Situación de guerra en Siria

Hoy es día de reflexión en España ya que mañana estamos llamados a las urnas. Por cierto, todos podremos reflexionar más tranquilos sabiendo que, como es fin de semana, la prima de riesgo no no va a dar más sustos estos dos días. Hoy quiero hablar de un asunto muy importante que, debido precisamente a la campaña electoral que ayer concluyó, no he tenido tiempo de abordar en este blog. Ayer sí comenté algo en el programa de esta semana de Ritmo Informativo en Radio Ritmo Getafe. Considero que todo el mundo debe poner sus ojos en Siria, ya que lo que ocurre allí es de una gravedad enorme. Similar, desde luego, a lo que llevó a la comunidad internacional a intervenir en Libia. En este caso, ningún líder internacional parece dispuesto a aceptar que, quizás, la única forma que haya de frenar la sinrazón del régimen de Al Asad sea hacer algo parecido a lo que acabó con la locura de Gadafi y los suyos.

En Siria también ha prendido la llama de la primavera árabe y son cada vez más los ciudadanos que no callan ante el despótico poder de Al Asad. El dictador, del mismo corte que el resto de personajes siniestros que están desalojando del poder en muchos países árabes este año histórico, se aferra al sillón presidencial y está ordenando atacar a la población civil. Muchos hablan ya abiertamente de guerra civil en Siria. Algunos militares que, hasta ahora, eran leales al mandatario sirio están abandonando el ejército porque se niegan a atacar a la población indefensa. Estos desertores se unen a la lucha por la libertad. Como siempre en estos casos, lo más dramático es que no pasa un día sin que lleguen noticias de nuevas muertes en Siria. La situación es muy grave. Ayer, sin ir más lejos, doce civiles y tres miembros de las fuerzas de seguridad perdieron la vida.

Son muchos los países que se han unido a la primavera árabe, pero todos ellos tienen características concretas y específicas. Cada país es un mundo y en Siria también hay otras peculiaridades que lo hacen diferente de Egipto, Túnez o Libia. Pero hay algo que todos estos países tienen en común: el pueblo se ha levantado contra la dictadura y lucha por la libertad. También es un punto en común que el dictador de turno no quiere ni oír hablar de marcharse del poder. Tal vez convendría recordarle a Al Asad cómo acabó el último dictadorzuelo que se aferró al poder. Lo más importante es que el país camina hacia la guerra civil y, una vez más, hay que preguntarse qué hace la comunidad internacional.

En este caso, todo el mundo señala a Turquía como mediadora. Los turcos tienen la llave para intentar resolver el conflicto. Turquía era aliado de Siria y tanto la Liga Árabe como Francia mantienen contactos con las autoridades turcas sabedores de que han de jugar un papel central en esta grave situación. Otros dos países son también muy importantes a la hora de ver qué medidas de presión se toman contra el régimen sirio: Rusia y China. Ambos países son aliados de Al Asad y, por el momento, se niegan a aplicar sanciones económicas a Damasco. Rusia considera que llevar a cabo estas sanciones sería dar poder a Estados Unidos y Europa en la región. Es decir, interpreta esta situación de auténtica alerta humanitaria y de preludio de una guerra civil en clave exclusivamente política y geoestratégica.

La política internacional es muy interesante y compleja de estudiar, pero hay cosas que son básicas y deberían estar por encima de todo. Hablo, por ejemplo, de no permanecer impasibles ante los ataques indiscriminados de un dictador a su propia población porque ésta pide libertad y democracia. Rusia, China o Estados Unidos puede tener tal o cual interés en la zona, pero lo que de verdad debe preocupar a unos y otros es evitar que la población civil siga siendo atacada. ¿Demasiado idealista? Puede, pero la comunidad internacional debe plantearse que si hace pocos meses utilizó un argumento similar a este para intervenir en Libia no parecen existir razones de peso para no actuar de forma mucho más decidida en relación a lo que sucede en Siria. Como casi siempre, la actuación, si es que llega, lo hará muy tarde. No pido bombardeos ni más guerra, pero sí hacer algo e intentar dejar claro a Al Asad que no va a poder hacer lo que le dé la gana ante la pasividad del resto del mundo.

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