Brutal represión en Siria



Ayer comenté de forma breve lo que está pasando en Siria, y hoy voy a pararme más en la dramática e inhumana situación que está sufriendo este país. El mundo mira con horror lo que están haciendo las autoridades sirias, a través de sus fuerzas de seguridad, contra los ciudadanos civiles que reclaman cambios que lleven al país hacia un nuevo horizonte de más libertad y de algo de democracia. La respuesta de los dirigentes de este país no podía ser más condenable y repugnante: disparar a matar de forma indiscriminada contra los manifestantes y también contra los asistentes a los funerales por los vilmente asesinados a manos de las fuerzas del Estado. Es un caso trágico a más no poder ante el cual los dirigentes mundiales no pueden quedarse parados. No hay grandes diferencias entre lo que hizo la gentuza de Gadafi contra la población civil y lo que están haciendo los matones de El Asad en Siria. No estoy pidiendo una intervención militar en el país, pero así como con los bombardeos en Libia todos pedíamos que se hiciera algo, en este caso también parece necesario que el mundo actúe y ponga freno a la locura y a las matanzas que se están cometiendo en Siria. Mirar para otro lado no es una actitud válida para casi nada, menos aún para situaciones como ésta.


La ciudad de Daraa es el epicentro de la represión, el lugar en el que comenzaron las revueltas en este país y allí es donde las fuerzas del régimen están cometiendo los crímenes contra la Humanidad que denuncian los activistas por los Derechos Humanos. Como digo el mundo no puede dejar de actuar de algún modo ante esta forma cruel y asesina de acallar las protestas que está llevando a cabo Bachar Al Asad. En Siria se sufre esta terrible represión y todos los países del mundo están en la obligación moral de actuar. Y hoy mejor que mañana. Cuanto más tiempo se tarde en intentar frenar esta matanza, más personas van a irse para siempre, más crímenes se van a cometer y más odio se va a sembrar en este país. Es por ello que la comunidad intertnacional vuelve a tener ante sí un reto, un gran desafío. Se debe hacer algo para que se paren estos ataques contra la población civil, se debe hacer algo para que haya un cambio de régimen en Siria y, esto es también muy importante, se debe lograr que los responsables de esta represión y sus ejecutores paguen por lo que están haciendo. No pueden irse de rositas. Su inmunidad no puede ser un panorama aceptable, como no parece serlo tampoco en Yemen donde se propuso que el líder de este país saliera del mismo sin pagar por sus delitos.


Cuando se intervino en Libia, hubo cierta división de opiniones sobre lo adecuado de esta actuación internacional. Pero donde no había división era en la opinión de que el mundo debía frenar los bombardeos contra civiles en este país. Ahora, como todos sabemos, la guerra en Libia está empantanada y no hay muchas esperanzas de que Gadafi y los suyos pasen a ser historia en un corto periodo de tiempo. Más bien parece que vamos hacia una larga guerra con resultado incierto, salvo que la ONU decida cambiar algo su intervención en este país e implicarse aún más al lado de los rebeldes. En todo caso, nadie se ha planteado hasta el momento una intervención similar en Siria, por lo que no seré yo quien me posicone en favor de una nueva guerra o de una presencia militar que ayude a poner coto a los desmanes de El Asad y los suyos. Una intervencion militar no es algo que, en este momento, se esté pensado, pero algo sí se debería hacer. Las palabras no bastan, o tal parece, para impedir que el régimen sirio siga con esta huida hacia adelante y con este plan macabro y criminal de acallar a los opositores a sangre y fuego. Algo tendrá que decir en todo esto la comunidad internacional. No se entendería que en Libia se actúe de forma clara para proteger a la población civil cuando es atacado por sus dirigentes y que no se haga nada en Siria.


No es sencillo dar cifras de muertos por la represión que está llevando a cabo el régimen sirio. Sólo se sabe que hay muchos fallecidos y que las actuaciones asesinas siguen su curso. La censura informativa de los mandatarios sirios es total, por lo que los periodistas no pueden entrar al país para contar lo que está pasando. Una vez más son Internet y las nuevas tecnologías las que permiten a los manifestantes mostrar al mundo el horror de lo que está haciendo su gobierno, la brutal represión que está sufriendo. Son objeto de estudio, y no es para menos, el papel que están teniendo las nuevas tecnologías, con especial mención a Internet, en las revueltas del mundo islámico. De este modo, no nay duda de que la red está sirviendo para amplificar el mensaje de los opostitores, y resulta ser la única forma de burlar la censura. Con estas revueltas queda más que demostrado que Internet es mucho más que una herramienta para entretenerse o informarse, es también una forma de poder trasmitir tú mismo información valiosa, de hacer ciberactivismo y de pasar por encima de la censura. Los móviles y ordenadores se convierten en aliados de las revueltas, en armas para llevar a todo el mundo lo que está sucediendo. ¿Son éstas las revoluciones de Internet, de Twitter o Facebook? Quizás no se puede llegar tan lejos, pero las redes sociales sí tienen cierto peso en las mismas.

Más allá de esta cuestión y de todas las oportunidades que brinda Internet, lo más importante de estas herramientas es que sirven para que sepamos lo que ocurre en Siria. Gracias a Internet y a la actividad que tienen en la red los opositores, podemos ver imágenes de la represión, podemos acercarnos a lo que está viviendo ese país, en definitiva, podemos saber, a pesar de las restricciones informativas, qué están haciendo las fuerzas sirias. Y lo que están haciendo es masacrar a los opositores e intentar acallar sus ansias de libertad a base de disparos. Es inaceptable esta respuesta a las reclamaciones legítimas de su pueblo. Además esta represión llega después de que se prometiera desde el régimen sirio que se iban a llevar a cabo reformas. Estas palabras se las llevó el viento y todo lo que está haciendo el gobienro de El Asad es masacrar a su población. Lo primero que se debe lograr es frenar esta sinrazón, pero más tarde es necesario que este tipo y el resto de dirigentes sirios sean llevados ante la justicia para responder de los crímenes que están ordenando. No se puede tolerar que este tipo de delitos terminen con impunidad para los autores de los mismos. Deben pagar por lo que están haciendo, pase lo que pase.


Siria es un escenario de los muchos que ha tenido la oleada de revueltas en el mundo árabe. Que diferente fue la reacción del Ejército en Egipto, donde nunca acepto actuar en contra del pueblo, a la que han tenido muchos policías y militares en Libia primero y más tarde en Siria. Seguimos teniendo la sensación de que estamos viviendo en estos primeros meses de 2011 hechos históricos. Túnez y Egipto lograron liberarse de la opresión de sus respectivos dictadores. Más tarde, muchos países árabes se unieron a las protestas e intentaron repetir en sus Estados lo mismo que sucedió en aquellos países que se convirtieron en referentes para todos los que soñaban con la libertad en países como Siria, Libia o Yemen. En estos casos los dirigentes se han aferrado al poder y no están dispuestos a marcharse. En Libia, a Gadafi no le ha importado llevar a su pueblo a una guerra con tal de seguir al frente del país. En Siria, El Asad parecía dispuesto a hacer cambios y avanzar hacia un sistema más justo, menos dictatorial, pero como estamos pudiendo comprobar cada día ha cambiado de idea. Veremos qué pasa en Yemen y en otros países donde también hay protestas. El año 2011 aparecerá, eso está claro, en los libros de Historia asociado a estas revueltas en el mundo árabe.


La mayor preocupación actualmente es Siria, pero la represión brutal que se está sufriendo en este país comparte protagonismo y temores con la guerra de Libia. Tal y como están las cosas, no da la sensación de que vaya a ser suficiente la intervención militar actual para desalojar a Gadafi del poder y esto se puede alargar mucho. En Siria, por su parte, están también padeciendo la locura de su líder, en este caso Bachar El Asad. Es muy triste e incoherente que estos tipos que tanto dicen querer a su país terminen por matar a su propio pueblo. Lo que de verdad quieren es seguir sacando provecho de estar en el poder. Nada les importan sus ciudadanos. Tan poco les importan que acaban con sus vidas.

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