Flee

 

La animación es un medio fantástico para contar todo tipo de historias, más allá de estereotipos o prejuicios que la asocian sólo a historias infantiles. El impactante documental Flee lleva ese poder de la animación a una nueva dimensión. Cuenta una historia real, la de un refugiado afgano en Dinamarca, pero cambiando los nombres de los protagonistas y recurriendo a la animación precisamente para proteger a su protagonista. El resultado es tan brillante como conmovedor, tan soberbio como emocionante.


La película danesa, dirigida por Jonas Poher Rasmussen, es conmovedora y, aunque cuenta una historia real durísima, también es luminosa y vitalista. Es una cinta de animación, pero integra muy bien en ella imágenes reales de archivo. Para empezar, de Afganistán, donde nació el protagonista del filme, refugiado homosexual en Dinamarca que cuenta por primera vez su historia. Cuenta su infancia en Kabul, en la que siempre se sintió diferente, pero no sabía que era gay, no podía saberlo. "En Afganistán los gays no existían, ni siquiera existía la palabra", dice. 

La ayuda económica de Estados Unidos a los muyahidines para debilitar a la Unión Soviética en Afganistán, lo que pasados los años provocó una enorme desestabilización el país y la región, acabó propiciando, entre otros factores, una situación insostenible en el país que obligó al protagonista de la película y a su familia a huir del país. Llegaron a Rusia un año después de la caída del comunismo, donde encuentran supermercados vacíos, un rublo desplomado y una situación terrible para una familia inmigrante como la suya

El filme relata muy bien el sufrimiento de las personas inmigrantes, la falta de humanidad de las redes de tráfico de personas y la angustia espantosa que sufren. Por cierto, es una historia que estaría muy bien que escucharan con atención todas esas personas xenófobas que no sólo son incapaces de ponerse en la piel de las personas refugiadas, sino que encima usan su situación desesperada para lanzar mensajes de odio

El drama narrado en la película es el de la familia del protagonista, pero también la de tantos otros millones de personas que se han visto obligadas a huir de sus países en busca de una vida. A ello se suma la homosexualidad de este hombre, que tiene miedo a perder a su familia si se enteran de ello y que legó a pensar que la homosexualidad era algo que se podía curar. Flee, en fin, relata con rigor, emoción y calidad una historia durísima pero también luminosa, una historia con la que es imposible no conmoverse. Maravillosa. 

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