Debate sobre el estado de la nación

Primer debate sobre el estado de la nación con Rajoy como presidente y Rubalcaba como jefe de la oposición. El pleno más importante del año, junto al de los presupuestos generales del Estado, continuará hoy con la intervención de los grupos que no pudieron hacerlo ayer (PNV y Grupo Mixto). El gobierno decidió juntar el debate sobre política general con el obligado pleno para dar cuenta de los resultados del último Consejo europeo, en el que se aprobaron los presupuestos comunitarios para los próximos siete años. En parte por eso, la intervención inicial del presidente se alargó durante más de hora y media. Mariano Rajoy empezó dando la cifra de parados. Fueron las primeras palabras que salieron de su boca. Lo dijo para mostrar que es consciente de cuál es el principal drama que vive el país y cuál debe ser la prioridad de su gobierno. Fue un comienzo prometedor que enseguida dio paso a un discurso triunfalista.

Rajoy aseguró al comienzo de su discurso que no iba a hablar de brotes verdes porque la situación todavía es complicada y que no se aferraría a lo que se encontró cuando llegó al gobierno, recordando sus palabras en la sesión de investidura cuando dijo que se le juzgará por lo que haga. Pues menos mal. Él no los llamará brotes verdes, pero el presidente enlazó una larguísima sucesión de aspectos de nuestra economía que marchan mejor que hace un año. Y tampoco lo llamará herencia recibida, pero no paró de incidir en que recibió un déficit superior al 9% cuando el gobierno anterior había dicho que cumpliría su objetivo o echando en cara al ejecutivo de Zapatero haber actuado mal y tarde en todas aquellas cuestiones que él ha tenido que afrontar en este primer año de mandato. 

El presidente dejó muchos titulares que ilustran cuán triunfalista fue su intervención y cómo se resiste a dejar de utilizar el argumento de la herencia recibida. Su diagnóstico de la crisis a la que ahora hace frente España es claro: en 2007 no se supo ver venir, no lo supo ver el gobierno socialista, por supuesto. Enumeró la desastrosa situación de las cuentas públicas que les dejó el anterior gobierno. El mensaje central estaba claro: la labor de su ejecutivo ha sido enderezar el rumbo de la nave que iba a la deriva por culpa de los errores de la anterior tripulación. Su gobierno, dijo otra vez Rajoy, recibió "con estupor" la desviación del déficit público en 2011. De esta forma, tuvo que hacer recortes y tomar medidas dolorosas que venían impuestos por "la ruina que nos amenazaba". 

En esa primera fase de su discurso, en el que no se dejó un sólo error del anterior gobierno en materia económica por enumerar, un sólo dato negativo de los últimos años, Rajoy hizo un anuncio esperado. El déficit público de España en el año 2012 estará por debajo del 7% del PIB y se ha logrado una reducción de 21.000 millones de euros. Con este anticipo del dato del déficit, que ha sido la obsesión del gobierno en todo este tiempo, arrancó los primeros aplausos de la bancada popular. Después siguió recordando lo mal que dejaron todos los socialistas. La reforma del sector financiero debería haberse hecho hace muchos años, pero ha tenido que ser su gobierno el que tome la decisión. Marcha bien, según cuenta, esa reestructuración bancaria. También está satisfecho con la reforma laboral, porque ha incluido flexibilidad y productividad. Se apoyó en su defensa de esta medida que abarata el despido en "los medios de comunicación de referencia" y los organismos internacionales que la han respaldado y avalan esos supuestos beneficios de la reforma. Claro, mejor apoyarse en medios de comunicación internacionales y en burócratas de despachos con moqueta que en lo que opinan los ciudadanos de esta medida, en especial los que han perdido su empleo.

Tras enumerar cada desastre heredado del anterior gobierno que Rajoy y su gabinete fantástico han resuelto, pasó a anunciar "una segunda generación de reformas". Una serie de medidas de impulso de económico como subvenciones a la contratación de menores de 30 años a tiempo parcial, un nuevo tipo de contrato de primer empleo, movilización de 45.000 millones de euros para mejorar la financiación de las empresas o la esperada medida de que los autónomos no tengan que pagar el IVA hasta haber cobrado la factura. Eso sí, entrará en vigor el 1 de enero de 2014. Veremos en qué se concretan todas estas medidas económicas, algunas de las cuales aprobará ya este viernes por decreto el Consejo de Ministros.

Tras el anuncio de estas medidas, Rajoy siguió en el tono triunfalista. ¿Adivinan quien ha logrado en un año enderezar el rumbo de la Unión Europea y conseguir una mayor unión entre los 27? ¿Quién ha logrado convencer al resto de líderes europeos de que las políticas de ajuste son compatibles con las de impulso al crecimiento? ¿Quién ha conseguido introducir en los acuerdos del Consejo europeo muchas de sus propuestas? Efectivamente, Mariano Rajoy. El rescate a los bancos, en palabras del presidente, ni es rescate ni es una imposición. Fue un "acuerdo" y vendió como un logro que "sólo" hemos necesitado 40.000 millones de euros de los 100.000 que pusieron a nuestra disposición. Qué aplicados somos. Otro triunfo del presidente, otra medalla colgada: el acuerdo sobre los presupuestos de la UE para los próximos siete años es bueno para España. "Nos ha costado mucho", dijo ayer Rajoy, pero lo hemos conseguido. 

La corrupción centró la parte final de su discurso. Ofreció un pacto de Estado a todos los partidos contra esta lacra. "Toda corrupción es insoportable, lesiona la democracia y debilita a España", afirmó. Por eso puso sobre la mesa una serie de propuestas como aumentar las penas a este tipo de delitos en el Código Penal, establecer un mayor control sobre las cuentas de los partidos, alargar la prescripción de estos delitos, hacer que la Ley de transparencia se aplique también a los partidos políticos o aprobar una ley contra los lobbies. Tras presentar sus propuestas, negó que España sea un país corrupto o en el que la corrupción sea algo generalizado. "Eso es una insidia", protestó. Aún le quedó tiempo para recordar a Artur Mas que cualquier idea o proyecto es respetable siempre y cuando respete las normas del juego que establece la Constitución.

Terminó Rajoy resumiendo su discurso señalando que ya sacamos la cabeza del agua y que "la peor amenaza se está convirtiendo en un recuerdo". Y sentenció: "podemos encarar el futuro con seguridad y hace un año no lo teníamos". Creo que fue un discurso excesivamente triunfalista. En resumen, para Rajoy todo era un infierno cuando llegó al gobierno y desde entonces ha logrado que todo mejore. ¿Es esa la impresión que tienen los ciudadanos de España?


Alfredo Pérez Rubalcaba se estrenaba en un debate sobre el estado de la nación como líder de la oposición. El secretario general de los socialistas dibujó un panorama totalmente contrario al presentado por Rajoy por la mañana. "El estado de la nación es crítico", comenzó. El socialista echó en cara al presidente en la primera fase de su intervención los recortes en Sanidad y Educación, haber incumplido sus promesas electorales ("esta es la historia del fracaso de un gobierno y de la decepción de los que confiaron en él"), la desastrosa gestión de Bankia o la reforma laboral. Para Rubalcaba detrás de las medidas adoptadas por el gobierno está su ideología. Acusó a Rajoy de buscar una Sanidad dual, la privada para quien pueda pagarla y la pública para el resto, y también de segregar a los alumnos con dificultades y atacar la igualdad de oportunidades con su reforma educativa. Anunció que cuando el PSOE llegue al gobierno echará atrás estas medidas.

Luego hizo alguna crítica de brocha gorda contra el gobierno. Especialmente llamativa fue la acusación en relación a las mujeres. Sin más, el líder de la oposición acusó al ejecutivo de querer decirle a las mujeres que "la fiesta de la emancipación se ha acabado" y aseguró que el gobierno quiere verlas de vuelta a sus casas. No entendí ese furibundo y poco razonado ataque. Con todo, la oposición de Rubalcaba a los recortes sociales fue ni más ni menos que la que se espera de un líder de la oposición que, además, refleja el sentir de una buena parte de los ciudadanos. "La España que salga de la crisis será más injusta, más pobre y más inhumana", afirmó.

Pronto sacó a relucir Rubalcaba el caso Bárcenas. Aseguró que "la corrupción es veneno para la democracia" y que la situación actual de elevado paro y con un caso que salpica al partido del gobierno es "explosiva". Después dejó el titular de su intervención: "¿cree usted que se puede gobernar un país en crisis pendiente cada mañana de que al señor Bárcenas le entre un ataque de sinceridad?" Acusó a Rajoy de proponer un sólo acuerdo a la Cámara, el pacto contra la corrupción, porque es el que le interesa para tapar el gran escándalo que afecta al PP. Terminó criticando duramente la política económica del gobierno español y del conjunto de Europa. Para ello citó unas palabras de Obama en el debate sobre el estado de la Unión, cuando afirmó que "la reducción de déficit por sí sola no es un plan económico".

Rubalcaba pidió cambios en la política económica y alcanzar un gran acuerdo con los agentes sociales, partidos políticos y empresarios por el empleo. También propuso crear un fondo de ayuda para las personas en situación de pobreza. "Estamos en una situación de emergencia nacional", aseguró. Hablando de la cuestión catalana llegó, para mí, la parte más errónea y desacertada del discurso del líder de la oposición. Asumió las tesis del nacionalismo catalán criticando que el Constitucional echara atrás artículos del Estatuto catalán que habían sido aprobados por los ciudadanos en las urnas. Artículos que eran inconstitucionales. ¿Solución? Reformar la Constitución para, ojo al dato, "reconocer la realidad estatutaria de nuestro país". Es decir, para introducir en la Carta Magna las reivindicaciones del nacionalismo catalán que quedaron fuera del Estatut por decisión del TC. Rubalcaba adoptó un discurso molón, que pueda caer bien en algunos sectores de la sociedad catalana. Así, criticó el doble problema territorial que tiene España: el centrífugo (soberanistas) y el centrípeto (intuimos que se refiere al gobierno). 

Al final de su discurso la otra propuesta dudosa que lanzó ayer Rubalcaba: crear una comisión externa para hacer un diagnóstico sobre la crisis política en España y el tema de la corrupción. ¿Supone eso aceptar el fracaso y la incapacidad de la política? A eso sonó, desde luego. Para acabar, pidió estudiar con seriedad la posibilidad de emprender una reforma constitucional que incluya el federalismo. Como bien señaló después la líder de UPyD, nada hay más distinto al federalismo (que se basa en la igualdad de todos) que el nacionalismo (que se sustenta en reivindicar la diferencia y al que en teoría, según Rubalcaba, se contentaría con una reforma federal). 

El cara a cara entre Rajoy y Rubalcaba fue previsible. El presidente del gobierno tampoco se complicó mucho que se diga. "Usted tiene un pasado, señor Rubalcaba". Y ya está. a partir de ahí, cualquier cosa que proponga se le podrá echar atrás e incluso desacreditar recordando que él formó parte del anterior gobierno. Rubalcaba pidió que le concediera el derecho a rectificar. Esto demuestra dos cosas: que Rajoy no tiene pensado deshacerse del socorrido recurso del "¿por qué no lo hizo cuando estuvo en el gobierno?" ante cada propuesta del líder de la oposición y que Rubalcaba tiene harto complicado ser el líder de una necesaria renovación en el PSOE que le sitúe como alternativa de gobierno. No por el simplista e infantil comportamiento de Rajoy, sino porque es cierto que el líder de los socialistas ha perdido no poca credibilidad entre los ciudadanos. Oír hablar de renovaciones y cambios a alguien que lleva varias décadas en el poder político y en las altas esferas de su partido suena poco creíble. 

Sobre el resto de partidos, Duran i Lleida (CiU) no se salió de lo que se esperaba de él. Cayo Lara (IU) hizo una buena intervención. He de reconocer que, como ha quedado reflejado en este blog en más de una ocasión, mi idea sobre el líder de Izquierda Unida era entre mala y muy mala, pero poco a poco me va convenciendo algo más. Muchas de las cosas que ayer propuso tienen sentido y son razonables, por más que Rajoy le presentara como el líder de un grupo de irresponsables alocados y casi antisistema que no tienen ni idea de lo que va la vaina y que viven en un mundo paralelo inexistente. IU es lo que es y no engaña a nadie. Parece evidente que en la situación actual, con tanta gente sufriendo y recelando del bipartidismo, su discurso puede sonar muy armónico en los oídos de muchos ciudadanos. 

Por su parte, la portavoz de UPyD, Rosa Díez, estuvo contundente y acertada en algunas de sus críticas al presidente. Le echó en cara hacer todo lo posible por mantener el "bipartidismo moribundo". Su partido también puede ser, las encuestas así lo reflejan, uno de los grandes beneficiados del descrédito de los partidos tradicionales. Repitió una de sus frases preferidas: que el PP y el PSOE confunden pluralismo con bipartidismo y alternativa con alternancia. Propuso abrir un proceso constituyente ante la gravedad de la crisis política que vive España. Rajoy desechó la idea con su acostumbrado desprecio a la líder de UPyD. En este caso, creo que acierta el presidente al señalar que quizás no sea el momento para abrir un proceso de tanto calado. 

Hoy termina el debate y este artículo es sólo un resumen de lo visto ayer. Pero no quiero terminar sin señalar algo que me parece palpable en la calle y muy preocupante. La distancia entre los ciudadanos y sus representantes. Es grave y la pregunta es, ¿son conscientes, de verdad, de ello los políticos? No lo parece del todo cuando, como vimos ayer, mantienen sus estériles batallistas de salón y siguen a lo suyo en el Congreso mientras un creciente número de ciudadanos ha dejado de confiar en ellos. 

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