Mubarak no se va

Ayer era un día decisivo para Egipto como titulé la entrada, pero Mubarak no está dispuesto a marcharse del poder en el que lleva instalado treinta años y, en un discurso a la nación ayer por la noche, el presidente egipcio se limitó a decir que no se presentaría a las próximas elecciones y también dio una serie de titulares lapidarios como el de "será la Historia la que me juzgue" o "soy responsable de la seguridad del país". En todo caso, lo que ofreció ayer el presidente dista mucho de lo que piden los manifestantes y toda la oposición egipcia que se niega si quiera a sentarse a hablar con Mubarak. Lejos de estar dispuesto a dimitir, el actual presidente de Egipto aseguró que él es el único que está legitimado para pilotar el proceso de transición. Pero lo que quieren los manifestantes y la mayoría del pueblo egipcio es todo lo contrario, no un proceso de transición dirigido por Mubarak, sino una transición en la que se deje fuera al presidente. Las personas que ayer se manifestaron de forma pacífica en El Cairo y otras ciudades del país dejaron bien claro con sus consignas lo que querían: que Mubarak se vaya de la presidencia y también del país. A su vez, el presidente dejó claro que, de momento, no se plantea ni una cosa ni la otra. Como mucho, esto es todo lo que cedió Mubarak, no se presentará a las próximas elecciones.
Ayer, mientras cientos de miles de personas se manifestaban en Egipto por la libertad y la democracia y en contra del presidente, un grupo mucho menos numeroso de fieles al régimen de Mubarak hacían lo propio para defenderle. Lo que ellos decían es que con Mubarak habían vivido décadas de paz y orden. La misma excusa que suelen poner los dictadores a lo largo de la Historia, una excusa muy empleada ya por todo tipo de gobernantes ilegítimos y despóticos. Pues bien, Mubarak siguió esa línea al afirmar que Egipto se debate ahora entre "el caos y la estabilidad". Huelga decir que él se presenta como la persona capaz de garantizar lo segundo, y que los manifestantes son quienes siembran el caos por el país. Las imágenes que llegaban ayer desde El Cario y las informaciones de los distintos medios hablaban más bien de todo lo contrario, y reflejaban cómo los propios ciudadanos se encargaban de cachear a las personas que iban a enntrar en la plaza de las protestas para evitar que lo hicieran con armas. Los propios ciudadanos se están encargando, y ayer lo consiguieron salvo raras excepciones, de que las protestas sean lo más pacíficas que sea posible. Apelar al miedo a los que piden libertad para su pueblo es la última estrategia que le queda a Mubarak, pero su crédito está agotado.
Si de algo está siendo acusado Mubarak en estos últimos días es de no saber (o de no querer) escuchar a su pueblo. Ayer el presidente egipcio afirmó que él sí había escuchado las demandas de los ciudadanos y que por eso había formado un nuevo gobierno y había pedido al primer ministro que iniciara una ronda de contactos con las fuerzas políticas de la oposición. Mubarak pone así el balón en el tejado de los opositores al afirmar que han sido ellos los que no han querido dialogar. La única concesión de Mubarak en todo el discurso llegó con esta frase: "hoy estoy más dispuesto aún a abandonar mi cargo para asegurar la paz del país". Eso sí, esa marcha no será inmediata y únicamente significa que no se presentará a las próximas elecciones. Muy al contrario de lo que quieren los ciudadanos, Mubarak dijo que, tal y como establece la Constitución de Egipto, él debe ser el encargado de conducir el proceso de transición. Los manifestantes no quieren ver a Mubarak ni en pintura, y desean que se marche del país. Los planes del presidente son otros bien distintos. Así, Mubarak declaró: "éste es mi país. Éste es el país que siempre he defendido, el país por el que he luchado y cuya tierra, soberanía e intereses he defendido. Y moriré en esta tierra".
Algunas fuentes apuntan a la retirada del apoyo de Estados Unidos el mensaje que ayer emitió Mubarak. Según estas fuentes, el presidente estadounidense, Barack Obama, mandó un mensaje claro al hasta ayer su aliado para decirle que no debía presentarse a al reelección, que es tanto como decir que Obama le ha retirado el apoyo más importantes, junto el de Israel, con el que contaba el presidente egipcio. Obama pidió a Mubarak en la jornada de ayer, en público y en privado, que se vaya o, al menos, que no concurra a las próximas elecciones. Mubarak ha pasado en poco tiempo de tener apoyos fuertes en el exterior a encontrarse bastante solo con la Comunidad Internacional pidiendo casi en pleno un proceso de transición. Sólo le queda el apoyo de Israel, que por encima de todo teme que el islamismo radical llegue al poder en Egipto si se marcha Mubarak. Pero Estados Unidos no parece dispuesto a mirar hacia otro lado y ya nadie imagina que desde la Casa Blanca vaya a haber vuelta atrás en esta decisión de dejar de apoyar a Mubarak. El hombre en quien ahora confían es El Baradei, un líder opositor muy respetado y que es el favorito de EE.UU para encabezar el proceso de transición que debería abrirse en Egipto tras la marcha de Mubarak.
Los manifestantes recibieron ayer la noticia de que Mubarak no tiene pensado irse de inmediato con gritos de "que se vaya", y es que la confianza en su presidente es nula. Así, la única palabra que esperan escuchar de Mubarak es "adiós". Y no parece que el presidente esté por la labor de poner fácil su marcha. Los manifestantes no aceptarán las pretensiones de Mubarak de ser él quien se ponga al frente del proceso de transición en Egipto. La Comunidad Internacional parece poner sus ojos en El Baradei, un personaje que cuenta con el apoyo de los egipcios de la oposición y también del resto de países. Está por ver, en todo caso, si Mubarak cede algo respecto a la postura defendida ayer en su discurso a la nación. Algunos medios apuntan a que los opositores sí estarían dispuestos a que la transición fuera dirigida por Suleiman, hombre de la confianza de Mubarak. Parece más probable que fuera él en quien el presidente dejara la responsabilidad que ayer se atribuyó el propio Mubarak a sí mismo. La ONU aseguró ayer que podría haber 300 muertos desde que comenzaron las protestas en Egipto, al tiempo qie mostró su preocupación por el hecho de que la violencia pueda dejar más daños personales irreparables en los próximos días.
Otros dos países árabes, Jordania y Yemén, están viendo cómo la presión popular hacia los líderes les puede alcanzar y han decidido tomar medidas para evitarlo. En Jordania se ha cambiado en pleno al gobierno, y en Yemén el presidente, que lleva en el cargo desde 1978, ha dicho que no va a alargar su mandato, echando así atrás su idea de modificar la Constitución de este país para prolongar aún más su estancia en el poder y perpetuarse al frente del país. Antes de que haya más protestas en la calle de estos dos países, sus mandataris han decidido mover ficha. El temor a que lo que ha ocurrido en Túnez y en Egipto pueda pasarles también a sus países ha llevado a las autoridades de Yemén y Jordania a tomar cartas en el asunto y prevenir antes que curar una revuelta que, en caso de producirse, tendría consecuencias ciertamente imprevisibles para ellos. Ayer hablaba en estas líneas del blog de la posibilidad de que las protestas se extendieran a otros países árabes. Decía qe era difícil adivinar lo que podía suceder ya que también ha sido imposible prevenir las revueltas de Túnez y Egipto, pero al tiempo afirmaba que las autoridades del resto de países estarían alerta ante lo que pudiera pasar. Y eso parece que han hecho en Yemén y Jordanial: intentar anticiparse al golpe.
Hoy se preveen nuevas manifestacines contra Mubarak en Egipto. Este país volverá a abrir telediarios en todo el mundo y los goberantes de todos los países estudiarán hoy las palabras de Mubarak y cuáles pueden ser los próximas pasos que dé e, presidente egipcio. Muchos recordábamos ayer que Ben Ali hizo lo mismo que Mubarak, es decir, anunciar que no se presentaría a las próximas elecciones, para poco después huir del país. No parece que vaya a ser el caso, pero nunca se sabe y lo que sí intuimos todos es que los manifestantes no van a parar hasta que Mubarak deje de ser presidente de su país. La lucha por la libertad continúa en Egipto y el mundo entero mira a ese país. Lo más importante es que las protestas signa siendo pacíficas y también que se pueda hacer realidad la voluntad del pueblo.

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