Napoleón

 

Las expectativas ante una película sobre Napoleón dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Joaquin Phoenix sólo podían ser altísimas, dada la acreditada experiencia del director y el talento interpretativo del actor. En mi caso al menos, la película no cumple con esas expectativas. Es curioso. Por supuesto, es muy difícil que todo en una película te guste, igual que lo es que todo te desagrade. Generalmente hay puntos fuertes y debilidades, y en función de lo que pesen unos y otras, la balanza se inclina hacia un lado u otro. Lo que sucede con Napoleón es que hay cosas que me gustan mucho y otras que no me gustan absolutamente nada, pero no tengo muy claro cuál pesa más. Así que la película no me ha enamorado pero tampoco me ha horrorizado, lo cual quizá es lo peor que se puede decir de una gran producción como esta, que claramente busca epatar al espectador.

Vamos por partes, empezando por los aciertos. Las escenas de batallas bélicas, sobre todo la de Austerlitz y la de Waterloo, son impecables. Hay mucho presupuesto ahí y se nota. Están extraordinariamente bien rodadas, son espectaculares. Visualmente portentosas. También acierta la película con la recreación de aquel tiempo histórico, con el vestuario y los escenarios de París, los palacios, los rincones en los que transcurre la película. Quizá esa parte se dé por hecho en producciones de este tamaño, pero no está de más resaltarlo.

El problema es que no todo funciona tan bien. La historia no termina de funcionar. Creo que le lastra el hecho de querer ser un biopic que recorra los principales hitos de la vida de Napoleón, con rótulos resaltando las fechas históricas y hasta indicando en ocasiones el nombre y cargo de algunos personajes. No se cuenta demasiado bien la figura pública de Napoleón, cómo llegó al poder, ni tampoco su aclamado acierto estratégico en las batallas bélicas. Se busca mostrar también a la persona detrás del personaje, sobre todo a través de la relación con Josefina, pero ahí también patina el filme, porque por momentos aquello parece un Escenas de matrimonio napoleónicas.

Vanessa Kirby hace una portentosa interpretación de Josefina, sin duda la mejor de la película. El problema es que el filme no termina a encontrar su tono equilibrado ni en la relación entre Napoleón y su mujer ni en la parte más política o militar. Es como si la grandeza del personaje y todas sus aristas hubieran abrumado a los responsables de esta película.

Joaquin Phoenix es un actor extraordinario, pero tampoco convence como Napoleón. Se le ve más bien inexpresivo en buena parte de la película. Hay escenas en las que su interpretación del emperador parece casi una parodia involuntaria. Durante la mayoría de las escenas, la expresión fácil del actor es la misma, como si mirar muy serio alrededor fuera el modo más adecuado de dar vida a un personaje histórico como Napoleón. En películas así es fundamental que el actor protagonista funcione, que te lo creas, e increíblemente, esta vez a Phoenix no me lo termino de creer. Hay otro aspecto que, por supuesto, ya conocía y que es obvio dada la nacionalidad de los intérpretes y el director del filme, pero eso de escuchar a Napoleón, Josefina, Robespierre y demás hablando en inglés, con alguna frasecita suelta en francés, además, como que no ayuda del todo. En fin, Napoleón tiene fortalezas, en especial sus escenas bélicas, pero no ha llegado a ser lo que en un primer momento se podía esperar de un filme tan ambicioso dirigido por Ridley Scott.

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