Primer aniversario del 15-M

El martes se cumple el primer aniversario del surgimiento de movimiento 15-M y se va a conmemorar en toda España estos días. Hoy mismo hay convocadas concentraciones en más de 80 ciudades españolas. En Madrid, los manifestantes tienen permiso de delegación del gobierno para concentrarse en la Puerta del Sol hasta las 22 horas, aunque ya han dicho que no cumplirán ese límite. Esa cuestión puede dejar algún roce indeseado y es de esperar que lo que debe ser una jornada reivindicativa de este movimiento que tanto impactó y sacudió conciencias el año pasado no acabe en actos violentos o enfrentamientos de ningún tipo. Creo que el primer deseo para el 12-M que hoy se vivirá en toda España y en muchos países extranjeros, por cierto, es que transcurra con normalidad y de forma pacífica. El movimiento 15-M, salvo contadas excepciones, ha actuado siempre de este modo. En las manifestaciones de los indignados hemos podido ver siempre a personas de todas las edades, a familias enteras con sus hijos pequeños concentrándose o protestando de forma totalmente pacífica. Así debe ser hoy y siempre.

No sería justo con el movimiento 15-M ni con las personas que han creído en él durante estos últimos doce meses reducir la jornada de hoy a la cuestión del horario de concentración en Sol. En todo caso, recapitulo. La delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha autorizado para la tarde-noche de hoy concentraciones hasta las 22 horas. Desde el 15-M se dice que esa limitación de horario de no se va a cumplir y las autoridades responden diciendo que harán cumplir la ley, es decir, que no permitirán acampadas en un espacio público. Es evidente que la Puerta del Sol tiene un gran valor simbólico para este movimiento, pero siempre me ha parecido, y así lo he escrito en el blog en más de una ocasión, que ocupar Sol no debe ser un objetivo o un fin en sí mismo del 15-M. Se supone que este tipo de actos se realizan para que se hable del movimiento y de sus propuestas, para que tengan visibilidad. Ése debe se el objetivo y no acamapar en Sol. Creo que no es necesario acampar para hacer que se escuchen sus voces y sus reflexiones un año después del nacimiento del 15-M.

En cuanto a los miembros del 15-M, como digo, espero que no tengan una especial fijación con acampar en Sol porque creo que ése no ha de ser un fin en sí mismo. No obstante, me da la sensación de que será complicado evitar que haya momentos de tensión esta noche cuando lleguen las diez de la noche y haya algún grupo de personas que no quieran abandonar Sol. Por eso creo también que es muy importante que la policía actúe con inteligencia y con sensatez, con cintura. Ojalá nada de esto suceda, pero si se dan momentos tensos esta tarde es deseable que las fuerzas del orden actúen con cabeza y con inteligencia. No hay otra forma de hacerlo si se quiere evitar una carga violenta. Además, el espacio de la Puerta del Sol es un espacio más bien cerrado que previsiblemente estará abarrotado de gente a esa hora, por lo que tendrán que actuar con mano izquierda y con sensatez. El despliegue policial, por lo que leo en la prensa, será amplísimo con muchos agentes vigilando la plaza y cientos de ellos infiltrados entre los manifestantes. Pero llegado el caso de un roce entre manifestantes y cuerpos de seguridad no se trata de una cuestión numérica, sino de actuar con cintura para evitar enfrentamientos violentos. Los manifestantes tendrán que poner de su parte actuando de forma pacífica y razonable, pero las fuerzas de orden también deberán hacerlo. Y no hablo de los agentes que estén desplegados allí, que sólo acatarán órdenes, sino de las autoridades como la delegada del gobierno o el responsable de la policía, que deben actuar con cabeza para no echar gasolina al fuego.

Dicho esto, lo más importante de la jornada de hoy debe ser la reflexión que los miembros del 15-M hagan de este año de existencia. Por eso deberán hacer balance de los aciertos y los errores de su corta vida. En su momento se acusó a este movimiento, yo el primero, de una excesiva falta de concreción. Es cierto que las particularidades del 15-M hacen difícil que haya una total concreción, ya que todas las decisiones se toman de forma asamblearia y no hay jerarquías ni responsables máximos en cada área. Esta forma de actuar es muy democrática y enriquecedora porque fomenta el debate y la discusión de ideas, pero si se convierte en ineficaz y conduce finalmente a una cierta parálisis quizás se debería estudiar algún cambio. De todos modos, un año después el 15-M puede sentirse orgulloso de algunas cosas y debe hacer autocrítica en otras. En la parte positiva, sin duda, está el hecho de haber canalizado el despertat de  la sociedad, especialmente los más jóvenes, y haber expresado el descontento de la población con la situación política, económica y social por la que atraviesa España. En su favor también están agunas actuaciones solidarias como las acciones contra los desahucios que hubieran dejado en la calle a personas en situaciones muy delicadas. Ciertamente en ese punto estos doce meses se saldan con un éxito indiscutible.

En lo menos positivo quizás está la mencionada falta de concreción. También creo que debería haber una mayor unión entre las distintas regiones y es evidente que la visibilidad del movimiento no ha sido todo lo notable que hubieran deseado, algo que no necesariamente es achacable sólo a los miembros del 15-M. En todo caso, pienso que este movimiento tiene muchas cosas que pensar y muchas reflexiones que hacer que pasan por la pregunta ¿hacia dónde vamos? Eso es lo que han de decidir. Cuando nació el 15-M fue un grito de hartazgo y  de indignación, el despertar de una sociedad algo adormecida. Fue aire fresco y demostración necesaria de que la población no permanece indiferente antela crisis, la corrupción o las injusticias sociales. Fue un acertado golpe en la mesa, un ilusionante movimiento con el que resultaba casi imposible no simpatizar. Ya ha pasado un año de eso y ahora es el momento de estudiar hacia dónde quiere avanzar el 15-M. Contando con mantener sus aciertos, pero también con mejorar los puntos más débiles del movimiento.

Yo no me uní al 15-M. Quiero decir que no formé ni formo parte de este movimiento, pero sí simpatizo con él y he participado en alguna de sus manifestaciones a lo largo de este año. No he estado metido en el 15-M, pero visto desde fuera sí he celebrado su nacimiento y alguna de sus acciones. Digo esto porque mi relación con el movimiento 15-M ha sido un poco de idas y venidas, no tanto de amor-odio, pero sí ha tenido sus altibajos. Un año después puedo decir que simpaticé con el movimiento y que mantengo la impresión de que es saludable y reconfortante ver cómo la sociedad española muestra compromiso y que, al contrario de lo que tanto se ha defendido durante años, no está dormida. Vivimos momentos difíciles y todos tenemos que ser conscientes de ello. Por eso no comparto análisis radicales o simplistas del tiempo actual. Pero sí creo que es necesario defender algunos aspectos básicos del Estado del bienestar, cuestiones que no podemos permitirnos perder por una situación coyuntural como la crisis.

Tenemos que plantearnos si queremos una sociedad en la que las personas más humildes no puedan ir a la universidad porque el precio de la matrícula será inaccesible para ellos, si queremos una sociedad en la que las personas inmigrantes en situación irregular no tendrán derecho a la misma atención médica que el resto de seres humanos o si queremos una sociedad en la que los niños estarán masificados en las clases. Son sólo tres ejemplos de golpes al Estado de bienestar que no deberíamos aceptar por mucha crisis que haya (que la hay, y muy grave). Hay medidas dolorosas e impopulares que sí aceptaría y se pueden tomar por la crisis actual, pero hay otras que son pilares de una sociedad como la nuestra que no deben ser derribadas. No comparto el discurso de malos y buenos, de políticos, empresarios y banqueros malvados conspirando contra la gente humilde, pero sí creo que es necesario defender que para salir de la crisis no hay que atacar a los más débiles y no hay que poner patas arriba el modelo social que con tanto esfuerzo hemos logrado en España.

España no es su cifra de déficit o su prima de riesgo, o no sólo eso. España es, fundamentalmente, sus ciudadanos. Los que pierden el trabajo, los que son desahuciados, los que no podrán pagarse la universidad, los pensionistas que echan cuentas para ver cuánto tendrán que pagar por las medicinas cada mes, los inmigrantes que viven con nosotros y nos ofrecen lo mejor de ellos mismos que ahora perderán su derecho a atención sanitaria... Eso es España. Y, sinceramente, no acepto que pensar en España y actuar por el bien de España sea recortar y recortar sin límites para cumplir unos compromisos en frías estadísticas y números sin rostro ni historias personales detrás. ¿Valdrá la pensa cumplir con los objetivos macroeconómicos si lo hacemos a costa de dañar a los más vulnerables y hacer perder derechos a la población?


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