Otro 8M que invita a la reflexión

 

Llega el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y vuelve a ofrecernos la posibilidad de reflexionar sobre el estado de la igualdad real y sobre el nivel de compromiso de la sociedad a la causa justa de que todas las personas tengan los mismos derechos y oportunidades. Hoy, como todos los días del año, hay que hablar de los insoportables asesinatos machistas, de los repugnantes casos de violaciones y acosos sexuales contra las mujeres, de la injusta brecha salarial, de la terrible situación de las mujeres en muchas zonas del mundo donde son tratadas como ciudadanas de segunda, de la discriminación que sufren las mujeres trans, de los tics machistas que seguimos encontrando a diario en nuestra vida cotidiana y en los medios de comunicación... Habrá mil y un enfoques, mil y una estadísticas, eventos e informes sobre la igualdad. Y será interesante analizarlos, leerlos, escucharlos. Porque si para algo sirve cada año el 8M es para recordarnos lo que hemos avanzado, sí, pero sobre todo lo mucho que aún queda por lograr en materia de igualdad
Sigue habiendo múltiples razones para dedicar este día a reivindicar la igualdad real entre hombres y mujeres, a combatir las desigualdades e injusticias que aún sufren millones de mujeres en todo el mundo por el simple hecho de serlo. Creo que hoy también es un buen día para recordar los preocupantes datos de una encuesta del CIS publicada en enero que concluía que el 44,1% de los hombres en España cree que se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora son ellos los que están discriminados. Este porcentaje llega hasta el 51,8% entre los jóvenes de entre 16 y 24 años. Pero es que incluso el 32,5% de las mujeres coincide con esa afirmación. 

Son datos muy inquietante que hablan de una reacción ante el indudable éxito del feminismo y el cambio histórico que la movilización feminista ha provocado en nuestro país y en todo el mundo en los últimos años. Del Me Too aquí, con hitos como la histórica manifestación del 8M en España en 2018, la reivindicación justa e imperiosa de una igualdad real entre hombres y mujeres se ha convertido en un clamor social y ha removido los cimientos del patriarcado. Es indudable que se han abierto debates que nunca antes se tuvieron, o no con tanta profundidad. Ha habido repercusiones en la cultura, en las leyes, en la justicia, en el deporte, en la legislación, en el modo de abordar casos de machismo.

Gracias al feminismo, la sociedad ha avanzado y ha cambiado a mejor. Sin ninguna duda. Lo terrible es que mientras se abrían esos debates, mientras se buscaba crecer y progresar como sociedad, había una parte de la población, particularmente masculina, que se sentía atacada. Sin razón, con mucho ego y situándose, para variar, en el centro, cuando justamente lo que se busca combatir es la discriminación real y palpable de la mujer, los casos perfectamente constatables de injusticias y desigualdades que sufren ellas. Y es muy inquietante que así sea. Hay hombres, y a tenor de encuestas como la del CIS no son pocos, que siguen pensando que ellos están en el centro de todo y que, por lo tanto, se sienten atacados. Creen que la bromita esta del feminismo ha llegado demasiado lejos, que basta ya, que qué más quieren

¿Cuál es la mejor manera de debatir con estos hombres? Porque entre ellos, claro, habrá de todo. Habrá retrógrados que nieguen la existencia de la violencia machista, que digan que las mujeres sí que son malas y que afirmen que ahora ellos son los discriminados. De los más cerrados de mentes y más retrógrados me temo que poco se puede esperar, ¿qué se va a debatir con gente que niega la realidad? Pero es preocupante, en especial entre los más jóvenes, que haya quien a base de bulos, medias verdades e informaciones malintencionadas, se crea de verdad eso de que la igualdad ha llegado demasiado lejos

Es fundamental hacer entender que el feminismo es la defensa de la igualdad real entre hombres y mujeres, que no va contra los hombres, que busca una sociedad mejor para todos. Es importante que comprendan que defender el consentimiento en las relaciones sexuales no va contra nadie más que contra los agresores sexuales, que defender acabar con la brecha salarial es de justicia, que la presencia de mujeres en puestos de alta dirección no es ninguna imposición sino una consecuencia lógica de aplicar políticas igualitarias y promocionar al fin todo el talento, no sólo el de una mitad de la población. Que el feminismo busca acabar con todas las desigualdades que aún sufren las mujeres, pero que también libera a los hombres de estereotipos y roles patriarcales que se les atribuían. Que es un movimiento inspirador y positivo para todos los ciudadanos. 

Hay personas, sobre todo hombres, que se quejan amargamente por el hecho de que ahora haya mujeres que ganen premios literarios o cinematográficos, porque creen que están ahí por cuota, pero que, por lo que sea, nunca vieron raro que los galardones los coparan hombres todos los años. Gente que dice que está muy bien que haya nuevas cineastas y escritoras, pero que resulta que escriben demasiado de temas de mujeres (sea lo que sea eso en su mente), que estaría bien que trataran temas importantes de verdad (es decir, temas de hombres). Hombres, en fin, que se pensaron que esto del feminismo era sólo una moda, que no entienden que es un movimiento que busca transformar la sociedad. No, no es una moda. Es la loca idea de que todas las personas tengan los mismos derechos, libertades y oportunidades. Es la defensa de una sociedad más justa e igualitaria. 

Incluso del lado de los hombres que sí creen en las bondades del feminismo, entre los que me incluyo, hay aún tics paternalistas y machistas. Creo que una de las grandes lecciones que nos enseña el feminismo es que esto también es un aprendizaje continuo, que lo más importante es estar siempre dispuesto a revisarse, a crecer, a mejorar. Y algo me dice que es precisamente eso lo que tanto miedo da del feminismo a tantos hombres. Sencillamente no están dispuestos a cambiar su mirada del mundo, a examinarse y reconocer errores, a aprender de ellas y de su lucha, que es la lucha de todas las personas que queremos una sociedad más justa, pero que es una lucha que deben abanderar ellas, con nosotros a su lado. Hoy, 8 de marzo, toca reflexionar y estar del lado de quienes defienden los derechos de las mujeres, de todas las mujeres. ¡Feliz y reivindicativo Día de la Mujer!

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