Sólo asesinatos en el edificio

 

Woody Allen nos enseñó hace ya unos cuantos años con Misterioso asesinato en Manhattan lo divertido que puede ser ver a unos investigadores amateurs intentando desentrañar un crimen en Nueva York. Es imposible no acordarse de la hilarante película del cineasta neoyorquino al acercarse a Sólo asesinatos en el edificio, la serie de Disney+ que va ya por su tercera temporada y ha renovado por una cuarta, cuya premisa es justo esa: tres vecinos de un emblemático edificio de Nueva York, el Arconia, se unen para investigar un crimen ocurrido en el propio edificio. Los tres son seguidores de un podcast sobre crímenes reales y terminan grabando uno, lo que permite hacer un juego metanarrativo constante en los capítulos de la serie. 
Sólo asesinatos en el edificio, que va de menos a más y cuya mejor temporada diría que es la tercera, seguida de la segunda, tiene como gran pilar la extraordinaria química que muestra en pantalla sus tres protagonistas. Esto, unido a un guión preciso que sabe dosificar la información y gestionar la intriga como manda el género, con unas pizcas de ternura y muchas dosis de humor, además de una fantástica construcción de los personajes, hace de la serie la opción ideal para sentarse frente a la televisión y simplemente disfrutar y desconectar. 

Los tres protagonistas, en efecto, son el gran punto fuerte de la serie. Los tres se salenSteve Martin da vida a un actor veterano venido a menos, que en su día fue famoso por dar vida a Brazzos en una interminable serie de un detective que investiga crímenes. Es alguien tirando a misántropo, o al menos un tanto asocial, vive solo y añora una relación pasada. Martin Short, por su parte, interpreta a un antiguo director teatral que a duras penas puede permitirse seguir viviendo en ese edificio y que muestra siempre una energía que ronda lo excéntrico y que aporta buena parte de los momentos cómicos de la serie. También es un personaje que, como el resto, inspira ternura. A su lado está Mabel, el personaje al que da vida Selena Gomez, una treinteañera que no tiene trabajo fijo y vive en el apartamento de su tía. No tiene una gran vida social, vive atormentada por algún episodio de su pasado que se conocerá poco a poco y desarrolla una amistad genunina y muy peculiar con sus dos vecinos. 

Al lado del trío de investigadores amateurs hay unos secundarios de lujo (el capítulo centrado en el personaje de Theo, a quien da vida el actor sordo James Caverly es una genialidad). Las tramas están contadas con gracia y buen ritmo. Además, consiguen seguir atrayendo y sorprendiendo a pesar de que resulte un tanto inverosímil que sucedan tantos asesinatos en torno a los mismos personajes una y otra vez. 

En la tercera temporada, por si todo esto fuera poco, actúa la incomensurable Meryl Streep. Ella, la actriz por excelencia, la que más veces ha estado nominada al Oscar, la que todo lo hace bien, da vida a una actriz mayor que no ha tenido oportunidades. Ella, claro, lo centra todo en esa tercera tanda de episodios. Cada vez que aparece, todo gira en torno a ella. Es muy divertido el juego que se plantea, como cuando esa actriz que no ha tenido ningún éxito empieza a poner acentos que clava y ella dice, ante las dudas que plantea el director, que es como suele trabajar. Sublime. Está por ver si Streep sigue o no en la cuarta temporada. Ojalá. Sea como sea, incluso sin ella, estaremos allí para ver las andanzas de estos personajes tan entrañables y su afición por las investigaciones de crímenes. 

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