Este próximo sábado es el día escogido por el movimiento de los indignados para protestar en todo el mundo y exponer su visión de la actual situación económica y política. Habrá marchas en 45 países de los cinco continentes, según leo hoy en la prensa. Hasta 350 lugares están llamados a ser escenario de las reivindicaciones de este movimiento que, ciertamente, en España parecía perder fuello después de su fuerza y poder de convocatoria inicial. El lema común de todas las marchas será "Unidos por un cambio global". El manifiesto de la convocatoria está traducido a 18 idiomas e insiste en las ideas clásicas de este movimiento: el poder de las élites financieras y la exigencia de que se gobierne pensando en el bien común y no en los intereses de unos pocos.
El 15-O pretende ser un éxito de convocatoria y, desde luego, no se pone limitación alguna de espacio en su presentación. Está por ver la penetración de este movimiento en los distintos lugares del mundo donde están convocadas las marchas, pero está claro que, de entrada, el hecho de que se trate de un movimiento global llama la atención y atrae a muchas personas. Conviene recordar que el 15-M español ilusionó mucho a mucha gente allá por el mes de mayo y, salvo algún que otro error, logró mostrar su poder de convocatoria y su fuerza. El movimiento se fue diluyendo y ahora, de nuevo con unas elecciones a la vista en España, vuelve a resurgir. Sería injusto decir que se han dejado de celebrar asambleas del 15-M, pero su presencia mediática ha sido mucho menor. Con este movimiento mundial pretenden volver a ser referente informativo.
Al 15-M se le ha acusado de muchas cosas, ciertamente con razón en alguna de esas cuestiones, pero la idea de que haya ciudadanos que pidan un cambio y no se queden quietos ante lo que consideran injusto es muy positiva. La sensación de aire fresco, de la ciudadanía reaccionando al fin ante los errores políticos y los desmanes económicos, las marchas repletas de gente, todo eso busca volver al primer plano de la actualidad. El 15-M considera que los grandes medios manipulan la información, pero saben también que se presencia mediática, aunque en menor medida debido a Internet y las redes sociales, sigue siendo importante para que se siga hablando de su movimiento y sus acciones.
El 15-M no ha logrado presentar propuestas concretas en muchos campos, de tal forma que nos quedamos con la idea general de que están en contra del poder del dinero, del extremo poder que tienen los grandes empresarios o los bancos en las decisiones que se toman en el mundo. Siempre que he escrito sobre este movimiento he dejado claro dos cosas: que no podía ocultar cierta simpatía hacia ellos, y que era necesario que concretaran propuestas claras, que no caminaran en medio de generalidades. Veremos qué tal se da esta marcha global por países de todo el mundo. Está claro que en lugares como Israel o Estados Unidos ha habido imitaciones del 15-M español y que la indignación ciudadana se está extendiendo. Sería imposible comprender este movimiento sin los efectos graves de la crisis económica y sin el modo de afrontarla y gestionarla de los políticos, pues parecen ser que son siempre los mismos lo que tienen que pagar los platos rotos, es decir, los ciudadanos deben apretarse el cinturón y arreglar un problema que no han generado.
Todo lo que signifique que la gente esté despierta es buena señal. Muchas veces se ha dicho que en España la ciudadanía estaba adormecida o anestesiada. Ahora se ve cómo un movimiento nacido en España se traslada a otros países del mundo para protestar por la forma en la que funcionan las cosas. ¿Logrará cambiar algo este movimiento? El rival es muy poderoso, la empresa parece titánica, pero al menos no se quedarán los ciudadanos con la sensación de no haber hecho todo lo que esté en sus manos para cambiar las injusticias del mundo en que vivimos. Claro que no podemos cambiar el mundo así como así, pero hay que intentarlo entre todos. Hay que intentar dejar un mundo mejor a las futuras generaciones.
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