Nuevos fallos graves de la Justicia, y nueva lección del padre de Mari Luz

Esta no es una opinión, es la triste realidad. Cada día aparece un nuevo caso que demuestra que la administración de la justicia en nuestro país debe transformarse y lo antes posible. Es cierto que los castigos a crímenes tan graves invitan a una reflexión y un debate profundo. Es el terrible y que no debe repetirse, caso de la niña Mari Luz, o el de odioso asesinato, conocido hoy y cometido ayer, de una mujer por su propio hijo, enfermo mental, que fue detenido con anterioridad hasta en cuatro ocasiones por maltratar a su madre. El enfermo decapitó a la mujer y, de forma demencial, paseó por las calles de su pueblo (Santomera en Murcia) con la cabeza de su madre, y con ella en la mano se entregó a la policía. En este caso las autoridades han confirmado que no había orden de alejamiento, y que fue tipificado como delito de violencia doméstica y no de género contra la mujer.
Huyendo siempre de la demagogia, esto no puede seguir así. Este fin de semana el diario El Mundo publicó que en Cataluña se dio el tercer grado a tres violadores condenados a 12 años, tras cumplir 5 meses de su pena. Lo más sangrante es que en lugar de tomar nota y prometer un cambio de actitud, la Generalitat ha dicho que no son violadores en sí, que no tiene antecedentes y que el riesgo de reincidencia es muy bajo. Se basaron, según dijo el Departamento de Justicia de esta comunidad, en una “valoración técnica” y en “peculiaridades”. Tremendo, ejemplo de lo que no hay que hacer. Más grave aún es que el abogado de los acusados se dedica a dar detalles escabrosos de la agresión sexual. Sin palabras. El caso de Mari Luz es también otro ejemplo claro, el suyo y el de tantas y tantas niñas y jóvenes violadas y asesinadas. Se trata de depravados muy peligrosos. Es cierto que la reinserción social debe ser un objetivo, pero cuesta mucho creer que quien ha sido capaz de violar a menores, vaya a ser en cinco meses, en cinco meses, un ciudadano normal. No lo son. Dirán que no hay comparación, sí la hay. De aquellos lodos, estos barros. Las sabias palabras del padre de Mari Luz son, por ello, muy bien recibidas. Sosiego, pero firmeza total.

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