Dudas sobre Ginebra II

París acoge estos días las reuniones preparatorias de la cumbre Ginebra II, que se celebrará en la localidad suiza el próximo día 22 de enero y en la que se buscará hallar una solución diplomática al conflicto que desangra Siria desde hace casi tres años. Lo cierto es que hay muchas dudas sobre las posibilidades de éxito de esa cumbre, la apuesta de la comunidad internacional por sentar las bases de un futuro de convivencia en aquel país. De entrada, aún no se sabe si la Coalición Nacional Siria (CNS), órgano que representa a la oposición moderada al régimen de Al Assad, estará o no presente en la reunión de Ginebra. Una cumbre internacional sobre el futuro de Siria que no contará con los rebeldes nacería, sin duda, condenada al fracaso. 

Los ministros de Exteriores de los once países que forman el grupo de amigos de Siria ( Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Turquía, Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Catar) se reunieron ayer en París para dialogar sobre la cumbre internacional de dentro de dos semanas que, con sinceridad, genera pocas esperanzas. La situación explosiva en Siria, con el régimen dictatorial de Al Assad haciéndose fuerte y con una guerra interna en el bloque opositor entre los rebeldes moderados y grupos radicales próximos a Al Qaeda, no permite ni al más optimista esperar grandes acuerdos de esa cumbre internacional. Todas las partes implicadas saben que sería casi un milagro que de Ginebra II saliera un alto el fuego o un marco de diálogo para poner fin a la guerra que ha dejado ya 130.000 muertos y cientos de miles de heridos y desplazados. 

En la reunión de ayer, a la que también asistieron miembros de la Coalición Nacional Siria, se insistió en el hecho de que ni Al Assad ni ningún miembro de su familia pueden tener un papel en el futuro del país. Es una línea roja de la oposición siria y también de los países que respaldan al pueblo sirio. Laurent Fabius, ministro francés de Exteriores, fue contundente al afirmar que Ginebra II debe tener como objetivo "acabar con el régimen déspota" de Al Assad, porque "sólo esa perspectiva puede traer una auténtica solución". Lo que está claro es que la comunidad internacional ha renunciado a cualquier intervención militar en el conflicto, más allá de la ayuda de países y milicias extranjeras que reciben uno y otro bando desde el comienzo del conflicto. "No hay otra solución al drama sirio que la política y no hay posibilidad política si Ginebra II no se reúne", dijo Fabius. 

Hoy se reunirán en Francia el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Rusia es aliado del régimen del tirano Al Assad. Ha vetado reiteradamente cualquier condena del Consejo de Seguridad a las atrocidades y las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por Damasco. Por boca de Rusia, el régimen sirio negoció hace unos meses la destrucción de su arsenal químico, para así evitar la intervención militar de Estados Unidos y sus aliados, algo que en el fondo la Administración Obama estaba deseando evitar. Aquella negociación mostró el poder de Rusia en el escenario internacional y legitimó de forma indirecta al régimen de Al Assad. Ahora, Estados Unidos y Rusia apuestan por la solución diplomática del conflicto. 

Los puntos de discrepancia entre Kerry y Lavrov pueden ser varios. Sobre el futuro del tirano, por ejemplo. Si no se asume como indispensable la marcha de Al Assad del poder, su ausencia en la Siria futura, está claro que de Ginebra II no puede salir ningún acuerdo que ponga fin al conflicto. Rusia, pues, debe plantearse si retira su apoyo al régimen que, pese a tener las manos manchadas de sangre y estar masacrando a su propio pueblo, ha apoyado de forma incondicional hasta ahora. También debatirán los responsables de Exteriores de Rusia y Estados Unidos sobre la presencia o no de Irán en Ginebra II. Rusia la respalda, pero no Estados Unidos, a pesar del acuerdo entre el país islámico y Occidente sobre la suspensión de su programa nuclear, que abre un nuevo escenario de entendimiento y que entrará en vigor el día 20 de este mes. Irán ha sido otro de los grandes respaldos internacionales del tirano sirio. 

Entre los apoyos de Al Assad, por tanto, será importante ver hasta dónde están dispuestos a ceder esos países que ven cómo el régimen está reforzando su posición sobre el terreno. Han de asumir que la paz en Siria pasa, sí o sí, por el derrocamiento del dictador y su régimen despótico. En cuanto a los respaldos de la oposición siria, la división entre los rebeldes, existente desde el comienzo del conflicto, ha adquirido estas últimas semanas tintes dramáticos. Ya no se trata sólo de que existan varios grupos opositores con distintos planteamientos sobre cómo resolver el conflicto (los hay que se niegan a cualquier diálogo, los que aceptan sentarse a negociar con Al Assad, los que defienden posturas más moderadas o más radicales...) sino que hay varios grupos extremistas próximos a Al Qaeda que buscan apropiarse de la lucha de los opositores a Al Assad. 

Sobre la división en la oposición siria se viene hablando desde el comienzo, pero ahora la situación es mucho más compleja. En los últimos nueve días, 697 personas han perdido la vida en combates entre rebeldes sirios y el movimiento radical  denominado Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIS, según sus siglas en inglés), próximo a Al Qaeda. Son enfrentamientos dentro del bloque rebelde. La entrada de grupos extremistas en Siria para aprovechar la guerra civil que padece el país para defender sus postulados religiosos extremistas es achacable, sin duda, a la degradación en la que ha caído Siria. Y de eso tienen bastante responsabilidad quienes, desde la comunidad internacional, han sido incapaces de poner freno a esta locura. Cuando un conflicto se alarga tanto tiempo y se recrudece tanto, nadie puede esperar que las posturas moderadas se impongan. Pasa exactamente lo contrario, que surgen grupos radicales, cada vez más y más extremistas. Así ha ocurrido en el bloque rebelde sirio, donde han entrado grupos como el ISIS, con una concepción radical del Islam y contra el que se están rebelando los opositores a Al Assad, que no combaten una tiranía como la de Al Assad par entrar en otra con postulados religiosos fanáticos. 

La situación en Siria es cada vez más alarmante, pero nadie puede hacerse el sorprendido. La revuelta contra la dictadura comenzó en 2011 y desde entonces se ha recrudecido el conflicto, convertido en una guerra civil, primero, y después en un conflicto regional con la participación más o menos directa de distintos actores de la región (como  el apoyo de la milicia libanesa chíi de Hizbola al régimen sirio, que está desestabilizando El Líbano). Todo ello, ante la impasible mirada de la comunidad internacional o, como mucho, ante intentos frustrados por propiciar una solución pactada. Fracasó Kofi Annan y, hasta el momento, sigue transitando la senda del fracaso Lajdar Brahimi, sucesivos mediadores internacionales para el conflicto. Ahora, las esperanzas están puestas en Ginebra II. Nadie se engaña. Es casi una quimera pensar que de esa cumbre internacional pueda salir un pacto para frenar la guerra. Son muchas las dudas que se deben disipar de aquí al 22 de enero y muchos los obstáculos que salvar para poder afirmar tras la celebración de la cumbre, casi tres años después del comienzo del conflicto, que el mundo ha hecho algo útil para ayudar a los sirios. 

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