El escándalo en el Ayuntamiento de Ponferrada

Repugnante y particularmente odioso lo que se ha vivido estos dos últimos días en el Ayuntamiento de Ponferrada. No es un tema de política local, como pueden pensar algunos. Es más, no es un tema político. Es algo mucho más serio y alarmante. Estarán al corriente de la noticia, así que no me extenderé mucho en los antecedentes. El PSOE de la localidad leonesa de Ponferrada presentó el pasado viernes una moción de censura contra el hasta entonces alcalde del PP. Los socialistas recibieron el apoyo para esta moción del partido de un condenado por acoso sexual, Ismael Alvárez. El escándalo provocado por este indecente e impresentable movimiento político anteponiendo un plato de lentejas, una alcaldía, a la ética, ha sido mayúsculo. Ha saltado a la política nacional y destacados miembros del PSOE han tenido el valor y la dignidad de denunciar este intolerable comportamiento de los suyos.

Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, dio el visto bueno a la moción de censura. Dice él, que dejó hacer a Óscar López, número 3 del partido al que deja en situación delicada y que estos días ha protagonizado un papelón memorable. Acabó asumiendo el error, pero antes salió a defender la moción de censura afirmando que Ponferrada tendría al fin un alcalde (dicen los socialistas que el acalde del PP ha sumido en el caos a la ciudad) y que la política tendrá fuera a un condenado por acoso. Sí, porque una de las condiciones puestas por el PSOE para recibir el apoyo del acosador Alvárez era que este tipo se marchara inmediatamente después. Ayer mismo, como había prometido, dimitió. ¿Suficiente? ¿El fin justifica los medios? Naturalmente, no. Carme Chacón, entre otros responsables políticos socialistas, denunció lo poco presentable que resulta esta moción de censura del lado de una persona condenada por acoso sexual y Rubalcaba terminó rectificando. Ayer mismo, presente en el plató de El Gran Debate en Telecinco, dijo que el alcalde socialista de Ponferrada debe renunciar al puesto. Parece que Samuel Folguera, que así se llama este hombre, no quiere renunciar a la alcaldía y se está haciendo el remolón.

Este caso es una sucesión de comportamientos impresentables que llaman a la reflexión. En primer lugar, ¿cómo es posible que un individuo condenado por acoso sexual a una concejala cuando era acalde pueda volver a presentarse a unas elecciones? ¿Es este el listón que queremos para nuestros representantes públicos? Sí, ya sé que vendrán a defender la reinserción social de los delincuentes y las segundas oportunidades y esta clase de pamplinas, pero aún así nadie podrá negarme lo llamativo e inexplicable de que un personaje de esta calaña pueda volver a presentarse a unas elecciones.

Pero hay algo todavía mucho peor, desde mi punto de vista. Ismael Alvárez creó un partido propio, Agrupación Independiente de Ponferrada (AIP) que consiguió 6.000 votos y 5 concejales en las últimas elecciones municipales. Si el hecho de que un acosador pueda volver a presentarse a unas elecciones y no sea retirado de la vida pública es discutible y poco comprensible, ¿qué decir de esto? ¿Cómo se puede explicar que 6.000 ciudadanos voten a un acosador? ¿En qué clase de sociedad estamos viviendo? Creo que esto es especialmente alarmante. La mujer que sufrió el acoso de este tipo tuvo que dimitir de su cargo y abandonar la política mientras a él muchos le apoyaban en su partido de entonces (el PP) y mientras muchos ciudadanos se ponían de su parte. Del lado del acosador y no de la víctima.

Ismael Alvárez fue condenado por acoso sexual, pero eso no le impidió recibir el apoyo de 6.000 ciudadanos ponferradinos. A esas 6.000 personas hay que dirigirse estos días. No vale eso de estar criticando continuamente la mediocridad de nuestra clase política o la podredumbre en la que se mueve y situarnos a nosotros mismos, los ciudadanos, por encima de ellos y sin ninguna responsabilidad en nada de lo que ocurre en este país. A ver si es que esa clase política de un nivel paupérrimo va a ser más reflejo de la sociedad que la elige en las urnas de lo que nos pensamos. A ver si empezamos a hacer también algo de autocrítica. Porque en este país se han dado mayorías absolutas en las urnas a políticos corruptos. En ese país se ha jaleado a alcaldes y concejales corruptos por Dios sabe qué razones. En este país se ha dado 5 concejales en un ayuntamiento a un acosador sexual. Este tipo de noticias debe alarmarnos de verdad. Porque da la impresión de que la crisis que vivimos no es sólo económica o política. Es la hora de pensar si no estaremos ante una grave crisis ética, de preguntarnos si la sociedad está tan enferma como aparenta ante este caso de Ponferrada.

Consuelo mucho, para qué engañarnos, la reacción indignada de tantas y tantas personas ante esta moción de censura que se celebró, para insultar aún de forma más clara a las mujeres víctimas de acoso sexual, el día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Viendo las críticas a tan indecente comportamiento político en las redes sociales podemos pensar que hay esperanza y que la sociedad, en fin, no está tan enferma. Lo mejor y lo peor de esta sociedad nuestra que debe combatir la desigualdad está en esta polémica. Lo mejor, en la reacción ciudadana y mayoritaria contra esta asquerosa situación política. Lo peor, en esos 6.000 ciudadanos de Ponferrada que votaron en las urnas a un acosador sexual. 

Por supuesto, en este caso hay que dar un fuerte tirón de orejas al PSOE. Han rectificado, única y exclusivamente por la presión ciudadana y por la oleada de indignación que ha provocado su movimiento. Eso que no lo dude nadie. Si no se hubiera alzado la voz contra esta indecencia, los socialistas estarían encantados de la vida gobernando un municipio más y sin el menor remordimiento por haber alcanzado el poder gracias al voto de un acosador sexual. Y eso es grave, muy grave. Lo es en cualquier partido político, pero especialmente en uno que lleva como seña de identidad la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres. Hay que demostrarlo con acciones en cada momento. Debe ser un compromiso inmutable, que no se supedite jamás a intereses políticos de bajo vuelo. No lo ha sido en este caso.

En suma, este caso debe hacernos reflexionar sobre nuestra sociedad, porque es un caso repugnante y odioso. Una última consideración, lean este artículo de Juan José Millas, "Acosadores e idiotas", en El País de ayer. No tiene desperdicio y es una certera valoración de lo sucedido estos días en el ayuntamiento de Ponferrada. 

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