Sólo asesinatos en el edificio. T5

 

Desde su primera temporada, Sólo asesinatos en el edificio siempre ha jugado con las metarreferencias, divirtiéndose con los paralelismos entre la propia serie y el podcast sobre crímenes que graba el extraño terceto de protagonistas formado por Charles (Steve Martin), un actor venido a menos que conoció épocas mejores; Oliver (Martin Short), un director teatral excéntrico y geocéntrico, pero irresistible, y Mabel (Selena Gomez), una joven algo perdida. Los tres viven en el Arconia, un edificio señorial de Nueva York en el que, como anticipa el título de la serie, hay un asesinato tras otro. Y ya vamos por la quinta temporada. 

En esta quinta tanda de episodios, que puede verse en Disney Plus, la serie juega con descaro y mucha gracia con las metarreferencias, que eleva a la categoría de arte. Hay una escena del pasado, por ejemplo, en la que la mujer del portero, que es la víctima de esta temporada, le intenta tranquilizar diciendo que no es tan raro que haya habido un asesinato en más de treinta años. Pero, claro, a medida que avanza la serie, y la historia, aquello se va volviendo más raro. La serie está repleta de bromas constantes y de referencias al inquietante exceso de muertes en el Arconia.

Con este decidido tono autoparódico, conscientes de lo inverosímil que resulta esta sucesión de crímenes en un mismo edificio, se bromea todo el rato con ello. Por ejemplo, en otro momento, los protagonistas se preguntan por qué el pobre Lester no mandó el nombre del asesinato al móvil, a lo que Oliver responde que entonces no habría temporada. Y así todo el rato. Es, diría, casi su gran valor, esas metarreferencias de una serie en la que hay cameos de artistas famosos que hacen de sí mismos y en la que, por ejemplo, Meryl Streep da vida a una mujer madura que está empezando a hacer sus pinitos como actriz y que juega muy bien con los acentos. 

La serie, entregada a la comedia pura, se apoya también en la química hipnótica de los tres personajes principales, esos extraños vecinos que se hicieron amigos casi por casualidad dada su afición por los podcast sobre crímenes. Es fabuloso verlos actuar, las bromas entre ellos, los malentendidos, sus investigaciones amateurs, sus aventuras y desventuras. Sigue siendo el pilar de la serie, que cada temporada tiene una nueva trama y se reinventa lo justo con apoyados excéntricos cada  nueva temporada y con fichajes de nivel, como Renée Zellweger, Logan Lerman o Christoph Waltz, que aquí dan vida a un grupo de millonarios llenos de rarezas, que regalan momentos hilarantes. 

En esta quinta temporada, que afortunadamente ya sabemos que no será la última, porque la serie está renovada al menos para otra más, también se habla, entre broma y broma, de cuestiones de actualidad como la tecnología deshumanizadora (un robot que sustituye al portero), la especulación inmobiliaria o los vínculos entre el poder político y los empresarios excéntricos y más bien bobos. La serie también se da aquí el gusto de detener la trama por completo en un capítulo, en este caso, en el segundo capítulo, para recordar el pasado del edificio y la vida de Lester (Teddy Coluca).

Como es lógico, la serie ya no puede jugar con el factor sorpresa, pero sigue sorprendentemente en forma, ya en su quinta temporada. Ha renunciado a ser verosímil, porque no hay ninguna necesidad, y ha decidido divertirse todavía más, entregarse a la comedia pura y acomodarse como ese lugar feliz, divertido, entretenido, en el que sabemos exactamente lo que nos encontraremos. Y bien está así. 

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