Siria se une a las revueltas


Libia sigue siendo, junto a Japón, el lugar adonde todo el mundo mira para saber lo que está pasando con la guerra en aquel país y con la radiación y los efectos directos del terremoto y posterior tsunami en éste. Pero un nuevo país, esta vez Siria, se suma a las revueltas en el mundo islámico. El régimen sirio quiere sofocar las protestas con fuerza y ha perpretado una matanza de civiles que pedían cambios en su país. El presidente El Asab llegó al poder hace años con la esperanza de muchos de que trajera algo de reformas o una cierta apertura, pero ha seguido gobernando bajo un estado de excepción que hace que sus ciudadanos estén continuamente controlados y amenzados por la policía. Este tipo de situaciones suelen ser insostenibles y más ahora que el pueblo árabe está despertando contra sus tiránicos gobernantes. Vivimos un año que será histórico para esta zona del mundo porque se están produciendo múltiples revueltas que están intentando acabar con el poder de líderes que llevan muchos años al frente del país y que han creado regímenes sustentados en el miedo de la población frente a sus goberantes.

Primero fue Túnez, más tarde Egipto con su inolvidable Plaza Tahrir de El Cairo. En estos dos países también perdieron la vida muchas personas inocentes, pero da la sensación de que en Siria, y qué decir en Libia donde hay una guerra, la represión de las autoridades está siendo mucho mayor. Recuerdo que en el caso de Egipto se daba como clave, y en efecto así fue, que el ejército egipcio se negó a actuar contra su población. Nada que ver con los bombardeos a su propio pueblo de las tropas de Gadafi en Libia o con estos ataques indiscriminados de las fuerzas de seguridad sirias contra la población civil. Ayer al menos murieron 20 personas en las protestas en Siria en el que se bautizó como "Viernes de la Dignidad". Muchas personas salieron a la calle para protestar contra el régimen qe gobierna en este país y para reclamar cambios. Lejos de escuchar a su pueblo, las autoridades siriar tenían claro lo que iban a hacer: acallar las protestas a sangre y fuego. Y en esas estamos. Un nuevo país que se levanta contra sus dirigentes en busca de cambios, de mejoras en su nivel de vida, de democracia. Nuevamente nos enfretamos a un régimen muy cerrado que tilda de terroristas a los manifestantes y que no duda en emplear la fuerza contra ellos. Situación delicada la que se está viviendo en Siria y la que, según parece, se está extendiendo tambié a Jordania.

Este mismo jueves,un portavoz del gobierno de El Asab compareció en televisión para anunciar reformas. Se prometió más libertad, ayuda a los parados, menos corrupción y subida de sueldo a los funcionarios. Pero un día después de ofrecer esa cara en televisión, se ha dado otra imagen muy distinta con la respuesta desmedida ante los manifestantes. Se está dando una matanza de la población civil en Siria y la gran duda es hacia dónde puede transcurrir esta situación en aquel país. Por el momento desconozco si los opositores al régimen sirio están muy organizados o si se trata de acciones de protesta sin una cabeza visible. No sé, por lo tanto, hasta dónde van a llevar sus actos y sus manifestaciones. Lo que sí es fácil intuir es que la respuesta dada por el régimen a los manifestantes no va a servir sino para exacerbar aún más los ánimos y poner las cosas más difíciles. Retomando el paralelismo con las revueltas en Túnez y en Egipto, allí hubo mártires que perdieron su vida y que se convirtieron en símbolos de las revueltas, en referentes. Algo así puede suceder ahora en Siria con los fallecidos ayer mientras reclamaban cambios en su país. El Asab ha actuado de la peor forma posible, la que se espera de gobernantes de su calaña por otro lado, y o mucho me equivoco o esto sólo puede ir a más.

A partir de ahora hay que estar pendiente de otro punto más de atención informativa. Siria se suma a Libia y a Japón, los dos países que, por motivos que nada tienen que ver más que su coincidencia en el tiempo, están centrando todas las miradas del mundo. Paso a contar lo último que se sabe sobre estos dos países comenzando por Libia. Allí se cumple hoy una semana de intervención militar de los aliados. El balance de esta semana es muy diferente según a quién preguntemos. Si se habla con los líderes de los países que han entrado en la guerra, dirán que ha servido para establecer de forma efectiva la zona de exclusión aérea y que se ha protegido a la población civil. Si, por el contrario, se pregunta al régimen libio la respuesta es bien distinta. Ayer mismo, las autoridades libias organizaron una visita guiada para la prensa internacional, esa que tanto detestan pero de la que se quisieron servir ayer para vender su versión de los hechos, por los lugares que, según ellos, han quedado destrozados por los ataques de los aliados. Este tour no dejó de tener una visita a una morgue en la que comprobar que los ataques de las fuerzas aliadas habían provocado muertos entre la población civil. Imposible de contrastar lo que aseguran que ha pasado desde el régimen libio.

En lo que se refiere a la guerra entre rebeldes y fuerzas leales a Gadafi, se están notando ya los primeros efectos de la intervención aliada en Libia. Así, los opositores han recuperado el control de Ajdabiya, una ciudad estratégica que pasa a estar en sus manos. Ahora los combates se centran en Misrata, mientras los aliados siguen bombardeando objetivos en Trípoli para tratar de debilitar a las tropas leales a Gadafi. En todo caso, no están produciendo grandes avances ni por parte de los fieles a Gadafi, que están viendo amenazada su superioridad debido a la zona de exclusión aérea y a los bombardeos de los aliados, ni tampoco por parte de los rebeldes, de cuya desorganización se sigue hablando en los medios de comunicación. La zona de exclusión aérea se va a prolongar, según parece, tres meses. Los expertos se preguntan ahora si se está caminando hacia una guerra larga en Libia o si será necesaria una nueva resolución de Naciones Unidas para tomar más medidas contra Gadafi y sus tropas. Es pronto para decir si la acción de los aliados está teniendo importantes efectos o no, pero ya hay quien piensa que las medidas tomadas por estos países no serán suficientes para poder hacer que los rebeldes ganen la guerra ante Gadafi. Según estas teorías, serían necesarias más medidas y más decisión para combatir al dictador libio.

Emiratos Árabes y Quatar se han unido a la acción de los aliados, algo que para muchos era clave pues se quería huir como de la peste de dar la imagen de una intervención de espaldas a los países de la zona. Así, la operación tiene el respaldo de otros dos países árabes. Esta es quizás la noticia más importante de esa otra cara de la guerra, la de las negociaciones que se están llevando a cabo entre los aliados por ver quién toma el mando. Según parece, será una combinación entre la OTAN y los propios países aliados con un papel protagonista de Francia, ya que Nicolás Sarkozy se ha implicado mucho desde el comienzo en dar una respuesta contundente a Gadafi. Otra medida importante es la decisión de la Unión Europea de congelar los fondos de las empresas petroleras libias. Es un intento por poner en apuros al dictador ya que la mayor parte del dinero que maneja Libia procede del gas y del petróloe. Poco a poco se van tomando medidas de bloqueo para echar una mano a la intervención sobre el terreno. EE.UU dejará el mando de la operación, según parece por la presión del Congreso hacia Obama. La Cámara de ese país ha pedido explicaciones al presidente Obama sobre la implicación de EE.UU en la guerra de Libia, y éste va a ceder el control de las operaciones a la OTAN y a otros aliados.

Concluyo esta entrada con un repaso por la situación en Japón. Lejos de normalizarse, la crisis nuclear sigue siendo un gran quebradero de cabeza para los japoneses. Parece ser que el nivel de radiación en el agua del mar cerca de la central de Fukushima es muy superior al normal y que ha subido de forma considerable en los últimos días. Si a esto se suma que sigue la alerta sobre la contaminación del agua para el consumo humano y en algunos alimentos, es de entender que haya alarma en Japón por esta crisis nuclear que no termina de cerrarse tal y como y a todos nos gustaría. Lo cierto es que la alarma sigue en el país asiático y a esto se suma, aunque muchas veces quede en un segundo plano, las cifras espeluzantes de fallecidos y desaparecidos en Japón por el terremoto y posterior tsunami. La cifra está por encima de los 20.000 si se suman los muertos y las personas de las que nada se sabe quince días después del terremoto. Japón sigue luchando por rendir homenaje a sus muertos, por buscar a sus desaparecidos y por resolver la crisis de la central de Fukushima. Por todo ello, aquel país debe seguir estando en nuestros pensamientos. Estan sufriendo mucho y necesitan nuestro apoyo en todos los sentidos.

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