Vertidos de aguas residuales en Doñana

Esta semana WWF denunció con unas imágenes impactantes el vertido de aguas residuales que contaminan uno de los arroyos que nutre las marismas de Doñana. Un escándalo medioambiental que tiene cifras: cada día se vierten 5 millones de litros de aguas residuales sin depurar, "el equivalente a dos piscinas olímpicas al día", asegura esta organización ecologista. Estas aguas proceden de viviendas particulares y de industrias situadas en los municipios de Almonte, Bollulos Par del Condado y Rociana del Condado, todos ellos cerca del Parque Natural de Doñana. Las aguas residuales contaminan a diario el Arroyo del Partido, una de las principales vías fluviales de las marimas de Doñana.
 
Ante estas imágenes y esta denuncia la respuesta no puede ser la indeferencia, nadie, empezando por las autoridades responsables y siguiendo por toda la sociedad, puede permanecer impasible ante esta lamentable situación. No se ha de minimizar y sí se debe poner punto final de inmediato a esta situación y exigir responsabilidades por lo ocurrido. También corresponde agradecer a WWF por hacer público este espanto medioambiental. Entre los desechos químicos hay nitrógeno y fósforo con concentraciones hasta ocho veces superiores a la cantidad máxima permitida por la normativa vigente. Las depuradoras que deberían solventar esta situación están "proyectadas y casi terminadas" según denuncia WWF, que señala a la descoordinación entre el gobierno central y el autonómico como responsable de que no estén finalizadas. Se habla en algunos medios también de impagos. En todo caso, lo que es un hecho es que se lleva una década sin dar solución a los vertidos urbanos en Doñana. Diez años son muchos años.
 
 
Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, ha declarado que "es una vergüenza y un escándalo internacional que un lugar Patrimonio de la Humanidad como Doñana reciba directamente los vertidos de las cloacas". Tiene razón en su denuncia y en poner de relieve la gravedad de lo ocurrido. Desde la Junta de Andalucía se reconoce esta situación, aunque señalan que las depuradoras para evitar los vertidos "están prácticamente terminadas", según explicó ayer José Fiscal, delegado de la Junta en Huelva. "Siempre han corrido por ahí la aguas sucias, como se decía antes en los municipios", dijo, "y es verdad que esto se ha incrementado con el paso de tiempo". No tienen un pase estas declaraciones, no es aceptable la dejadez de las autoridades por no solventar esta situación mucho antes y no entiendo que quien dé la cara no sea directamente el máximo responsable de Medio Ambiente de la Junta.
 
Con esas palabras del delegado de la Junta de Andalucía en Huelva, esto siempre ha pasado, viene a decir, se pone de manifiesto uno de los obstáculos mayores a la protección del medio ambiente y de nuestro entorno natural. Que en el pasado se han cometido muchos excesos y que, incomprensiblemente, esa falta de conciencia sobre cuestiones medioambientales persiste en parte de la sociedad y en la mayoría de los gobernantes que no se comprometen de verdad con estos asuntos. Este caso concreto, de por sí, es un auténtico escándalo, pero lo peor es que todos sabemos que no es un caso aislado. Que hay excesos contra el medio ambiente que son tolerados y no perseguidos con dureza y zanjados de forma urgente por las autoridades. Y es una labor de todos.

Las asociaciones como WWF hacen una labor admirable y muestran el compromiso con el medio ambiente y la naturaleza que debería imperar en la sociedad. Esta noticia de Doñana debería escandalizarnos a todos, pero lamentablemente no parece ser una prioridad para los gobiernos y, entre otras cosas, tal vez esto es así porque la sociedad no presiona lo suficiente. Debemos hacer que estas cuestiones sean prioritarias, demostrar que son asuntos de primer orden, tan trascendentes como otras políticas que situamos siempre en el centro del debate. Es posible que luego no sirviera para cambiar la actuación política, pero las políticas medioambientales deben ser una exigencia más a los partidos políticos y a los gobernantes al mismo nivel que otras que consideramos capitales. Porque lo son y el modo en el que maltratamos la naturaleza habla mucho y mal de nuestra sociedad. 

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