No es sólo el Tíbet, por Alberto Roa

Como bien sabes ya, creo firmemente en la necesidad de que el periodismo sea veraz, honesto, y escrupulosamente profesional. Es la mejor forma de acercarnos a los oyentes y lectores. Pero también estoy convencido de que a los que ejercemos esta bella profesión, de forma tan humilde como es nuestro caso, o de forma más amplia, no nos puede costar implicarnos y comprometernos con un asunto, cuando este así lo requiere. Y, en verdad, esto suele ocurrir cuando la situación es especialmente injusta y repudiable.
Por ello, sin renunciar jamás al principio básico de acoger todas las ideas, no solo por su bien, sino por el de todos, sí opinaré sobre el asunto chino. En primer lugar es exactamente esto, el asunto chino. La situación en el Tíbet es repugnante y China debería pagar por ello. Pero es que no es sólo el Tíbet. La represión brutal de las autoridades chinas a los tibetanos, es odiosa e intolerable. Pero China hace otras muchas cosas tan odiosas e intolerables como esta.
En China hay tres grandes instituciones: el Partido, el Ejército y el Estado. Los tres puestos están dominados por la misma persona (http://es.wikipedia.org/wiki/Hu_Jintao). Un individuo sin escrúpulos. China se ha abierto en lo económico, pero mucho antes que gente que hace ganar dinero, los ciudadanos son personas humanas, por lo tanto con Derechos Humanos.
Sí, es verdad que China lleva mucho tiempo creciendo a dos dígitos, pero no es oro todo lo que reluce. A este personaje, le acompaña en su labor el primer ministro (http://es.wikipedia.org/wiki/Wen_Jiabao), responsable de una masacre en 1989. En la PlazadeTian'anmen(http://es.wikipedia.org/wiki/Revuelta_de_la_Plaza_de_Tian%27anmen) se juntó un grupo de estudiantes, intelectuales y trabajadores críticos con el gobierno comunista.
A primeros de junio, tras debates entre algo parecido a personas, y gentecilla inhumana dentro del PC en los que vencieron los segundos, el ejército chino fue mandado a la Plaza. Allí, una masacre sin paliativos. Como de costumbre las cifras no coinciden. Si nos quedamos con las menores fueron 400 y 800 muertos, según la Cruz Roja china, 2600. Se estiman entre 7000 y 10000 heridos. Claro, se entiende que sigan a Stalin y estas palabras que se le atribuyen: “Una única muerte es una tragedia. Un millón de muertes es una estadística”. Lo profundamente lamentable es que esas ideas sigan hoy vigentes.
Por supuesto, no hay libertad de expresión ni nada que se le parezca en el país asiático. Los medios extranjeros estaban, y está repudiados y marginados. Aprovechemos el eco mediático de la situación en el Tíbet para tratar de ayudar a todos los tibetanos inocentes, pero no nos olvidemos de la situación interna en China. Sería una injusticia contra otra, y a las injusticias se les debe atacar de otro modo, con la inapelable razón de la libertad.

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