Cumbre del clima en Varsovia

La ciudad polaca de Varsovia es desde hoy la sede de la Cumbre del Clima de esta año, donde se reunirán hasta el día 22 de noviembre delegaciones técnicas y políticas de 190 países. Como siempre en estos casos, los primeros días se hará el trabajo y las negociaciones técnicas, quedando la presencia de líderes políticos (en su mayoría, de segunda fila) para los últimos días de la cumbre. Se busca este año un objetivo ambicioso, aprobar un nuevo acuerdo sobre el cambio climático que entre en vigor en 2015. No es sencilla la meta. La 19º Cumbre del Clima se enfrentará a los obstáculos que han frenado en más de una ocasión el avance de estas citas internacionales. Debates interminables sobre criterios a adoptar, falta de compromiso de los grandes emisores, acuerdos de mínimos que a nadie satisfacen... 

Siempre que comienza una cumbre del clima toca ser optimistas, esperar que esta vez sí se logren avances importantes en el compromiso mundial contra el cambio climático. Que se apruebe ese gran acuerdo que implique a la mayoría de los países en su compromiso de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. Que no llegaremos a los últimas días de cumbre con la urgencia de aprobar un acuerdo de mínimos para salvar expediente. Que no se dejarán para la reunión del próximo año las decisiones y los acuerdos que deberían haberse tomado este, pero que se han estrellado contra un muro. Que no escucharemos este año los lamentos de las organizaciones ecologistas lamentando una nueva oportunidad perdida. Ojalá Varsovia no sea como las citas anteriores y se logre un avance real.

La cumbre celebrada en Doha (Catar) el año pasado  es un buen ejemplo de lo que no deseamos que sea Varsovia. Entonces se alcanzó un acuerdo muy poco satisfactorio sobre emisiones de efecto invernadero, sobre todo porque no incluía a los grandes países emisores. Se aprobó un segundo periodo del protocolo de Kioto, pero que sólo comprometía a un puñado de países: los miembros de la Unión Europea (que suelen tener una postura común en estas cumbres y que ejercen un papel de cierto liderazgo en el compromiso por reducir las emisiones contaminantes), Australia, Noruega y Croacia. Un 15% de las emisiones globales. Se han salido de este acuerdo Japón, Rusia y Canadá. No llegaron a entrar Estados Unidos ni China, dos grandes emisores que suelen ejercer en estas cumbres el papel de bloqueo a avances con compromisos reales y firmes para todos. 

El principal objetivo de las Cumbres del Clima es siempre alcanzar acuerdos que comprometan a la mayor cantidad de países posibles. Y ahí es muy importante que se incluyan Estados Unidos, China, Rusia e India, grandes contaminantes. Hay varias reticencias de esos países a renunciar a mantener su modelo productivo, aunque sea altamente contaminante. También cada año por estas fechas pensamos en esa cierta falta de concienciación que no cuesta atisbar en partes importantes de la sociedad y, desde luego, en la mayoría de los gobiernos. Es difícil encontrar países cuyos gobernantes pongan la lucha contra el cambio climático, una cuestión universal y de largo plazo, entre sus prioridades reales con una determinación fuerte. Es otro aspecto importante que resta presión y capacidad de triunfo a estas cumbres. Primero debe ser una prioridad real, no retórica, para la mayoría. Las cumbre del clima debaten sobre cuestiones que nos afectan a todos y que sólo se pueden resolver de esa forma, en grandes foros internacionales, pues la contaminación y el cambio climático no entiende de fronteras y las emisiones de gases con efecto invernadero que echen a la atmósfera en una fábrica de Indonesia afecta a todos los habitantes del planeta. Es una cuestión mundial y sólo puede afrontarse de esa forma. Pero claro, cada año comprobamos la labor titánica que esto supone, con cada país defendiendo sus intereses, que generalmente chocan con los de otros. Con bloques diferenciados en los que la cuestión climática se tiene en cuenta, sí, pero sin perder de vista el desarrollo económico. 

En este punto llegamos al dinero. Siempre el dinero. En la última cumbre se aprobó una partida de 100.000 millones de dólares (74.844 millones de euros) para el Fondo verde para el clima. Es el fondo que se destina a los países en vías de desarrollo para afrontar los efectos del cambio climático. Es un dinero que está comprometido, pero aún no se sabe, y eso se tendrá que debatir en Varsovia, de dónde procederá, quién pondrá cuánto. De nuevo, llegamos a final de año y se celebra la Cumbre del Clima. Varsovia sucede a Doha, Durban, Copenhague o Bali o como ciudad donde se reúnen expertos sobre el cambio climático y delegaciones de 190 países en busca de un acuerdo sobre este gran reto mundial que nos afecta a todos y que no se debería seguir posponiendo por más tiempo. Ojalá sea en Varsovia lo que no pudo ser en esas ciudades. Estaremos pendientes de ello. 

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