The art of manga

 

La audioguía de la exposición The art of manga, que puede verse en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, cuenta nada más comenzar la visita que el 50% de la población japonesa lee mangas y que no es algo de lo que avergonzarse. Es llamativo y, a la vez, muy ilustrativo que se diga algo así, porque ese mensaje parece tener algo de autojustificación, de orgullo otaku, cuyo significado se cuenta en la audioguía que también ha ido cambiando y no significa friki (con lo que mola esa palabra y apropiarse de ella) sino entusiasta de la cultura japonesa, en especial, del manga y el anime.

Es cierto, y por eso tiene sentido destacar este mensaje de la propia audioguía de la exposición, que el manga arrastra no pocos prejuicios en ciertas partes de la población. Cada año cuando se celebra ExpoManga hay reportajes que muestran a otakus con vertidos de personajes de sus mangas o animes preferidos. Y no es raro que se perciba cierta condescendencia o incomprensión. Quiero pensar, en todo caso, que esos prejuicios culturales se van diluyendo y que el manga y el anime son cada vez más apreciados. Habla de ello a claras el creciente espacio que ocupan en librerías o la fidelidad de los más fans.



La exposición The art of manga, pues, se dirige a los mangakas desacomplejados y orgullosos de serlo, pero también al público en general con interés por conocer los orígenes de un estilo y de una tradición cultural que, desde Japón, ha triunfado en todo el mundo. Los dos aspectos más interesantes de la muestra, que se antoja un tanto pequeña, son los orígenes del manga y su llegada a España. La obra incluye libros, pergaminos ilustrados, xilografías del siglo XVIII y XIX, pinturas originales, manuscritos de mangas, autógrafos, carteles, fotogramas, revistas y cómics de toda clase… También recrea espacios típicamente japoneses que hacen al visitante sentirse por un momento en aquel país.

Existen distintas teorías sobre el origen del manga. Fundamentalmente, cuatro. La primera afirma que se remonta al siglo VII, aunque en ese momento el término manda se refería más bien a “cualquier tipo de caricatura”. La segunda sostiene que el manga nació con unos pergaminos humorísticos creados por monjes budistas y aristócratas durante el periodo Heian (794-1185). La tercera teoría se remonta a los libros con ilustraciones del periodo Edo (1603-1868), mientras que la cuarta teoría defiende que el manga nació de la mano del artista Kataushika Hokusai (1760-1849), que publicó una serie de libros con ilustraciones que llamó “Manga”, usado para describir “toda clase de imágenes”. La quinta y última versión defiende que el manga moderno nació cuando el británico Charles Wirgman (1832-1891) se trasladó a Japón y fundó allí la revista Japan Punch en 1862.

Otro antecedente del manga, en este caso, más bien un puente entre el manga y el anime, es el kamishibai, un teatro callejero con láminas ilustradas que se hizo tremendamente popular en Japón en la década de los 30 y los 50. En 1948 en Tokio llegó a haber 3.000 artistas dedicados a este teatro callejero, cifra que ascendía hasta los 50.000 en todo el país. La llegada de la televisión hizo que perdiera poco a poco el favor del público. 


Y esto nos lleva al anime, que en España ha sido la vía de entrada de la inmensa mayoría de las personas, al menos, las nacidas a partir de los 80, en la cultura japonesa. A veces, incluso sin ser conscientes de ello. Series como Bola del Dragón, Los caballeros del Zodíaco. Heidi, Campeones, Marco, La vuelta al mundo de Willy Fog, D’Artacan y los tres mosqueperros o El bosque de Tallac marcaron nuestra infancia. Una de las zonas de la exposición que más sonrisas provoca es precisamente donde se pueden ver con auriculares en pantallas las aperturas de todas estas series y alguna otra. Un viaje a la infancia. Entonces, muchos desconocíamos que esas series tenían origen japonés. Fueron series que nos hicieron muy felices y que, en buena medida, moldearon nuestra afición por las historias y las narraciones audiovisuales. 

Es cierto que tal vez hoy en los canales infantiles las series de anime han perdido ante otro tipo de producciones, pero desde luego el manga goza de excelente salud y no pocas series de anime que triunfaron aquí en los 80 siguen despertando recuerdos muy felices en muchas personas, que seguro que antes o después terminarán enseñando a sus hijos aquellas historias. Eran series preciosas, con un admirable cuidado del detalle y unos dibujos más artesanales que los que hoy en día, tecnología y digitalización mediante, copan el interés de los más pequeños. Eran cuadros en movimiento, escenas preciosistas que está interesante exposición nos permite recordar. 

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