Estados Unidos no intervendrá en Siria

Pese a que había señalado al uso de armas químicas por parte del régimen de Al Assad como una línea roja, Barack Obama ha vuelto a descartar una intervención de tropas terrestres estadounidenses en Siria. La inteligencia estadounidense, al igual que los servicios de otros países como el Reino Unido o Israel, han constatado que se han empleado armas de este tipo contra la población siria. Pero el presidente estadounidense ha dejado claro que no tiene ninguna intención de intervenir en aquel país. En parte, porque está de retirada de las guerras en las que su país ha estado inmerso en la última década y lo último que le apetece es embarcarse en un nuevo conflicto.

En una rueda de prensa en Costa Rica, junto a la presidenta costarricense Laura Chinchilla, Obama fue claro al afirmar que "no puedo imaginar un escenario en el que la presencia de tropas norteamericanas pudiera ser provechosa ni para Siria ni para Estados Unidos". El presidente estadounidense afirmó que todas las opciones están encima de la mesa, pero que descarta por el momento una intervención directa en el país. ¿Entonces? Una de esas alternativas que Obama estaría estudiando es la entrega de armas a la oposición siria, con el riesgo de que éstas caigan en manos de grupos islamistas radicales que se han infiltrado en las tropas rebeldes y cada vez están ganando más peso. También podría plantear un bombardeo selectivo que dañara la capacidad de acción de las fuerzas del régimen sirio.

El polvorín sirio asusta al presidente estadounidense. La comprobación de que se han usado armas químicas en Siria debe ser más contundente antes de actuar, ha dicho Obama en reiteradas ocasiones. Sin duda, recordando el deterioro de la imagen de Estados Unidos en el mundo por la intervención de su antecesor contra Irak por la presunta existencia de armas de destrucción masiva, nunca demostrada. Obama no quiere caer en ese error, pero su cautela y prudencia a la hora de afrontar el conflicto sirio se aproxima peligrosamente a la inacción. Lo cierto es que el país se está desangrando, que han muerto 70.000 personas desde que empezó el conflicto hace dos años. La comunidad internacional no está siendo capaz de frenar la sangría. Lejos de eso, su comportamiento es muy  pasivo. 

La oposición republicana critica a Obama esta actitud ante el régimen dictatorial en Siria. El presidente niega  la mayor y afirma estar trabajando para poner fin al conflicto. No lo negaremos, pero si la situación en aquel país ha llegado a tal estado de putrefacción y gravedad ha sido en gran medida por el comportamiento pasivo de la comunidad internacional. Estados Unidos podía haber liderado la acción internacional contra el dictador, pero no lo ha hecho. Rusia y China, aliados del tirano sirio, no han recibido ni un tirón de orejas serio por la protección que otorgan a Al Assad. El conflicto, auténtica guerra civil, no para de empeorar y, mientras tanto, la comunidad internacional habla de "solución dialogada", "diplomacia" o "cautela". Pedir cautela y prudencia a la población siria que ve cómo su país está siendo destruido y consumido por el odio y la destrucción; pretender que los ciudadanos sirios comprendan los nervios de acero y la tranquilidad infinita de los líderes mundiales ante un conflicto que ha costado la vida de decenas de miles de personas parece algo imposible. Lo es. 

Desde despachos alejados de las penurias de la guerra resulta fácil medir los tiempos en clave diplomática, estudiar con pausa alternativas para acabar con la guerra. Pero mientras todo eso pasa, mientras Obama dice que hay que comprobar a ciencia cierta que se han usado armas químicas contra la población, mientras la ONU sigue mostrando su incapacidad ante problemas como éste, mientras llegan más y palabras discursos huecos que piden soluciones a la guerra, el conflicto sigue, el país se sigue desangrando, hay muertes a diario. ¿Cautela? ¿Prudencia? ¿Estudio detenido de salidas al conflicto en despachos de cancillerías internacionales? Si algo ha quedado claro en estos dos años de sangrienta guerra civil en Siria es que una solución pactada no será la salida que se dé al conflicto, al menos no con las mínimas presiones al régimen que la comunidad internacional ha llevado a cabo hasta ahora. Mientras, la situación se va haciendo más y más compleja. ¿Cómo puede extrañar que en la guerra siria, perfecto caldo de cultivo para radicalismos de todo tipo, estén ganando poder dentro de las filas rebeldes las posiciones más extremistas? ¿Acaso esperan algo distinto? Si se sigue dejando pudrir el conflicto, si se continúa mirando hacia otro lado, habrá más muertes, más destrucción, más odio y más violencia. Es bastante sencillo prever lo que pasará si la comunidad internacional continúa con su cautela, su prudencia y  su apuesta por la solución pactada. 

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