El vergonzoso olvido de Siria

Aunque los medios de comunicación hablen de ello ya sólo muy de vez en cuando y aunque la comunidad internacional continúa con su impresentable inacción, la guerra en Siria sigue. Y lo hace dejando muertos a diario, la devastación pavoroso de un país olvidado por el mundo. La demostración, en pleno siglo XXI, de que la comunidad internacional no ha aprendido de sus errores pasados y sigue dispuesta a mirar para otro lado mientras una guerra cruel desangra a todo un país. En el mes de marzo murieron en Siria 6.000 personas. Repito. 6.000 personas. Son datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, esos que están siendo pisoteados y violados día sí y día también en aquel país desde que hace dos años se produjo la revuelta contra el dictador Basar Al Assad.

Según la ONU, desde que empezó el conflicto en marzo de 2011 han muerto en Siria 70.000 personas. 70.000 vidas rotas que, según el opositor Observatorio para los Derechos Humanos antes mencionado, son en realidad muchas más. Sus estimaciones hablan de 120.000. La dificultad para documentar lo que ocurre en el país hace que las cifras oficiales, ya de por si terribles, estén por debajo de la realidad. De los 6.000 muertos en marzo de este año, 300 fueron niños. Desde que empezó el conflicto han sido 4.390 los menores que han perdido la vida en Siria. Un mal lugar para ser niño, para vivir, para soñar con la libertad y con un futuro mejor. Un lugar olvidado por el mundo para vergüenza de todos. 

Nos levantamos hoy con una información en la que se cuenta que el presidente sirio, Basar Al Assad, ha aprobado un decreto por medio del cual concede la amnistía a todas las personas que hayan secuestrado a otras siempre y cuando liberen a los rehenes en 15 días. En la pervertida versión de la guerra siria que da el régimen, la mayoría de las muertes en el país están provocadas por lo que ellos llaman "grupos terroristas". Los llaman así desde el comienzo, cuando lo que existía en Siria era una revuelta popular contra un execrable dictador. Tras dos años de guerra, desolación y muerte, parece evidente que hay grupos violentos en la oposición, incluso terroristas. Es una reacción alarmante, pero francamente esperable cuando se devasta de tal manera un país y se deja pudrir la situación hasta ese punto. La oposición siria está dividida en mil facciones y eso dificulta aún más el panorama y abre incógnitas y temores para el futuro.



Hoy se presenta en Madrid el libro Siria. Más allá de Bab-Al Salam. Se trata de un proyecto de crowdfunding coordinado por el periodista español Antonio Pampliega, que como freelance ha cubierto la guerra en Siria. Junto a él, otros seis periodistas que han visitado el país en el último año y han hecho su trabajo en condiciones muy duras y arriesgadas. Son Ethel Bonet, Manu Brabo, Sergi Cabeza, Ricardo García Vilanova, Alberto Prieto y Maysun. Destinarán lo que ganen para comprar medicinas para los sirios. En aquel país la ayuda humanitaria tiene muchas dificultades para llegar y es urgente la necesidad de medicamentos y otros productos de atención a los desplazados y heridos.

En una entrevista en el diario Público, Antonio Pampliega asegura que "de Siria apenas se sabe nada porque los medios no mandan gente sobre el terreno y basan sus informaciones en notas que distribuyen las agencias firmadas desde Beirut o El Cairo". El periodista español nos cuenta, por ejemplo, que en Alepo los ciudadanos han talado árboles porque no tenían con qué comprar gasoil para las estufas o que se está matando a médicos por asistir a heridos en zona rebelde. Hay que alabar la lección de profesionalidad que están dando estos periodistas que informan de la guerra siria, en muchos casos, casi por su cuenta y riesgo sin el apoyo de un gran medio detrás. Hay que alabarles y agradecerles su labor. 

¿Cuál es la situación actual en Siria? ¿Qué expectativas hay de un final próximo a la violencia?Son las preguntas que todos nos hacemos ante este asunto, tan lamentablemente olvidado por los medios de comunicación y tan irresponsablemente dejado de lado por la comunidad internacional. El periodista español cree que "habrá fin cuando caiga el régimen, pero eso no significa que haya paz en Siria". Advierte del riesgo de la aparición de Al Nosra y los yihadistas que están buscando apoderarse de la revolución contra Al Assad y de todo el país. 

La semana pasada dimitió de su cargo el líder de la oposición siria, Muaz Al Jatib. Hasta el pasado 24 de marzo era el presidente de la Coalición Nacional Siria. Su marcha revela la división interna en la oposición a Al Assad y las dificultades añadidas a las que se enfrentan. Lamentó en su renuncia que la terrible situación que padece Siria "no ha sido suficiente para que se tome una decisión internacional que permita al pueblo sirio defenderse". Además, explicó que se marchaba porque nos sentía libertad en su cargo y denunció que hay "intentos de controlar la revolución" y afirmó que el pueblo sirio no tiene que "mendigar la aceptación de nadie". "Varias partes internacionales han intentado llevar el barco sirio a su lado, pero la decisión sobre Siria sólo la van a tomar los sirios". Al Jatib se marcha sin haber logrado que su propuesta de diálogo con el régimen saliera adelante. Lamentó que el régimen "ha perdido una de las oportunidades más claras de conseguir una reconciliación nacional global". 

Mientras, la comunidad internacional se muestra cada vez menos preocupada por lo que sucede en Siria. Nunca estuvo este asunto entre sus prioridades, pese a las constantes violaciones de los Derechos Humanos y a las muertes diarias, pero ahora aún parece estar más en un segundo plano. China y Rusia son los soportes del régimen de Al Assad y no da la sensación de que ninguna potencia mundial haya presionado lo suficiente a estos dos países para que retiraran su apoyo al dictador. Todo lo más que se ha hecho ha sido aprobar insuficientes sanciones económicas. La discusión entre los países occidentales se mueve en torno a la oportunidad o no de dar armas a los rebeldes. Países como Francia o el Reino Unido valoran esa posibilidad, pero otros como Estados Unidos recelan de ella ante el temor de que las armas caigan en manos radicales. De momento, nadie parece ser capaz de detener esta sangrienta guerra que está desolando cada día más a Siria y que presenta negros nubarrones en el horizonte. Aunque los medios incumplan su labor de informar sobre lo que pasa en el mundo y sólo hablen alguna vez y de forma breve sobre este conflicto. Aunque la comunidad internacional no esté día y noche trabajando por buscar una solución a un conflicto que ha costado la vida de, al menos, 70.000 personas. Aunque nadie esté a la altura de lo que se espera de él, o precisamente en parte por ello, la situación se deteriora por momentos. 

Comentarios