José Bono. Les voy a contar

José Bono siempre ha sido un político peculiar. En ocasiones, menos querido dentro de su partido que fuera. Presidente de Castilla La Mancha, ministro de Defensa, presidente del Congreso. Una dilatada trayectoria de alguien con una personalidad arrolladora. Un líder político sin pelos en la lengua. Socialista, católico, poco dado a callar sus opiniones, encantado de estar presente en los medios de comunicación. Ha desarrollado gran parte de su trayectoria política en su región, pero siempre ha sido alguien a tener en cuenta en la política nacional. De eso se ha encargado él. Ahora, publica sus diarios, que no sus memorias, como explica el propio autor en el prólogo de la obra. Desde que rompió con Alfonso Guerra en 1993, Bono anotaba en su diario sus reuniones, actividades y conversaciones. 

Sin duda, no se puede negar el atractivo que tiene leer acontecimientos importantes de la historia política española contados por uno de sus actores protagonistas. El caso de los GAL, el paso de Garzón por la política, el caso Filesa, la huida de Luis Roldán, etc. Desfilan por las páginas de este "Diarios I" importantes personajes de España y el extranjero. No sé si llega a la pretenciosa frase "por primera vez un político lo cuenta todo de todos" que ilustra la contraportada del libro, pero sí es verdad que el político socialista no ahorra adjetivos para definir a propios y extraños. Compañeros de partido y adversarios políticos. Líderes internacionales como Fidel Castro, miembros de la jerarquía católica. Un crisol de personajes de los que Bono habla con la claridad propia de un diario. 

Un par de advertencias para futuros lectores. La primera, obvia. El libro sólo es indicado para quienes estén muy interesados por la figura del autor de la obra o por el periodo histórico que narra (en esta primera entrega de sus diarios, de 1993 a 1999, con algún anticipo de sucesos relevantes de 1998 y 1999 en el epílogo de la misma). Otra advertencia a tener en cuenta es que no estamos ante una obra literaria. Bono no tiene mal estilo, pero nadie puede esperar altas cota de brillantez narrativa, como el propio político anuncia en el prólogo.Por último, esto ya es una cuestión menor, en la obra hay alguna que otra errata y faltas de ortografía (revelen por rebelen en la página 630, por ejemplo). 

A mí personalmente, el libro me ha resultado razonablemente interesante porque cuenta bastante bien cómo es por dentro el funcionamiento de los partidos políticos, en este caso del PSOE en la época de Felipe González y Alfonso Guerra. Como el lector puede imaginar, no son entidades democráticas. Es una gran paradoja. Las instituciones que encarnan la libertad política y la democracia son de las menos democráticas y abiertas a la discrepancia que existen. Cuenta Bono cómo rompe con Alfonso Guerra, el todopoderoso número 2 de González. Narra las comidas con responsables socialistas de la época (entre ellos, el actual secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba), la división interna entre distintos grupos (guerristas frente a renovadores) y los debates sobre la continuidad de González como cabeza de cartel para las elecciones de 1993 y 1996. A priori, González no tenía demasiadas ganas por presentarse a ambos comicios. Ganó contra todo pronóstico los primeros y, ahogado por los innumerables casos de corrupción, cayó derrotado frente a Aznar en los segundos. 

El mercadeo para situar a los políticos en las listas electorales es otro de los puntos de interés del libro. Bastante descorazonador, ciertamente. Asimismo, la entrada de Baltasar Garzón en las listas del PSOE para las elecciones de 1993 como golpe de efecto en un momento en el que la imagen del gobierno se resentía, está contada con bastante detalle, pues fue Bono el encargado de realizar las gestiones para que él y el juez Ventura entraran en las listas. Desde antes de que aceptaran, Bono y Felipe González, según cuenta el político castellanomanchego, intuían que la cosa podía acabar mal, como finalmente ocurrió, pero interpretan que parte de la victoria electoral se debió a su presencia en un puesto destacado de las listas por Madrid. Tal y como cuenta Bono, tras unos meses en el Parlamento, Garzón abandona el barco (según muchos socialistas de la época que cita Bono, enojado por no haber sido puesto al frente de un ministerio) y reabre la investigación de los GAL.

No le faltaron escándalos al PSOE en aquellos años. Muchos de ellos contados por la prensa, en especial algunos medios de comunicación a los que González y algunos dirigentes socialistas más llamaban "sindicato del crimen". Precisamente otra de las realidades que narra con profundidad el diario de Bono es la relación con los medios de comunicación. Nuevamente, la realidad es tal y como la intuimos. O sea, bastante lamentable. Comidas con directores de diarios para que se apoye tal o cual proyecto. Presiones sutiles sobre periodistas que incomodan. Filtraciones interesadas a los medios del propio presidente del gobierno. En fin, uno de los motivos por los que la prensa en España no goza de su mejor momento de credibilidad entre los ciudadanos. En el caso de Bono, cuenta sus comidas con Juan Luis Cebrián y Jesús de Polanco (PRISA) o sus frecuentes reuniones con Pedro J.Ramírez (El Mundo). 

El Estado de las autonomías es otro punto fuerte en el libro. Bono siempre se ha mostrado contrario a los nacionalismos. En sus diarios critica el crecimiento descontrolado de las 17 Comunidades Autónomas. De hecho, cuenta que pospone todo lo posible algunas medidas como la creación del Consejo Económico y Social autonómico en Castilla La Mancha porque cree que es un disparate que se camine hace la creación de "17 mini estados".  Y narra algunas políticas al frente del gobierno de Castilla La Mancha como la creación de una ley autonómica de transparencia, la batalla frente a Borrel por el Plan Hidrológico Nacional y el trasvase Tajo-Segura, sus muchos viajes por la región o la relación que mantenía con la Iglesia. 

Muestra estima por Jordi Pujol, que según escribe parece ser recíproca. También explica la cordialidad que tuvo con Rajoy cuando el actual presidente del gobierno era ministro de Administraciones Públicas en el gobierno de Aznar. Aparece varias ocasiones el rey, la reina y el príncipe Felipe, sobre todo en actos y eventos oficiales. Tiene una buena opinión de de don Juan Carlos, de quien asegura que ha hecho más por la institución monárquica en España que todos sus antecesores juntos. Son muchos más nombres y asuntos los que salen a relucir en el libro, por lo que no voy a mencionarlos todos. Este primer número de sus diarios tendrá otros dos volúmenes más. El epílogo concluye con las primarias de 1998 que pierde Almunia (secretario general socialista en sustitución de González) frente a Borrel y la renuncia de éste en 1999, cuando le ofrecen al propio Bono dar un paso al frente y postularse para dirigir el partido. Algo que hizo en el Congreso que perdió contra Zapatero y Rosa Díez, que a buen seguro será uno de los temas centrales de la próxima edición de sus diarios. Lo dicho, un libro sobre las interioridades del poder. Sólo recomendable para los muy interesados en la materia, en aquella época histórica o el personaje. 

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