El incendio de Alejandría

La biblioteca de Alejandría despierta una enorme fascinación. Por la gran ambición del proyecto (recopilar todo el saber de la humanidad hasta ese momento), por las incógnitas sobre su final y por todo el halo de misterio y leyenda que esconde. Hay multitud de relatos sobre la que fue la biblioteca más grande del mundo. Se creó en el siglo III antes de Cristo en la ciudad griega de Alejandría, una localidad fundada por el emperador griego Alejandro Magno. 

No se sabe a ciencia cierta cómo fue su final. Algunos autores antiguos culpan a las guerras y a la ocupación romana. Otros señalan a las tropas árabes del califa Omar como causantes de la desaparición de esta joya histórica y cultural que llegó a albergar 900.000 manuscritos y reunió durante siglos a las más brillantes mentes del momento. A los más ilustres geográfos, matemáticos, filósofos o médicos. En resumen, un templo del saber y de la tolerancia que irritó a todos los fanatismos religiosos que tanto daño han hecho a lo largo de la historia. Poco importa, y además no se sabe, si fue el extremismo cristiano o el musulmán, si fueron estas o aquellas tropas. La biblioteca de Alejandría fue el centro de las iras de los fanáticos y fundamentalistas de todas las creencias. Por eso, este legendario templo del saber es una metáfora perfecta de la lucha entre la ciencia y el fanatismo, entre las ansias por saber y las verdades absolutas, entre las preguntas del hombre del ciencia y los dogmas de la religión. 

El astrofísico, nivelista y poeta francés Jean-Pierre Luminet se sirve de esta imprecisión sobre el final de la legendaria biblioteca para construir una interesante novela, El incendio de Alejandría. Fue publicada en el año 2002 y llegó a España en 2010. En ella, el autor explica en una nota precisamente esto. Que su obra es "una novela, no un enssayo literario". Señala Luminet que "ninguna verdad histórica sobre estos antiguos tiempos ha sido firmemente establecida". Por eso, personajes reales circulan por las páginas de este libro al lado de otros inventados por el autor, en muchos casos inspirados en otros relevantes pensadores de la época clásica. No obstante, la novela cuenta la vida de muchos personajes reales que pasaron por la biblioteca. 

La historia transcurre en el año 642 cuando, a las órdenas del califa Omar, las tropas del general árabe Amr toman el control de Alejandría. El califa ordena a su general que arrase la biblioteca porque toda la verdad está en el Corán, el libro sagrado que es fruto de una revelación del arcángel Gabriel a Mahoma. Si lo que se escribe en esos libros está incluido en el Corán, no es preciso conservarlos, y si es contrario, va contra la fe verdadera y deben se destruidos. Todas las religiones se han creído y se creen las únicas verdaderas. Todos los pueblos, los elegidos. Ese fundamentalismo religioso enfrentado a la mente despierta de los hombres de ciencia que habitan la biblioteca, las certezas derivadas del dogmatismo frente a las preguntas sobre el sistema solar o sobre cualquier otro aspecto del mundo, el fanatismo frente a la mente abierta y la tolerancia. 

Amr va mostrando poco a poco sensibilidad y pide a tres miembros destacados de la biblioteca: el filósofo cristiano Filopón; el médico judío Rhaes y la matemática y filósofa Hipatia (es un personaje de ficción, nada que ver con Hipatia de Alejandría, de la que se habla en estas páginas y cuya historia, la de la primera muerta por culpa del fanatismo religioso, es contada en el libro). Ellos intentan dar argumentos por los que la biblioteca debe ser conservada. Argumentos que Amr mandará por carta al califa Omar. La novela va in crescendo, va tomando pulso. La estructura es bastante sencilla. Los tres defensores de la biblioteca narran a Amr la historia del centro y de las mentes privilegiadas que pasaron por él. Cuentan la historia de la ciudad de Alejandría y cómo la biblioteca fue creciendo hasta convertirse en la mayor del mundo. Le explican las obras de personajes como el matemático Euclides, el médico  Galeno, Aristarco de Samos (quien predijo que la Tierra giraba alrededor del Sol y por ello fue acusado de herejía), de Arquímedes, de Séneca, de Hipatia de Alejandría y de tantos otros. 

La pasión con la que Filopón, Rhazes e Hipatia defienden la supervivencia de la biblioteca y el contraste con las ideas cerradas y preconcebidas del califa Omar conducen la novela. Pronto veremos cómo el general Amr se conmueve por algunas de las historias contadas por los miembros de la biblioteca y se esfuerza por escuchar esas historias para así tratar de convencer a Omar de que no la destruya. El libro tiene el interés de la película Ágora, de Alejandro Amenábar: la pasión por el saber, las mentes inquietas de los científicos, el ansia por buscar respuestas y, sobre todo, por formular preguntas, la necesidad de conocer más del mundo en que vivimos. Ese espíritu de los grandes pensadores, geógrafos, matemáticos o geómetras de la época antigua confrontado con la cerrazón, las verdades absolutas y la ignorancia del fanatismo religioso. Y cómo el saber perdió el pulso frente al dogmatismo. De eso, lamentablemente, la historia nos ofrece unos cuantos casos. Interesante novela sobre la biblioteca de Alejandría que es extrapolable a otras épocas y situaciones históricas. Al final, la aventura del saber frente a la falsa certidumbre del dogmatismo religioso. Una rivalidad clásica que se repite desde el pasado y que, parece mentira, aún hay muchas zonas del planeta donde sigue existiendo y, lo que es peor, el resultado es el mismo que entonces. 

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