Gadafi, dispuesto a negociar con la OTAN

La situación en Libia sigue bastante estancada y ya hay quien habla de una guerra empantanada en la que ni las tropas leales al dictador ni los rebeldes logran avances significativos, por lo que de este modo la guerra no avanza hacia un final cercano. Tendrá que ser de otra forma cómo se llegue a una paz en Libia y, en este sentido, las palabras de Gadafi pueden ser importantes. El líder libio habló en la televisión de este país y, en declaraciones que recoge el canal Al Jazira, dijo estar dispuesto a negociar con la OTAN un alto el fuego, una tregua en la guerra que se está sufriendo en Libia. "Nosotros seríamos los primeros que aceptaríamos una tregua", dijo Gadafi en esta comparecencia pública, pero los ataques de la OTAN continúan. Eso sí, el cambio en la postura de Gadafi no podía ser tan radical como para aceptar que un futuro en paz en Libia debe pasar por su marcha del país. Así, declaró que "nadie puede obligarme a dejar mi país y nadie me puede decir que no puedo luchar por mi país". Esto es lo más destacado de las palabras del dictador libio. Dos puntos centrales de su postura actual: está dispuesto a negociar una tregua y no quiere no oír hablar de su salida del país. Una de cal y otra de arena. Está por ver dónde acaba lo que parece una oferta de pacto por parte del líder libio.

Otros dos países del mundo árabe, Yemen y Siria, centran también buena parte de la atención y ocupan los pensamientos de los líderes mundiales y no es para menos. Estos tres lugares están siendo escenarios de revueltas, en el caso de Libia de una guerra, y nada hace pensar en una rápida resolución de la situación. En Siria las noticias que hoy leemos en la prensa hablan de cadáveres amontonados en las calles. Son los cuerpos de las personas que han perdido su vida por luchar en favor de la libertad y la democracia en su país. Mientras, en Yemen, se había pactado la salida de Saleh del poder, pero según parece no está claro que esto vaya a poner punto final a las revueltas, ya que los manifestantes piden el final del régimen, no sólo un cambio de caras. Así las cosas, puede que la salida del presidente yemení, que aún no se ha producido, no suponga el final de las protestas y por lo tanto puede que no traiga la estabilidad a la zona. Las personas que han salido a la calle quieren un cambio más radical y que se mute el régimen que les gobierna en un sistema democrático, o algo cercano a ello. Siria, Yemen y Libia son hoy en día los tres países en los que las revueltas y los enfrentamientos más preocupan y en los que más víctimas están dejando.

La situación en Siria va de mal en peor. Ayer fue Viernes de la Ira y de nuevo podría haber muchas personas fallecidas en las protestas. Además éstas se están extendiendo a otras ciudades como Damasco. Sólo ayer podrían haber perdido la vida 62 personas en los distintos puntos del país donde se están llevando a cabo las protestas contra el régimen de Al Asad. Atrás quedó hace bastante ya la promesa de cambios por parte de las autoridades de este país, pues lo que están haciendo realmente es acallar las protestas por la fuerza, aplastar las revueltas y disparar a matar a los manifestantes. Una verdadera masacre por la que algún día deberían pagar todos los que tengan algo que ver con esta forma criminal de responder ante un pueblo que pide libertad y que ha despertado se su letargo, un pueblo que desea vivir mejor, un pueblo que merece cambios en su país. Siria vive hoy en un estado permanente de alerta y, una vez más, muchos nos preguntamos por qué no llega ya algún tipo de acción por parte de la comunidad internacional que intente frenar esta sinrazón que está llevando a los mandatarios de este país a atacar de forma indiscriminada a su propia población sacando los tanques a la calle para aplastar las protestas.

En Yemen todo hacía indicar que la situación estaba en vías de resolverse, pero ahora no está tan claro que así sea. El Consejo de Cooperación del Golfo, EE.UU y la UE están detrás del acuerdo que logró una salida pactada del presidente Saleh del poder a cambio de inmunidad. Ahora parece que los ciudadanos no están dispuestos a aceptar esta salida airosa del líder yemení, y que desean más cambios en su país. Como parece lógico, los ciudadanos que están protestando contra el régimen y contra Saleh no ven con muy buenos ojos que el presidente salga del país y se vaya de rositas. Digo que es lógico porque a todos los que están jugándose la vida en las protestas les suena a broma de mal gusto que su represor se pueda largar sin pagar por lo que ha hecho y sin ser juzgado. Podría darse el caso que la salida diplomática que se ha encontrado al problema en Yemen no sea el punto final de las protestas. Esto abre un debate interesante: ¿estarán dispuestos los opositores a Gadafi o Al Asad a sellar un acuerdo que cierre las confrontaciones pero que deje a estos mandatarios libres de toda culpa y sin tener que ser juzgados en un tribunal? ¿Aceptarán estas condiciones? No resulta fácil creer que así será, y Yemen es un claro ejemplo de ello. Los ciudadanos quieren hacer justicia.

En Libia no es sencillo saber cuál es la realidad exacta sobre el terreno de la guerra, pero parece claro que, a diferencia de los primeros días de conflicto, no hay grandes avances ni de unos ni de otros. De vez en cuando los rebeldes o el gobienro anuncian un avance o que han asestado tal o cual golpe a los rivales, pero se puede decir que la situación no varía en exceso y da la sensación de que podemos tirarnos así meses y meses sin que la balanza se incline de un lado u otro. Es decir, ese temor que se tenía a que se avanzara hacia una guerra marga en Libia está empezando a convertirse en una posiblidad bastante real. Desde este punto de vista, toda opción que haya de pactar un final dialogado al conflicto debería ser tenida en cuenta por todas las partes. No es que Gadafi goce de una gran credibilidad, pues ya son muchas las ocasiones en las que ha anunciado una cosa y ha hecho la contraria, pero si estas últimas palabras son sinceras, se podría haber la puerta a una negocación para acabar con la guerra. Eso sí, el escollo de su no marcha del país sería un gran obstáculo, pues no creo que los rebeldes aceptaran un pacto que no incuyera la salida del país de Gadafi. Una nueva Libia debe poder partir de cero y libre de ataduras con el dictador.

Hace algunas semanas la ministra de Exteriores de España, Trinidad Jiménez, declaró que la salida definitiva y real al conflicto (no lo dijo exactamente con estas palabras, pero ésta es la idea) sólo podría llegar de la mano de la política, de la diplomacia. Poco antes el secretario general de la OTAN había declarado que era viable pensar en una salida militar al conflicto de Libia. Así, estas ods opiniones acreditadas venían a confirmar que es muy posible que la salida a la guerra tenga que llegar de negociaciones entre las partes. Ahora Gadafi dice estar dispuesto a negociar y a pactar una tregua. Lo primero que se debe hacer es confirmar que estas supuestas intenciones del dictador son ciertas, pues poco antes de que hablara en la televisión libia su hijo había dicho que nunca se iban a rendir y que seguirían adelante con la guerra hasta la victoria. Por lo tanto habrá que ver si la realidad es la que hace pensar en un régimen libio abierto al diálogo y a la negociación, o si sigue estando cerrado en aferrarse al poder a toda costa. Cuanto más tiempo se tarde en encontrar una salida al conflicto, más dolor habrá en Libia, más personas perderán sus vidas y más odio se sembrará en este país. No sé si se está ante una oportunidad de encontrar un final pactado a la guerra. Si es así, debería aprovecharse.

Acabo con otra noticia internacional que llevaba tiempo queriendo comentar y que, ciertamente, no tiene nada que ver con las revueltas en los países del mundo árabe. Me refiero a la polémica sobre el lugar de nacimiento de Barack Obama que ha obligado al presidente estadounidense a hacer pública su partida de nacimiento para demostrar que nació en EE.UU. Los que hicieron correr el bulo de que el presidente no era estadounidense creen que todo vale y han obligado a Obama a hacer algo insólito. Demuestra hasta qué punto hay una parte radical del Partido Republicano que está dispuesta a hacer cualquier cosa para criticar y desestabilizar al presidente Obama. Sólo era eso lo que quería comentar de este asunto, quizás se deberían replantear algunas cosas todas las personas que dijeron que Obama no era natural de EE.UU, quizás deberían saber ya que no todo vale y que el debate político debe transcurrir por unas sendas más razonables y lógicas. Eso sí, me gustaría ver la cara que se le quedó a esas personas cuando Obama se atrevió a hacer pública su partida de nacimiento aunque, bien pensado, ellos sabían perfectamente que Obama sí era de EE.UU, sólo querían sembrar dudas sobre él aprovechando cualquir invención.

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