Tesoros reales

La exposición Tesoros reales. Obras maestras del Museo de Tierra Santa, que acoge el Museo Gaiás de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, es todo un acontecimiento cultural de primer orden. Nunca antes se habían podido ver en España, y muy pocas otras veces fuera de Jerusalén, las donaciones de las monarquías católicas al santo sepulcro durante cinco siglos y que custodian los franciscanos. Las más de 70 piezas procedentes de este museo de Jerusalén son deslumbrantes en todas las acepciones del término (muchas de ellas son de plata de oro), y la historia que hay detrás de ellas, muy bien explicada en la muestra y completada con obras y objetos de otros museos, varios de ellos compostelanos, es impresionante. 

El historiador francés Jacques Charles-Gaffiot, comisario de la exposición, dio casi con casualidad con piezas de orfebrería muy valiosas, tras consultar a los franciscanos que custodian los tesoros del Santo Sepulcro por ello. El hallazgo fue una cuestión de Estado en Francia, donde la cultura siempre lo es. A raíz de esa relación surgió esta exposición. En 2013 se expusieron en Versalles las piezas francesas, muy valoradas en su país porque en Francia no queda nada, dado que Luis XIV fundió buena parte de sus piezas de orfebrería para pagar sus guerras. Así que estas piezas son los mejores ejemplos de orfebrería real francesa que existen en el mundo. Tras el éxito de aquella muestra en Versalles, los franciscanos responsables del Museo de Tierra Santa decidieron organizar una pequeña itinerancia de sus principales obras en apenas cuatro ciudades: Lisboa, donde ya se expusieron; Santiago, y en adelante Florencia y una ciudad de Estados Unidos aún no conocida. 

Hacía mucho tiempo que no me impactaba tanto una exposición, que además tuve el placer de disfrutar en una visita guiada en un grupo reducido (magníficas las explicaciones de Miguel Ángel Cajigal, técnico del museo y guía, que durante dos horas hace un trabajo admirable para dar a conocer la historia de forma didáctica). Hay visitas de este tipo todos los días y se pueden reservar en sus webs. Hasta el 4 de agosto se puede visitar y, ya digo, no perdería la ocasión. Vale mucho la pena. Santiago siempre es una buena idea y está muestra es una razón más que sobrada para visitar la ciudad compostelana. 

Hay ciudades con una trascendencia, histórica, cultural y religiosa especiales. Pocas tanto como Jerusalén, sagrada para las tres principales religiones monoteístas, lugar trascendente para la historia universal durante siglos. Saben bien de esa historia los franciscanos que custodian el santo sepulcro y las piezas hoy expuestas en el museo compostelano. La muestra no se limita a ser una sucesión de objetos y joyas de una belleza y un lujo apabullantes. Construye un relato interesante que explica lo que hay detrás de esos regalos de las monarquías europeas, que competían por el trono de Jerusalén, por el favor de la Iglesia y por exhibir su poder. Comienza la muestra explicando precisamente la historia de Jerusalén, con varios objetos como una estrella de Belén que se encontraba en el santo sepulcro, el lugar donde según la tradición cristiana se enterró a Jesucristo. Impacta ver un denario de esa época y también una moneda de Poncio Pilato que provocó una revuelta de los judíos por el símbolo empleado en ella así como una moneda de plata judía, como las 30 monedas con las que se pagó a Judas por su traición. 

A través de maquetas e imágenes, en la muestra se explica también la evolución que ha tenido el Gólgota y cómo Adriano levantó allí un templo romano dedicado a Júpiter que, a principios del siglo IV, Constantino mandó tirar para levantar un templo dedicado a los cristianos. Esa basílica del santo sepulcro sufrió toda clase de transformaciones. Cuando en el siglo XII Saladino reconquistó la ciudad a los cruzados, decidió mantener la basílica pero construyó mezquitas a su alrededor. Hoy en día seis religiones cristianas comparten el espacio, donde los equilibrios son muy precarios y el acuerdo es a menos complejo. Por ejemplo, dos familias palestinas musulmanas tienen la llave de acceso a la basílica del santo sepulcro desde hace tres siglos. Cada día ellas abren y cierran las puertas. En la fachada del santo sepulcro hay una escalera que llega allí  desde hace tres siglos porque las distintas religiones que comparten el templo no se ponen de acuerdo sobre de quién es competencia. 

La muestra logra también combatir los estereotipos sobre Jerusalén y Oriente Medio que solemos tener. Es todo más complejo y más matizado de lo que pensamos. Nos contó el guía, por ejemplo, que los franciscanos que custodian los tesoros reales hablan de ocho siglos de Paz desde el final de las cruzadas, aunque las últimas décadas el conflicto palestino-israelí lo ha trastocado todo. También se explica que en Jerusalén es muy común y constante el contagio cultural entre las distintas comunidades. Hay judíos que observan el Ramadán por tradición y también hay en la ciudad familias judías que llevan allí siglos precisamente porque Saladino los invitó a vivir allí tras conquistar la ciudad.

Tras la necesaria y muy bien explicada introducción histórica, la muestra da paso a esos tesoros que las distintas monarquías europeas enviaron durante siglos a Jerusalén para mostrar su compromiso con la fe y también, claro, como lucha de poder, porque en la exposición queda claro que esos regalos eran un juego doble de religión y política. Cuánto más lujoso era el objeto enviado por cada monarquía, más se mostraba la fe del país y su compromiso con la Iglesia. La monarquía hispánica fue la que más tesoros envió. No hay que olvidar que los reyes de España eran y son reyes de Jerusalén

La pieza más antigua de la que se tiene constancia el el Museo de Tierra Santa es un cálice limosnero enviado por Felipe II. Impresiona un conjunto de ropa litúrgica bordado con hilo de oro. Las prendas eran negras en un primero momento, pero tras la petición de los franciscanos, un grupo de monjas valencianas transplantaron los bordados a una tela de color blanco. Un trabajo primoroso que llevó a alguna de esas monjas a dejar bordada, medio escondida, su historia. 

La monarquía portuguesa tampoco se quedó atrás, en especial, tras descubrir minas de oro en Brasil, entonces su colonia. El rey João V envió, entre otros tesoros, una impresionante lámpara de de 20 kilos de oro macizo que los monjes franciscanos situaron dentro de la tumba de Jesucristo, o también ropajes eclesiástica de terciopelo teñido de púrpura, que entonces era un prodigio sin más caro que el oro. 



Las piezas más suntuosas son las que enviaron los reyes de Nápoles, Carlos de Borbón (luego el rey Carlos III de España) y María Amalia de Sajonia. Son los objetos aje dejan más boquiabiertos a los visitantes de la exposición. Estos estés eran amantes del arte y la cultura, fueron los promotores de las excavaciones de Pompeya y Herculano, ordenaron construir óperas y palacios. Enviaron a Jerusalén cuatro regalos de lujo a cual más impresionante: un báculo de oro cubierto por rubíes, una cruz de altar con lapislázuli, un baldaquino imponente lleno de piedras preciosas y una custodia que es un asombroso ejemplo de joyería fina, con representación de espigas y uvas. Con estos regalos los reyes de Napóles cumplían un doble objetivo: reforzar su aspiración a ser reyes de Jerusalén y, tan importante o más que aquella,  hacer una auténtica demostración de poder ante los otomanos, para disuadir cualquier intento turco de ataque o invasión

La muestra termina con Francia, que por supuesto, siempre es especial. Se centra en Luis XIV, un rey ambicioso y trascendente para la historia de Europa y también para la de España, ya que es por él por quien hoy en día reinan los Borbones en nuestro país. En parte gracias a su alianza con los turcos, par desesperación de los Habsburgo, se concierto en el rey más poderoso de Europa. Fue un genio también de la propaganda. Cada objeto que enviaba a Jerusalén tenía por todas partes el reconocible símbolo de la flor de Lis, además de su escudo, por lo que todo el mundo identificaba de inmediato cuáles eran los regalos procedentes de la corte francesa. De hecho, el francés sigue siendo hoy en día el idioma oficial en el santo sepulcro y Francia mantiene relaciones diplomáticas privilegiadas con Jerusalén.

La exposición Tesoros reales, en fin, es una oportunidad única de contemplar unas obras y acercarse a una historia de muchos siglos que muy pocas veces ha salido de Jerusalén. No había visitado nunca antes la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, de la que hasta ahora tenía como únicas referencias las polémicas sobre su gasto y la imponente visión de sus edificios desde la ciudad, pero desde hoy asociaré este centro a esta impresionante exposición, que además se puede visitar de forma gratuita. Leo que el año pasado acogió la Ciudade da Cultura acogió más de 700 eventos y superó el millón de visitantes, de los que 100.000 acudieron al Museo Gaiás. Polémicas y acusaciones de obra faraónica al margen, una vez está construido el complejo cultural, es muy de celebrar que acoja muestras de la calidad y excepcionalidad de ésta. Volveré. 

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