El final de "Billions"

 

Siete temporadas después, Billions se despide para siempre porque todo tiene que acabar, pero no porque haya dado el más mínimo síntoma de agotamiento. La serie llega a su desenlace impecable en forma y fondo, como en sus seis temporadas anteriores. En la forma, con sus saltos temporales, sus estupendos y frenéticos diálogos llenos de referencias y sus giros de guión, y en el fondo, abordando temas interesantes como el poder, la ambición, la justicia, el dinero o las alianzas inesperadas. Todo ello con un elenco coral que siempre ha sido uno de los grandes puntos fuertes de la serie, que ha tenido siempre grandes protagonistas, sí, pero cuyos secundarios han aportado también mucho valor. 


“Los finales son duros, siempre acaba alguien insatisfecho”, escuchamos en el último capítulo de la temporada final de la serie. Y, en efecto, echar el cierre a cualquier cosa en la vida, pongamos una serie, es complicado. En esta séptima temporada Billions tiene una baza ganadora, el regreso a la serie del personaje de Bobby Axelrod (Damian Lewis), quien se había marchado al final de la quinta. Aunque tarda en jugar un rol significativo en la trama, es evidente desde el capítulo inicial que lo hará. Y vaya si lo hace. La temporada comienza con Michael Prince (Corey Stoll), el inversor que derrotó a Axelrod, teniendo un delirio de grandeza: quiere ser presidente de Estados Unidos. Y se lo toma muy en serio. Tiene dinero, ambición y contactos para ello. No son pocos los que ven en ese ascenso un riesgo existencial para su país, ya que se trata de una especie de Trump de nueva generación, con apariencia de progresista,pero megalómano, egocéntrico y tiránico, un anarcoliberal antipolítica que se presenta como salvador de la patria a golpe de billetera

El mejor personaje de la serie, el de Wendy (Magie Siff), adquiere en la temporada final un gran protagonismo, lo que es otro punto fuerte de la serie. Por supuesto, sigue dando guerra su exmarido, el fiscal Chuch Rhodes (Paul Giamatti), en su enésima resurrección. Si en temporadas anteriores el núcleo de la trama era la persecución por parte del fiscal de delitos de grandes inversores (y, de paso, alimentar así su ego y aumentar su popularidad), esta vez el centro son las ambiciones políticas de Prince, que se ve de verdad con opciones de llegar a la presidencia. No sería el primer millonario outsider de la política en lograrlo en Estados Unidos. La serie vuelve a coquetear con la realidad. Las elecciones a las que se quiere presentar Prince son las de 2024, se menciona a asesores de Trump en algún momento y también aparece de fondo la guerra de Ucrania. 

Billions ha sabido siempre reinventarse lo justo para volver a atraer a los espectadores, pero sin renunciar ni un ápice a su esencia original. Siempre ha ayudado en ese propósito la llegada de nuevos personajes. En esta temporada destaca especialmente la incorporación de un nuevo asesor político interpretado por Babak Tafti, que analizará cada detalle de la vida de Prince, le dará toda clase de consejos (como que evite mostrarse como aficionado a la música clásica para no espantar a los votantes) y mostrará la cara más cruda de la política. 

El hecho de que la política esté tan en el centro de la temporada final regala diálogos marca de la casa y frases para enmarcar como "¿quién puede creer más en tus capacidades que tus adversarios?", "la gente de alta autoestima no debería ponerse en posiciones de altas responsabilidades" o "nunca se puede subestimar a un hombre que se sobrestima". La serie, que sabe guardarse lo mejor para el final, se despide en plena forma. Por eso no extraña que sus creadores estén planeando ya varios spinoffs, veremos en qué forma.

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