Dispararon al pianista

 

Dispararon al pianista, la película de Fernando Trueba y Javier Mariscal, es un compendio maravilloso y hasta quijotesco de rarezas. Es una película que no responde a algoritmo alguno, que jamas haría una inteligencia artificial, una película llena de personalidad y originalidad. Es una rareza en los tiempos que corren hacer una película sobre un músico desaparecido hace décadas y del que casi nadie se acuerda. Lo es hablar de un género musical, la bossa nova, bien distingo a los que están de moda hoy en día. Y lo es, desde luego, rodar cientos de entrevistas sobre ese músico para terminar contando la historia en una película animada. Una maravillosa rareza en las carteleras, en medio de remakes, películas de superhéroes y debates bizantinos sobre las plataformas y la exhibición cinematográfica. Es cine en estado puro, canto a la belleza y al arte. 

 

La película, que llega trece años después de Chico y Rita, la anterior colaboración entre Trueba y Mariscal, también con la música de fondo y con la animación como medio para contar la historia, es casi, casi, ya digo, una osadía. Se percibe en cada plano que los directores de la película han disfrutado del proceso y que han hecho exactamente el proyecto que buscaban. Además, lo han acompañado de una edición en cómic de la historia, que busca rescatar del olvido al pianista brasileño Tenório Junior, que desapareció en las calles de Buenos Aires una madrugada del año 1976 en los albores del golpe de estado militar. Tenório acababa de actuar en un concierto en el mítico Gran Rex junto a Vinicius de Moraes y a Toquinho

Trueba se obsesionó con la figura de Tenório, obsesión que traslada en el filme a su alter ego, un periodista estadounidense que prepara un libro sobre el nacimiento de la bossa nova en Brasil y que, de pronto, queda deslumbrado por un solo de piano. Comienza a indagar sobre la vida de ese Tenório Junior del que no encuentra más referencias. Se decida entonces a reconstruir su historia, a intentar saber qué pasó y, así, a narrar el nacimiento de un género que revolucionó la historia musical desde Brasil

La película, que visualmente es muy atractiva y colorida, porque la forma se fusiona con la música. Los dibujos y la música, lo formal del filme, es parte esencial del fondo, de lo que cuenta con armonía y belleza en cada plano. De la mano de ese periodista ficticio recorremos distintas ciudades, de Nueva York a Río, pasando por Bueno Aires, y asistimos a sus entrevistas a las personas que conocieron a Tenório, entrevistas que Trueba grabó realmente y que Mariscal pasó después al formato animado del filme

No se busca hacer una hagiografía de Tenório, del que se cuenta abiertamente la infidelidad a su esposa cuando ésta está embarazada, por ejemplo, pero sí se muestra con cariño la historia de un hombre lleno de talento, arrebatado por el odio y la sinrazón de forma cruel, alguien enamorado de su profesión, con un desapego notable del día a día, de la grisura de lo cotidiano, sólo con ojos para la pasión por la vida y por la música. De fondo queda una exquisita reivindicación del papel de la cultura, de la extrema necesidad que tenemos de la música, del cine, de la literatura, del teatro, y de cómo has historias que nos contamos, el arte que embellece y hacer mejor la vida, perdura más allá de las injusticias y los vaivenes políticos, más allá de la fealdad del mundo. Dispararon al pianista, sí, es una bendita rareza que nos recuerda unas pocas verdades importantes de la vida y que dejará ya para siempre en el recuerdo de quienes hemos disfrutado de la película la figura de Tenório Junior y su talento inmortal. 

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