La batalla de Alepo

La guerra siria sigue desangrando el país. La comunidad internacional continúa mostrándose incapaz de parar la masacre. El régimen de Al Assad sigue arrasando ciudades y asesinando a civiles. Nada cambia en Siria. Todo sigue igual, mejor dicho, cada día que pasa la situación es más dramática y desesperada porque hay más ciudadanos sirios que huyen de la guerra dejando atrás su hogar en el caos y la ruina más absoluta, y cada día son más las personas muertas en el país desde que comenzaron las revueltas. Se habla de 18.000 muertos. Siria se desangra.

Los combates entre el ejército de Al Assad y los rebeldes se centran ahora en la ciudad de Alepo, la localidad más poblada del país en la que se han hecho fuertes los opositores. Una derrota del régimen en Alepo sería, creen los rebeldes, el comienzo del fin del régimen. También lo piensa así el dictador y sus leales, porque están intensificando los ataques contra esta ciudad. No dejan nada a su paso. Bombardean las ciudades, dejan a la población sin luz, ni agua ni alimentos, y más tarde arrasan con todo, incluyendo ejecuciones de civiles, entre ellos, niños. La masacre que Estados Unidos temía que se pudiera producir en Alepo ha llegado. La ONU denunció esta semana que el régimen está arrasando ciudades sin tener en cuenta a la población civil. Ahí queda la acción, claramente insuficiente, de la comunidad internacional.

Las tropas leales al dictador arrasan las ciudades que están en manos de los rebeldes. Lo hacen con bombas y tanques, con artillería pesada y centrando todos los esfuerzos en vencer esta batalla decisiva para el devenir del conflicto. Es evidente que el reparto de fuerzas y medios favorece claramente al régimen. Los rebeldes tienen menos y peores armas y están resistiendo a la desesperada un asedio brutal. Se han atrincherado en un barrio al este de la ciudad más poblada de Siria mientras las tropas de Al Assad avanzan con el único objetivo de aplastar a las fuerzas opositoras. Sin dejar casas en pie ni testigos incómodos. Literalmente arrasan con todo lo que encuentran a su paso. A los que resisten en Alepo les han cortado el suministro eléctrico, continúan los bombardeos y se acercan los carros de combate.

El enviado de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, expresó ayer su preocupación por lo que está ocurriendo en el país. Dijo que la batalla de Alepo "es una prueba más de la necesidad de que la comunidad internacional se una y persuada a las partes de que solo una transición política que lleve a un acuerdo político resolverá esta crisis y traerá la paz al pueblo sirio". De momento las palabras siguen siendo incapaces de frenar la sinrazón, y parece que así seguirá siendo, no hay motivos para pensar en cambios futuros. Y eso es un drama para el pueblo sirio, para todo un país que se está desangrando ante la pasiva mirada de la comunidad internacional por el bloqueo indecente e inmoral de Rusia y China a las sanciones contra un dictador que masacra a su pueblo.

La guerra sigue y el resultado final de la batalla en Alepo será muy importante para conocer el futuro del conflicto en el país. Los relatos de las masacres siguen llegando desde Siria y nos siguen sobrecogiendo. Disparos a sangre fría contra niños, torturas inhumanas, juicios sumarísimos, ejecuciones, bombardeos, casas arrasadas con sus habitantes en el interior. ¿Hasta cuándo? Es la pregunta que llevamos más de un año repitiendo. ¿Cuántas personas más tendrán que morir en Siria para frenar la violencia? ¿Cuántos niños? ¿Cuántos civiles inocentes tendrán que ser ejecutados para que alguien pare esta sinrazón?

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