Machos Alfa


Después de una primera temporada en la que sorprendieron con su ingeniosa y atrevida forma de afrontar el auge del feminismo y de una segunda en la que lograron mantener el interés y hacer crecer las tramas y los personajes, en esta tercera tanda de episodios de Machos Alfa, los hermanos Laura y Alberto Caballero demuestran que siguen teniendo cosas que contar sobre este tema desde el humor, la irreverencia y una permanente disposición a meterse en toda clase de charcos y jardines

Los dos grandes pilares de la serie siguen siendo sus guiones, lo bien escrito que está, lo ingenioso y enrevesado de las tramas, por un lado, y su componente coral, con un elenco de intérpretes que en esta tercera temporada crece aún más. Esto permite tratar mucha temas, darle mucha agilidad a la serie y también aportar distintos puntos de vista. Porque habrá, no tengo la menor duda, quien diga que esta serie es conservadora y quien dirá que es progresista, siempre desde los prismas sectarios de cada cual, pero lo cierto es que Machos Alfa juega a reírse un poco de todo. Seguro que hay quien quiere ver en la ridiculización a las posiciones más rancias y patriarcales un elogio a ellas, cuando es todo lo contrario. 

Los creadores de una serie no son responsables de la compresión lectora de su público. Si alguien ve como un referente a un personaje rancio y machista, el problema lo tiene esa persona, no quien la ha puesto en la serie como recurso cómico. De hecho, en la serie hay una trama metanarrativa con una serie casualmente llamada también Machos Alfa e inspirada en la vida de los propios protagonistas, de la que se dice que es machirula. Es muy divertida esa trama, porque demuestra que el sentido del humor auténtico empieza por reírse de uno mismo

Una vez más, Machos Alfa toca, siempre desde la comedia, muchos temas interesantes, como las distintas formas de entender las relaciones afectivas (se habla, por ejemplo, de anarquía romántica), los discursos radicales de la machosfera, los riesgos del acceso a Internet de los niños, la presunción de heterosexualidad o la confusión de no pocos hombres ante el auge del feminismo, convencidos de que ya no se puede decir nada y de que antes todo era más sencillo. 

La serie también aborda la transexualidad, con más acierto, creo, que en la temporada anterior. Al elenco habitual, formado por Fernando Gil, Raúl Tejón, Gorka Otxo, Fele Martínez, Raquel Guerrero, María Hervás, Kira Miró, Cayetana Cabezas y Paula Gallego, que vuelven a bordar sus papeles, se suman nuevos intérpretes que le dan una nueva frescura a la serie. Destacan especialmente los nuevos papeles de Marta Hazas, que da vida a una antigua compañera de colegio de los protagonistas; Paloma Bloyd, que es una periodista que escribe un libro sobre la machosfera y explica conceptos básicos de feminismo, e Irene Arcos, que hace un papel maravilloso como nueva pareja de Luz. También tiene su gracia ver a Jon Kortajarena como un artista bohemio con ínfulas torturado e intenso. 

Machos Alfa, que ya ha confirmado una cuarta temporada, sigue en forma y recuerda que muchas veces el humor es el mejor modo de retratar a la sociedad. Independientemente de que algunas de sus gracias te diviertan y otras te escuezan, que de eso se trata un poco, lo que encuentras en la serie siempre suena lleno de verdad y muy reconocible. La serie genera debate. Su objetivo prioritario es hacer reír, por supuesto, y no todos los espectadores se reirán con las mismas escenas ni con la misma intención, sin ninguna duda, pero de fondo queda una atrevida voluntad de abordar con libertad y amplitud de miras el imprescindible auge del feminismo y los efectos que provoca en la sociedad. 

 

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