Fuera de la burbuja

 

Para lo bueno y para lo malo, es incuestionable la influencia que las corrientes culturales, sociales y políticas de Estados Unidos tiene en Europa y, por lo tanto, en España. Casi todo lo que nos llega empezó antes allí. Desde luego, la polarización política, el surgimiento de movimientos extremistas o el negacionismo climático, por ejemplo, realidades todas ellas muy presentes en nuestras sociedades, lo llevan estando ya mucho tiempo en la sociedad estadounidense. Por eso es interesante intentar comprender qué sucede en aquel país, cómo puede estar tan dividido, qué podemos aprender del terrible deterioro de la convivencia allí antes de que sea demasiado tarde aquí, si es que no lo es ya. En los últimos tiempos han proliferado los ensayos y los documentales sobre esta polarización y una aportación interesante en esta línea es el documental Fuera de la burbuja, dirigido por Alexandra Pelosi, hija de Nancy Pelosi (histórica líder demócrata en Estados Unidos), que se estrenó en 2018, en medio de la presidencia de Donald Trump, y que puede verse en HBO Max


Alexandra Pelosi parte con una actitud interesante y constructiva, con la vocación real de escuchar e intentar entender a quienes piensan distinto a ella, a ese otro país tan distinto y opuesto al suyo en casi todo. Por eso, decide viajar por Estados Unidos hacia rincones de mayoría republicana y votantes de Trump, para charlar con ellos y escuchar sus razones. Es sólo un documental y, naturalmente, no ofrece ninguna fórmula milagrosa ni deja un mensaje particularmente esperanzador, porque quedan más que claras las abismales diferencias entre esos dos países que conviven en uno, pero al menos es un primer paso. Sirve más como diagnóstico que como cura, pero para sanar un mal lo primero que se necesita es saber de qué se trata, a qué nos estamos enfrentando. 

La obra está dividida en distintas partes que abordan cuestiones especialmente conflictivas en el debate público en Estados Unidos, como las armas. Impacta en ese bloque escuchar a una mujer que estaba en una iglesia en la que se produjo un tiroteo y murieron asesinadas varias personas decir absolutamente convencida que vio a las almas de los tiroteados subir al cielo. Otra mujer, cuyo hijo resultó herido en el tiroteo y no puede andar, cuenta que sabe que algún día caminará, aquí o en el cielo. El propio herido dice que si sigue vivo es porque Dios tiene planes para él. Otro hombre que perdió a ocho miembros de su familia dice a cámara con absoluta serenidad que está feliz porque ellos están en el cielo y que no odia al tirador. 

Este bloque deja clara una primera diferencia seria en Estados Unidos, la del país laico y otro muy religioso que incorpora su creencia religiosa a su forma de vivir en sociedad. Por eso mismo, para una parte bastante numerosa de los votantes es mucho más importante votar una ley contra el aborto que combatir el acoso sexual. En el documental escuchamos a una mujer de Alabama apoyar la idea de que sea su marido el que tenga el mando en casa, porque eso es lo natural y eso es lo que dice la Biblia. 

Como ocurre con casi todo, las diferencias económicas y de clase son decisivas en esta brecha entre las dos Américas de las que habla la película. Si algo queda claro es que hay una parte no menor de obreros que se sienten abandonados por las élites y que consideran que Trump, aunque sea un empresario millonario, es la mejor opción para los pobres. Sienten que les habla a ellos, que comprende sus problemas. Es muy significativa la defensa de los mineros por parte de Trump en su campaña, a pesar de lo cual siguieron cerrándose minas durante su mandato. Un minero que perdió su empleo dice que Trump los defiende de verdad. Vemos a este hombre sonreír como un niño cuando visita una mina abandonada. Le encanta su trabajo. Es su vida, su identidad. En ese entorno tiene una camaradería especial con sus compañeros de trabajo. Si le despojan del trabajo, está perdido.

Esta idea enlaza con otra, la del negacionismo del cambio climático. Las minas cierran, en parte, porque son altamente contaminantes, igual que lo son las refinerías de petróleo. Pero muchos millones de estadounidenses viven de esas industrias contaminantes. "No podemos permitirnos preocuparnos por el cambio climático”, afirma un hombre de una de esas zonas cuya economía depende por completo del petróleo. 

Quizá el tema estrella por excelencia de los partidos extremistas a ambos lados del Atlántico sea la inmigración, del muro con México defendido por Trump a la delirante teoría del gran reemplazo de la extrema derecha en Francia, pasando por los carteles de Vox que deshumanizan a las personas inmigrantes. En este documental, la autora decide llevar a sus hijos a ver el muro en la frontera con México, para que ellos también salgan de su burbuja. Allí se encuentran a gente que hace cánticos frívolos sobre el muro en apoyo de Trump, personas que asocian de forma impúdica la inmigración con la delincuencia, gente que se ve amenazada por la llegada de personas de México y otros países de América Latina. 

Por cierto, los hijos de la autora protagonizan el momento quizá más efectista del documental, puede que uno de los pocos luminosos. La directora entrevista a un votante de Trump que insulta a los votantes de izquierdas y dice que los llama "nietos de Pelosi". La autora le lleva entonces a conocer a sus hijos, es decir, a los auténticos nietos de Pelosi, que están haciendo castillos de arena en la playa. En ese encuentro ese señor, de pronto, se dulcifica ante los niños, los acaricia y hasta bromea con ellos a su manera, diciéndoles que son buenos levantando muros de arena, que eso le gustaría a Trump. Es un recurso un tanto tramposo y efectista, sí, pero quizá el tratamiento contra el odio, la intolerancia y la polarización enfermiza deba empezar precisamente por ahí, por reconocer al de enfrente, por intentar escucharlo y comprender sus razones, en vez de demonizarlo y vivir todos metiditos en nuestras burbujas. 

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