Los Médici. Temporada 3

Tras una primera temporada en la que se contó la vida de Cósimo de Médici y una segunda temporada en la que se dio un salto generacional para empezar a contar la vida de su nieto, Lorenzo el magnífico, Los Médici se despide con la tercera tanda de episodios, disponibles en Movistar. Es una historia que mantiene la brillantez y el cuidado en el detalle de la recreación de aquella época histórica de sus temporadas precedesoras, y en la que el tono es más maduro, más oscuro, más turbio y ambiguo. Vemos en él a un Lorenzo encolerizado y decidido a culminar la venganza por el atentado que costó la vida de su hermano, enfrentado con el Papa y preocupado por su legado, por el papel preponderante de su familia en Florencia y por el propio rol de Florencia en el escenario mundial. 


La figura de Lorenzo de Médici, recordado como el mecenas de grandes artistas, pero también como un líder tiránico en la forma de controlar Florencia y sus instituciones, muestra muchas más aristas en esta temporada, lo cual enriquece aún más la serie. En la temporada anterior se ven más las luces, su perspicacia innata, su talento político y su sensibilidad por el arte. Aquí se mantiene todo eso, pero empiezan a verse también las renuncias y los excesos, las corruptelas y los actos nada ejemplares para mantener el poder. Lorenzo se entrega a las intrigas palaciegas, es todo mucho más oscuro. 

Además del enfrentamiento con el papa, Lorenzo se enfrenta a una situación delicada en la banca familiar, que descuidó, y a un predicador, Savanarola, que atacó el lujo y las riquezas, que comienza siendo su aliado, pero cuyo discurso incendiario terminará volviéndose en su contra. También afronta el futuro de sus hijos y las disputas con su esposa Clarisa, muy religiosa, que desaprueba algunos de sus tejemanejes. 

La serie mantiene su ritmo trepidante, su vocación didáctica ya que, tomándose licencias a la hora de narrar la historia, es bastante fiel a lo que se conoce sobre Lorenzo el magnífico, con quien la familia Médici alcanzó el cénit de su poder, que coincidió también con el punto más álgido del Renacimiento. En la serie aparecen, entre otros artistas, Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, a quien Lorenzo da protección y apoyo. Su sensibilidad artística se mantiene incólume en esta temporada, aunque su relación con Botticelli se resiente por cuestiones religiosas y políticas. Dos temas, la religión y la política, las creencias personales y la lucha por el poder, que vuelven a jugar un papel central en esta tanda de episodios en la que, por cierto, aparece fugazmente Fernando el católico, reflejado como un monarca manipulador y sin escrúpulos.

La serie no ensalza a Lorenzo de Médici, no oculta sus errores y sus delitos, sus abusos y sus corruptelas, pero tampoco lo juzga. Ni condena ni alaba lo que hizo. Intenta mostrar la visión más completa de lo que fue, del hombre detrás de la leyenda, de ese mito cuya leyenda ha sobrevivido siglos. Al contrario de lo que sucede en algún momento en temporadas anteriores, no hay buenos y malos, o sólo malos y un poco peores, no se hace un retrato plano de los personajes, prácticamente todos presentan su cara y su cruz, su lado de luz y su lado más oscuro. En definitiva, es una temporada más compleja, más rica en matices, una temporada mejor. Esto es lo que se llama terminar una serie en lo alto, concluirla cuando se ha contado la historia que se quería narrar del mejor modo posible. Ojalá más series así que, además, despierten el interés por la historia. 

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