Anatomía de una caída


 Cuando uno finalmente ve una película multipremiada y unánimemente alabada por la crítica resulta inevitable preguntarse si de verdad es para tanto. En el caso de Anatomía de una caída, que puede verse en Filmin y en Movistar+, sin duda, lo es. La película de Justine Triet es compleja, sutil e inteligente en su forma de contar una historia de la que el espectador va conociendo detalles poco a poco, pero en la que le resulta imposible saber qué es cierto y qué no

Estamos ante una película en la que se trata al espectador en todo momento como a una persona adulta, no se le menosprecia, no se le da todo bien machacadito, no hay miedo a plasmar la ambigüedad y la complejidad que encierra la vida, no hay escenas explicativas su subrayados absurdos. No es, en definitiva, una película que pudiera crear la Inteligencia Artificial, porque no es nada arquetípica ni responde a algoritmo alguno. Es una película soberbia. 

El punto de partida de la película es muy sugerente, propio de un thriller: un hombre aparece muerto tras caer de la última planta de la casa de campo en la que vive con su mujer y su hijo. Comienza entonces la investigación de la muerte, porque no está claro que la caída fuera accidental y podría haber indicios que permitieran pensar en la intervención de una tercera persona. Su mujer defiende en todo momento su inocencia, pero, como le dice su abogado en un momento del filme, un juicio no va exactamente de eso, no va de la verdad, va de convencer, de verse a una misma como la ven los demás, de construir un relato poderoso que resulte creíble para el jurado. 

La película, portentosa, cautiva por muchas razones. Quizá la esencial sea su tono. No cae en ningún exceso narrativo, en ninguna tentación. El tema abordado es sensible y se prestaría a giros de guión, a escenas efectistas, a golpes de efecto. Nada de eso. El filme mantiene una una admirable fidelidad a un tono pausado, profundo y reflexivo. De nuevo, abrazando la complejidad, sin tomar atajos. Tiene un metraje largo, pero el tiempo en el cine es relativo y en ningún momento pienso que aquello está durando demasiado. Se toma su tiempo para contar bien la historia y se recrea en el juicio, que seguro que no es fiel a cómo funcionan en realidad los juicios, pero que desde un punto de vista cinematográfica resulta hipnótico. 

La película es la anatomía de una relación de pareja. De pronto, la mujer se convierte en sospechosa. Y se indaga en la relación entre ambos, en sus discusiones, en su forma de relacionarse entre ellos y con su hijo. Se pone el foco en cada detalle, cada gesto, cada palabra. Ella, además, no es una mujer sumisa ni dócil, no da la apariencia de lo que se supone que se espera de una víctima, de alguien que acaba de perder a su marido. No está dispuesta a dejar de defender su forma de ser y su personalidad por más que eso dé de ella una imagen distorsionada o que pueda parecer fría o desalmada. Inevitablemente, lo visto en la pantalla lleva al espectador a reflexionar sobre lo difícil que es conocer de verdad a alguien, lo injusto que es juzgar a otra persona, lo imposible que resulta entrar en su cabeza. 

La película es también, o quizá sobre todo, un filme sobre la verdad y la mentira, sobre cómo presentamos la realidad, qué aspectos le pedimos a algo para considerar que es la verdad. Se reconstruyen momentos del pasado, recuerdos, siempre subjetivos, siempre tramposos. Además, ambos protagonistas son escritores. Ella se inspira en la vida de quienes lo rodean para escribir sus novelas, lo que da pie a jugosas conversaciones sobre la literatura y la vida, la autora y la obra. Cada espectador sacará sus propias conclusiones y mirará con mayor o menos simpatía al personaje protagonista. Es otro de los grandes aciertos de la película. 

Un encanto añadido, no menor, es el uso del inglés y del francés a lo largo de la historia. La protagonista da vida a una mujer alemana que vive en Francia porque de allí es su marido, pero que habla tanto con él como con su hijo en inglés porque ella no se encuentra del todo cómoda hablando francés, no tiene suficiente dominio del idioma. Es una película, desde luego, para ver en versión oficial. Todas lo son, desde mi humilde punto de vista, pero ésta sin duda mucho más.


Y luego están las excelsas interpretaciones de todo el elenco, incluido el perro Messi. Es impresionante cómo actúa todo el mundo ahí, hasta el que se asoma un ratito a la pantalla. Sandra Hüller, protagonista también de otra de las mejores películas de los últimos años, La zona de interés, da una lección magistral, aportándole toda la complejidad al personaje de la mujer acusada de la muerte de su marido. Todo lo hace bien, es portentosa. Swann Arlaud como su abogado,  Milo Machado Graner en el papel de su hijo ciego (impresionante) y Antoine Reinartz en el de fiscal demuestran también con maestría cuánto crece una película ya de por sí buena y con un excelente guión gracias a unas interpretaciones descomunales. Anatomía de una caída, en fin, es tan buena como decía casi todo el mundo, sí. Una película sensacional 

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