La "histórica" reforma que abarata el despido

Ayer la vicepresidenta del gobierno y la ministra de Empleo calificaron de histórica la reforma laboral que anunciaron tras la reunión del consejo de ministros. Tanto Soraya Saénz de Santamaría como Fátima Báñez dijeron que supondrá un antes y un después. No lo dudo. Nunca antes se pudo despedir tan barato. Desde ese punto de vista, es innegable que la reforma es histórica. Lo que tal vez sea más dudoso o discutibles es que esta reforma ayude a crear empleo o a dar seguridad a los trabajadores. Todos deseamos que así sea, pero por lo anunciado ayer parece que se ha puesto más énfasis en el despido, haciéndolo más barato, que en la contratación, aunque es cierto que crean un nuevo contrato para las pymes que sí puede impulsar la contratación de jóvenes. La reforma, grosso modo, abarata el despido y lleva a cabo cambios que habrá que ver cómo se dirigen y qué tal resultan en el mercado laboral español. Si en algo estamos todos de acuerdo es en que la situación es terriblemente complicada y que hay que hacer algo al respecto, pero ahí parecen acabar las coincidencias, ya que muchos defienden que esta reforma no ayudará a crear empleo.

El despido improcedente pasa de los 45 días por año trabajado actuales a los 33 que marca la reforma. Además, se abre la puerta de forma indisimulada a generalizar el despido de 20 días. Ya no es que las empresas se puedan acoger a él si prevén pérdidas, es que podrán hacerlo si acumulan tres trimestres con bajada de ingresos. O sea, una empresa que siga obteniendo beneficios podrá despedir con 20 días. Como supongo que el gobierno sabrá, esto va a ser un coladero. La reforma parece en algunos puntos hecha a la medida de la patronal, que ya la ha agradecido públicamente al decir que es la reforma que necesitaba España. La que necesitaban los empresarios españoles, más bien. El gobierno no tendrá que autorizar ya los ERE y primarán los acuerdos en el seno de cada empresa sobre los convenios sectoriales. El gobierno también crea un nuevo contrato para las pymes con una deducción de 3.000 euros por la contratación del primer trabajador. Por otro lado, se vuelve a prohibir encadenar contratos temporales de forma indefinida y se volverá al límite de 24 meses, algo bastante razonable.

Desde el gobierno se había dicho que esta reforma sería agresiva y equilibrada, entre otras cosas. Más parece lo primero que lo segundo. La medida más sensata de esta reforma, la creación del contrato indefinido en las pymes, esconde también una trampa y es que en ese tipo de contrato el periodo de prueba será de un año. Eso quiere decir que los trabajadores podrían ser despedidos sin recibir indemnización alguna tras esos doce meses. ¿No? Las reacciones a esta reforma han sido diversas y previsibles. El PSOE ha dicho que es un "decretazo" que reduce derechos a los trabajadores y el coordinador general de IU, Cayo Lara, llamó a la movilización ciudadana para parar esta reforma. En cuanto a partidos políticos se refiere, y dejando a un lado el PP, por razones obvias, sólo CiU se ha mostrado de momento satisfecho con la reforma. Duran i Lleida cree que va en la buena dirección al introducir flexibilidad en el mercado laboral, pero considera que la reforma debería ir acompañada de un plan para crear empleo en estos duros momentos. Los sindicatos hablarán hoy, pero es bastante previsible también que no les agradará. Veremos si hacen caso a Rajoy y hablan de huelga general o no.

Los que sí han hablado ya, que para eso la reforma recoge gran parte de sus peticiones, son los empresarios. CEOE y Cepyme creen que da un paso "imprescindible y sustancial" que nos aproxima a los países de nuestro entorno (es curioso que no quieran acercanos a esos países en el salario mínimo, por ejemplo). La patronal cree que la reforma laboral da "importantes pasos hacia adelante". El tiempo dirá si lo que está delante es la puerta por la que saldrán los trabajadores despedidos mucho más barato. Está claro que la reforma anunciada ayer por el gobierno favorece mucho más a los empresarios que a los trabajadores. Habrá quien diga que es natural que así sea porque son ellos, los empresarios, los que crean puestos de trabajo. En fin, eso sería matizable. Pero lo que está fuera de dudas es que el gobierno ha optado por una reforma mucho más cercana a la que querían los empesarios que la que deseaban los sindicatos. Sucede que los sindicatos tampoco pasan ahora por su mejor momento, las cosas como son. En todo caso, siendo justos, creo que en la negociación con la patronal de estos últimos meses CCOO y UGT se han mostrado, por lo general, abiertos al diálogo y razonables.

Rajoy escribió en cuenta de Twitter durante la campaña electoral que el PP no pretendía abaratar el despido. Tampoco pretendía subir los impuestos. Lo de esta red social sólo es una nueva forma (2.0) de incumplir las promesas electorales. No porque Rajoy dijera eso es una sorpresa lo anunciado ayer. Es cierto que el gobierno escondió mucho las cartas. No adelantó casi nada de la reforma en el Congreso y a los sindicatos les molestó que no les dijeran nada horas antes de que el consejo de ministros aprobara la reforma. Puede haber muchas razones para este mutismo. A Rajoy, de entrada, no le gusta contar más que lo imprescindible. En el seno del gobierno había, según parece, una división clara entre quienes querían una reforma dura y los que querían una reforma durísima. No hace falta ser un lince para ver quién ha ganado la batalla.

Ayer ya se produjeron las primeras protestas contra la reforma laboral a cargo del 15-M. También las primeras cargas policiales. La manifestación no estaba autorizada porque no se había avisado de antemano, pero resulta desmedido que se cargue contra un grupo de ciudadanos que se están manifestanto pacíficamente. No defiendo que se puedan hacer manifestaciones sin autorización previa, pero sí que haya cierta flexibilidad (ahora que la palabra está tan de moda) y que no se cargue a las primeras de cambio. Lo ocurrido ayer en Madrid invita a pensar que habrá respuesta en las calles a esta reforma. Tal vez el gobierno debería esforzarse por explicar mejor por qué abaratar el despido ayudará a generar empleo. De lo contrario, mucha gente concluirá que la reforma beneficia sólo a los empresarios que podrán despedir con menos costes que antes y que perjudica a los trabajadores que en algún caso incluso pierden derechoa adquiridos.

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