El estudiante

La política, profesión noble donde las haya, al menos en cuanto a sus ideales de origen, aquellos de cambiar para bien la vida de la gente, no goza de excesivo reconocimiento público. Eso es porque generalmente los intereses personales o partidistas se anteponen al interés general, porque los chanchullos y manejos de los dirigentes parecen casar poco con esos nobles ideales de los que en teoría parte su actividad y porque los partidos políticos son las asociaciones con un funcionamiento menos democrático que se conocen. Aquí y en otros países. De la política, pero no de la de los grandes partidos y las formaciones a nivel nacional, sino de la que se da en las asociaciones estudiantes, con los mismos defectos que aquella, trata El estudiante, una interesante película argentina estrenada en 2011 y que llega ahora a España. 

Esta película, la opera prima de Santiago Mitre, relata dos años de la vida de Roque, un estudiante que llega a la universidad de Buenos Aires y quien, a través de una relación amorosa que comienza con una joven profesora, entra en contacto con el movimiento estudiantil. Vemos desfilar muchas asociaciones que están de campaña para las elecciones al rectorado. Asistimos a asambleas y debates programáticos en los que, con valentía y buen tino, el director termina poniendo el foco en las miserias de la política. Verdades dogmáticas e irrebatibles, enfrentamientos y medros entre asociaciones distintas para formar alianzas, traiciones, ambiciones personales que hacen sombra a los principios que podrían estar detrás. Es un relato descarnado de la militancia estudiantil. Un relato nada condescendiente con este mundo, muy poco amable. 

Una historia sobre política, al fin y al cabo. De ahí la valentía. Es una denuncia en toda regla de todo lo que funciona mal en la política, pero no a través de presidentes o ministros, sino en las asociaciones universitarias, allí donde los ideales deberían estar por encima de todo, donde en teoría la pureza y la nobleza tendrían más chance de triunfar ante los medros personales y las juegos a dos bandas. Pero no, no es así. El juego sucio de la política invade también este mundo. Por eso digo que es una película valiente, porque critica una forma de política que tal vez es políticamente incorrecto criticar, y perdón por el juego de palabras. No es oro todo lo que reluce en esa militancia estudiantil. 

El relato es verosímil. La historia es puramente argentina, pero cuesta poco imaginar ese tipo de negociaciones ocultas y ese amiguismo pueril en la universidad. También son muy reconocibles esas discusiones bizantinas en asambleas universitarias o esos jóvenes con prejuicios y dogmas ideológicos severos que les hacen enfrentarse a otras asociaciones por discrepancias en el programa, pero también por enfrentamientos personales. Y qué decir de esos jóvenes que se entregan a la lógica de los partidos desde la universidad y luego ya no suelta la disciplina del mismo hasta que se retira (varios especímenes de este tipo tenemos en España). El afán de protagonismo, el egoísmo y la poca claridad de la práctica política en toda su crudeza. Suena verosímil. Ojalá la política fuera de otra forma. Pero hoy en día, este tipo de relatos, aunque totalmente de ficción y de otros países con realidades políticas distintas, son muy creíbles y convincentes. Así podría ser perfectamente la manera de actuar de partidos políticos o sindicatos hoy en día. Se agradece por ello este choque con la realidad, esta denuncia que persigue la cinta argentina.

También hay aspectos que chirrían algo más, o por los que cuesta más seguir el hilo. Por ejemplo, creo que la voz en off que emplea el director no es totalmente imprescindible, al menos en lo relativo a la historia de Roque. Ya estamos viendo aquello que nos cuenta la voz en off, no es preciso que lo remarquen de manera tan concreta. Sí se hace más necesario este recurso cuando sirve para referir alguno de los eventos o los personajes de la política argentina. Hay bastantes alusiones a la política de aquel país, lo que a veces sí puede resultar un handicap para el espectador no puesto en la materia (como un servidor). Aún así, creo que el relato sirve como una película sobre las prácticas políticas y el lado oculto de éstas (traiciones, engaños, enfrentamientos personales, egoísmo, ambición...). Y eso es bastante universal. A veces la historia se desdibuja, se dispersa un poco. En todo caso, creo que las interpretaciones son convincentes y que es una película valiente, acertada y necesaria. 

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