presidente del gobierno no debería andar opinando de temas judiciales con esa ligereza. Por muy hija de rey que sea la persona imputada. 

Hay un agravante, o varios, a este tema. No es sólo que la declaración de Rajoy sea imprudente. Es que además tiene un punto de cinismo, habida cuenta de que varias instituciones del Estado (con la fiscalía en la vanguardia) están puestas al servicio de la defensa de la infanta, o tal parece. La fiscalía del Estado está actuando en este proceso como abogado defensor de la hija del rey. Recurrió su primera imputación y no lo hizo con la segunda tan sólo porque la defensa de la infanta rectificó su voluntad inicial y decidió no recurrir. Pero, como ya tenían pensado echar una mano a doña Cristina, el fiscal anticorrupción presentó un escrito en el que ponía en duda los conocimientos del juez Castro y volvía a sembrar dudas sobre su decisión de imputar a la infanta. En él, pidió que el juez llamara a declarar a los inspectores de Hacienda que elaboraron un informe favorable a la hija del rey. En esa comparecencia, celebrada ayer, el fiscal volvió a defender que no existe ningún indicio de que la infanta haya cometido algún delito fiscal, pese a que comparte al 50% el capital de Aizoon, donde presuntamente fue a parar parte del dinero obtenido irregularmente por la trama del instituo Noos. 

Las palabras de Rajoy, en fin, no me parecen unas simples declaraciones desafortunadas. Visto el servilismo de la fiscalía en todo el proceso cuando de defender a la infanta se trata y vistas las sospechas fundadas sobre algunas actuaciones de la Agencia Tributaria dando por buenas algunas facturas que tildó de ficticias en su día, que el presidente del gobierno defienda que a la infanta, imputada por presuntos delitos fiscales, le irá bien no es sólo un desliz o una imprudencia. Eso es lo mínimo que se puede decir de unas declaraciones que obligan a pensar mal. Muy mal. 

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