Un año de la victoria electoral del PP

Hace un año de la abrumadoria victoria del PP en las elecciones generales que dieron al partido liderado por Rajoy una amplia mayoría absoluta y en las que el PSOE se hundió hasta sus peores momentos en décadas. Un año desde que se celebraron las elecciones no es lo mismo que un año de gobierno, pero hoy se hace balance de la labor del ejecutivo. Lo hacen todos los partidos políticos y en los medios de comunicación. De entrada, da la sensación de que ha pasado mucho más que un año desde aquellas elecciones, pero es una impresión personal.
 
El PP valora positivamente, como era de esperar, la gestión del gobierno en este tiempo. Consideran que el ejecutivo de Rajoy ha acometido reformas necesarias, aunque impopulares, y que ha sentado las bases para la recuperación económica. La oposición, como era de esperar igualmente, ha criticado con dureza la labor del gobierno desde que llegó al poder señalando los recortes sociales, el aumento del paro y la constatación de que hoy no estamos mejor que hace un año. Como los balances que hagan los distintos partidos políticos ya los conocemos sin necesidad de escucharlos, conviene que cada cual se forme su opinión dejando de lado dogmas de uno u otro lado.
 
La situación económica en la que Rajoy llegó al gobierno era desastrosa. Eso es un hecho que nadie puede negar sin entrar en contradicción con la realidad. Elevadísima tasa de paro, el país financiándose a interés  muy altos, déficit público disparado... Por lo tanto, afrontar esta situación económica debía ser la prioridad del ejecutivo. Formó Rajoy un gabinete que se presentó, en contraste con gobiernos anteriores, como un grupo de personas bien formadas, serias y predecibles. Gente preparada para hacer frente a la crisis. Eso se contó desde el gobierno y los ámbitos del PP, claro. Desde que tomó las riendas de país, el gobienro se ha fijado como prioridad básica reducir el déficit público. Para eso ha seguido en la senda de recortes del gasto que emprendió el gobierno anterior. Ahí está uno de los grandes errores que, a mi juicio, podemos echar en cara el gobierno en este primer año: que ha cerrado la puerta a cualquier política de estímulo de la economía y que ha centrado todos sus esfuerzos en reducir el déficit y cumplir con nuestros compromisos con Europa cueste lo que cueste.
 
Sin duda, lo peor que se puede decir de este gobierno es que ha incumplido la práctica totalidad de sus promesas electorales. Era voz populi que el PP iba a hacer severos recortes como los que ha acometido, se suele escuchar. En parte, sí. Pero no es lo que dijo Rajoy en la campaña ni durante la legislatira anterior en la que criticaba subidas de impuesto aprobadas por el gobierno de Zapatero cuando el actual presidente era líder de la oposición. Dijo que no iba a subir impuestos y los subió. Ha metido en la tijera en todas las partidas y ha aprobado una serie de medidas que dañan el Estado de bienestar y los derechos sociales como la reforma laboral que abarata el despido, el copago farmacéutico, los recortes en Educción y Sanidad. De momento, sólo ha respetado la promesa de no tocar las pensiones.
 
La economía ha marcado este primer año por varias razones. Uno de los grandes momentos desde el pasado 20 de noviembre fue la petición de rescate a la UE para las entidades financieras en apuros. Se negó hasta el momento que se iba a hacer algo así, pero se terminó pidiendo una enorme cantidad de dinero (100.000 millones de euros) a Bruselas para sanear los bancos con problemas. También se ha vivido un momento de gran tensión cuando la prima de riesgo española se diparó hasta las nubes. Entonces de dio por hecho una petición de  rescate comunitario que, de momento, no se ha producido. Ahora el gobierno apunta a la aparición de las primeras señales de mejora en nuestra economía pero, a día de hoy, atendiendo a los datos macroeconómicos y a las previsiones de todos los organismos internacionales, creer esta afirmación parece un ejercicio de voluntarismo, casi un acto de fe.
 
Si miramos cómo ha evolucionado el paro u otros datos macroeconómicos en este año, constatamos que el país no está hoy mejor que entonces. Hay más paro (por primera vez en nuestra historia alcanzamos la cifra del 25% de tasa de desempleo). Seguimos en recesión, con un caída el PIB del 1,6%. La inflación ha subido desde el 2,9% hasta el 3,5%. Mirando a los mercados, en el secundario la prima de riesgo es algo superior (454 frente a 451) y el IBEX-35 ha continuado su caída hasta los 7.700 puntos (entonces, ya en mínimos históricos, estaba en 8.310).
 
Desde el punto de vista social, la gente está molesta con las medidas de ajuste que ha tomado el gobierno. A votantes del PP y votantes de otros partidos políticos les desagrada la subida de impuestos y  los recortes de gastos en todas las partidas. Hay un gran descontento y una preocupación por la crisis económica que dura ya mucho tiempo y está dejando en situación precaria a muchos ciudadanos. Crisis que, naturalmente, no empezó hace un año. ¿Qué se puede achacar al gobierno actual? Que sus medidas de ajuste, en la línea de la política económica que impera en toda la UE, hayan frenado y ahogado aún más a una economía ya de por sí maltrecha. En este corto periodo de tiempo que lleva el PP en el gobierno, los sindicatos han convocado dos huelgas generales y es palpable el descontento que reflejan los movimientos sociales.
 
Han sido muchas las medidas que ha tomado el gobierno. Desde luego, nadie les puede acusar de inacción, pues han emprendido reformas en casi todas las parcelas de gestión. Algunas de ellas especialmente impopulares como la amnistía fiscal. En Educación, se ha hecho un recorte de gastos bestial  y otras medidas como el aumento de tasas universitarias que sólo pueden redundar, sí o sí, en un empeoramiento del funcionamiento de la enseñanza en España. En Sanidad también asistimos a medidas dolorosas como el copago farmacéutico.También se ha reducido el derecho a asistencia sanitaria a los inmigrantes, una medida particularmente injusta y antisociale .  Peligrosa s también la reforma de la ley de tasas de la justicia, pues se corre el riesgo de que el acceso a la justicia no sea igual para todos en función del poder adquisitivo. Se ha roto la ley sobre la elección del presidente de RTVE que obligaba al consenso.
 
¿Aspectos positivos de la gestión del gobierno durante este año? Considero que el gobierno español, de la mano del conjunto de gobiernos de la UE, no va por la senda correcta. Creo que el ajuste duro, la austeridad como ley sagrada y el recorte de gasto sí o sí como prioridad fundamental es un error porque ahoga más la economía. Como la mayoría de las medidas tomadas por el ejecutivo han ido en esta línea, no es fácil aprobar alguna de sus reformas en el área económica. Celebro el plan de pago a proveedores, que es uno de los grandes logros del gobierno en este tiempo. También es loable la lucha contra el fraude fiscal y los planes de reformar la Administración para evitar gastos superfluos o prescindibles.
 
El gobierno está confiado en que en 2014 saldremos de la crisis y se verán los frutos de sus reformas. Según su tesis, con las reformas legislativas emprendidas nuestro país será más competitivo y saldrá fortalecido de esta coyuntura económica. Más parece que en algunos aspectos, como el del mercado laboral, el sanitario o el educativo, se ha retrocido mucho en este año. Sé que la labor del gobierno no es sencilla y que les toca liderar el paísen un momento extraordinariamente complicado, pero creo que estamos avanzando en una dirección equivocada, porque estrangula la economía, y peligrosa porque reduce derechos y pone en cuestión aspectos del Estado de bienestar, una línea roja que el ejecutivo se  ha saltado con demasiada frecuencia.


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