Día Internacional del Libro (I)

Como haremos en breve con el 2 de Mayo, abrimos hoy una sección especial para celebrar en Día Internacional del Libro que es el 23 de abril. De aquí a ese día, colgaremos distintos artículos, este es el primero de ellos.

Del Don Quijote a Casanova
La verdad es que aún quedan, aunque son cada vez menos, personas que creen que los libros son algo alejado, complejo, y hasta tostón. Son una especie en peligro de extinción. No soy, ya lo advierto, el mejor ejemplo de lector emperdernido de clásicos, alguno he leído, pero devoro más a autores modernos, qué le vamos a hacer. Son cosas de este mundo en el que vivimos. Y precisamente de este mundo quiero hablar, porque la literatura, como cultura que es, siempre fue reflejo de la sociedad, y muchas veces crítica de ella.
Estoy perdido, no sé en qué mundo vivo, y es un problema de los gordos. No es algo grave, pero siempre conviene saber por dónde andas, por aquello de saber cómo has de andar en este mundo nuestro, dónde has de pisar. Y estoy desconcertado. Sí, no sé si estamos en la ínsula Barataria de Sancho, o en la Venecia de Casanova. Hablo del mundo a nivel global, ya que tanto nos gusta eso de lo global, y nos llenamos la boca al definirnos, con gran orgullo, como "ciudadanos del mundo". No sé aún muy bien qué es todo esto, pero como suena tan bonito, todo el mundo quiere serlo.
Por todos es conocida la historia de Casanova, por aquello de la cotesía de comenzar por el invitado. Giacomo Casanova fue un aventurero italiano que nación en Venecia en 1725, y no encontró el hombre nada mejor que hacer que ponerse a contar, como si de meros objetos se trataran, sus conquistas amorosas. Hasta se vanaglorió en su libro Historia de mi vida, de haber tenido relaciones con 125 mujeres. Entre medias, se encontró con la gente más brillante de su tiempo en cortes y salones burgueses: Rousseau, Voltaire, madame Pompadour, Mozart, Catalina II de Rusia, Federico II de Prusia. Obviamente no alcanzó a comprender lo que el pensamiento o la actuación de todos ellos supondría para Occidente, él tenía la mente en otras cosas, y permanecía apegado al Antiguo Régimen. En resumen, un hombre que no valoraba en nada a las mujeres como personas, ¿te suena? Siglo XVIII.
En 1605, más de un siglo antes, Cervantes escribió la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Y es que no ha sido, ya ves tú, Harry Potter la primera obra con varias partes. La obra anterior describe un modo de vivir de absoluto desprecio hacia las mujeres, Cervantes va por otros derroteros más bonitos, pero críticos. Su pluma es, probablemente, la más brillante de la historia de Europa (don William nos perdone), un genio, un ser brillante. De esos que hoy ayer eran los más prestigiosos y admirados de la sociedad, los que se verían en la tele si la hubiera entonces, eso antes claro. Hoy la tele se llena de casanovas con cara bonita sin nada que contar más que sus ligues.
Cervantes nos acercó a un hidalgo caballero, Don Quijote de la Mancha, que creía en muy nobles ideales, tan nobles como clásicos. Cervantes pretendía ridiculizar la tontuna y pedantería (con perdón) de la época, tontuna de novelas de caballería que se les fue de las manos. Esas novelas, de gran éxito entonces, reflejaban un gran héroe, fuerte, noble y justo, que desfacía entuertos. Bellos ideales. El caso es que Alonso Quijano, un hidalgo muy venido a menos, muy poc hidalgo, se arma caballero medieval en una venta. Por supuesto, como buen caballero de entonces, tenía su amada, Dulcinea del Toboso, una campesina de un pueblo, de muy buen parecer. Le acompaña su escudero, Sancho Panza, fiel escudero con pájaros en la cabeza. Tras gigantes (molinos de viento), y aventuras en la primera parte, Don Quijote vuelve a casa. En 1615, cuando se publicó la segunda parte, los personajes de la obra eran muy conocidos,y la obra un éxito, su sombra del viento, vaya.
Y Cervantes publicó esa segunda parte después de que Avellaneda tratara de sacar tajada con un Quijote apócrifo. No cuajó. En la segunda, tras duelos y asuntos de caballeros varios, llegó la esperada ínsula para Sancho: Barataria. Unos duques aprovecharon par divertirse con ellos (o de ellos). Sí, personas que dicen hablar en nombre de grandes y nobles ideales, que de hecho hacen suyos, que hablan siempre con gruesas palabras, que pronuncian frases que retumban en los oídos. Lo que hay en el fondo, es la idílica (e inexistente) ínsula Barataria que Sancho gobernó, a su manera. Lo que veía don Quijore eran grandes aventuras y batallas a dar por valores importantes, pero esas batallas son molinos de viento, y hasta ovejas. . Y esto, ¿te suena?
No sé, estoy hecho un lío. Eso sí, me quedo con la ironía de don Miguel, muerto en abril de 1616, como Willian Shakespeare en el que fue el peor día de la Historia de las Letras, y ahora soy yo el que utiliza frases grandilocuentes, así que acabo. Seguiremos con artículos sobre el Día del Libro.
Mañana: Góngora y Quevedo, mano a mano literario

Comentarios