Sanidad en Madrid

Ayer se presentaron los presupuestos de la Comunidad de Madrid. El nuevo presidente autonómico, Ignacio González, anunciaba sus primeras cuentas tras sustituir en el cargo a la dimitida Esperanza Aguirre. Se fue porque quería dedicar más tiempo a su vida personal, pero muchos entonces dijeron que en realidad quería evitar tomar más medidas dolorosas en partidas sensibles como la Sanidad. De algún modo, dejaba el marrón a su hasta entonces mano derecha. No sé si a Aguirre le cuesta tomar este tipo de medidas, pero no es eso algo que haya demostrado últimamente, cuando ha liderado un proceso en la Sanidad madrileña que transforma el sistema público. En todo caso, eso es lo de menos. Lo importante es que las cuentas autonómicas presentadas ayer por González siguen la línea de austeridad y recortes del anterior ejecutivo e incluyen varias novedades destacadas en el ámbito sanitario.
 
Madrid se une a Cataluña, que en eso parece que la gestión del separatista Mas sí es un ejemplo a seguir, en la implantación del euro por receta. Los ciudadanos de Madrid tendrán que pagar un euro por cada receta médica con un máximo anual de 72 euros al año. Quedan fuera los medicamentos que valen menos de 1,67 euros y estarán exentos de esta medida los pacientes de enfermedades específicas, como síndrome tóxico, las personas que reciben la renta de inserción social, los parados sin prestación, las personas que cobren pensiones no contributivas y los pacientes en tratamientos por accidentes de trabajo. El gobierno regional espera recaudar con esta medida 83 millones de euros, pero ayer repitieron una y mil veces que el ánimo del euro por receta no es recaudar más dinero, sino que la medida tiene "un carácter disuasorio". Gonzáles recordó que los ciudadanos tienen muchos millones de medicamentos en sus casas (46, dijo).
 
Es una broma de mal gusto decir que esta medida se implanta con afán de disuadir sobre el derrroche de medicamentos y fomentar el buen uso de los fármacos entre la población. Es rigurosamente cierto que los ciudadanos tienen muchos medicamentos en casa y es más que necesario concienciar sobre un uso razonable de las medicinas. Por ahí, no se le puede quitar la razón al gobierno de la Comunidad de Madrid. Pero en un asunto tan sensible como la Sanidad no es recibo intentar concienciar tocando el bolsillo, y menos aún en estos tiempos de crisis. Conviene recordar que los médicos son los que dan las recetas a los ciudadanos y que uno no elige cuándo se pone malo. Esta medida servirá para concienciar sobre un mejor uso de las medicinas, asegura el gobierno regional. Veremos. Lo que parece claro es que servirá para que personas con serias dificultades económicas que no entran dentro de los exentos de esta medida se lo pensarán mucho antes de ir al médico a por recetas. Y quizás tiren de esos fármacos que tienen en casa, costumbre contra la que en teoría pretende combatir esta medida. Experimentos, con gaseosa. La Sanidad debe ser algo a proteger con mimo y esta medida, que puede parecer poca cosa, es un muy mal síntoma. Presumen de mantenerse fieles a su espíritu liberal al no subir impuestos, pero cobrarán un euro por receta a jubilados con pensiones modestas.
 
Pero hay más. Mucho más. El euro por receta es sólo el titular más llamativo de las reformas en Sanidad que introducirá el gobierno autonómico de Madrid el próximo año. Se avanzará en la privatización de hospitales y centros médicos. Los centros de salud podrán ser gestionados por cooperativas o sociedades privadas y se ofrecerá la gestión de grandes hospitales a empresas privadas, de tal forma que se buscará que seis de los hospitales construidos desde 2008 queden en manos privadas. Eso sí, "la sanidad seguirá siendo universal, gratuita y de la máxima calidad", en palabras de González. Nada nuevo bajo el sol, ya que esta política de privatización de la Sanidad es continuista de las políticas de Esperanza Aguirre. Los servicios no sanitarios (cocinas, lavanderías, almacenes o mantenimiento) también seguirán la senda hacia la privatización.
 
El presidente autonómico tiene argumentos para defender que, pese al duro ajuste del gasto que llevan los presupuestos del año 2013, se sigue invirtiendo mucho en Sanidad, que continúa siendo la partida reina en la Comunidad de Madrid. El presupuesto total en este campo será de 7.108 millones de euros, un 4,9% menos que en 2012, pero un 45% del gasto total. Esta partida sufre hachazos importantes, pero no es la única ya que también se rebaja el gasto en muchas otras: un 16% menos en las universidades públicas (que ya están muy ahogadas económicamente), un 21% menos en transportes (por los que cada día nos cobran más por un servicio cada vez peor), o un 9,3% menos en Educación, Juventud y Deportes (donde tampoco estamos para tirar cohetes).
 
Son unos presupuestos austeros que incluyen un severo recorte, uno más, para intentar cumplir con el objetivo de déficit, que es bien sabido que es la única preocupación de los gobernantes en España. Combatir el paro, buscar el crecimieto, estimular la economía, proteger la Educación y la Sanidad, ayudar a los que peor lo están pasando con la crisis, todo eso es secundario porque la guía de la política en todas las administraciones es reducir el gasto y contener el déficit. Austeridad, aunque sea para gestionar un país desértico, una sociedad sin esperanza y empobrecida. Estaremos fatal, habrá mucho paro y penurias, pero habremos cumplido con Europa y habremos conseguido el objetivo del déficit. No habrá trabajo y muchas personas no tendrán qué echarse a la boca, pero podrán presumir orgullosos en la cola del comedor social de vivir en un país que cumple su compromiso de déficit.

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