Hasta siempre




La suya es una casa llena de fotos. Fotos de bautizos, bodas, comuniones, graduaciones... Fotos de momentos importantes de la familia. Fotos de instantes felices. Nunca he conocido a nadie tan familiar como él, que disfrutara de un modo tan genuino y puro, tan auténtico y apasionado de los encuentros familiares. Entre todas esas fotos de su casa, el otro día me emocionó ver una de mi primera comunión y la de de mis hermanos. Supongo que un detalle así lo dice todo. Cuántas personas guardan en su casa, tanto años después y entre recuerdos de instantes dignos de recordar, una foto de tu primera comunión. Para cuántas personas eres tan cercano, tan querido, por más que no nos viéramos tanto como deseáramos, por mucho que los viajes a Cuenca siempre fueran demasiado fugaces. 


Hoy hemos despedido al tío José. Él siempre estuvo allí, en todos y cada uno de esos momentos inolvidables con nuestra querida familia de Cuenca. Siempre estará porque seguiremos recordándolo cada vez que nos juntemos todos los que lo queremos. Uno de mis más bellos recuerdos de infancia, de mi vida en general, es la sensación de plenitud cada vez que viajaba a Cuenca. Una felicidad intensa, que casi podía tocar con las manos. Allí, rodeado de familia, siempre con él presente, como el perfecto anfitrión, radiante rodeado de los suyos, siempre he sentido que la vida es más vida, mucho más intensa, mucho mejor. 


Cuenca ocupa un lugar destacado de mi geografía sentimental. Y lo hace gracias a toda la familia y a él, que en su adiós ha recibido tanto amor como repartió, que fue muchísimo, y que ha vivido una buena vida, feliz y rodeado de gente prendada por su honestidad, por su personalidad magnética, por su forma de ser, por sus bromas y su carácter, por su permanente disposición a acoger y cuidar de los suyos, a hacerlos sentir en casa. 


Es fascinante que alguien tan duro en apariencia fuera en realidad tan extraordinariamente sensible, tan fuerte y tan tierno a la vez. Ha sido un excelente padre y abuelo. Un extraordinario amigo, un anfitrión perfecto, un hombre fantástico. No olvidaré su sonrisa y sus carcajadas cuando jugaba con sus nietos y nietas de pequeños. Su felicidad suprema en cada encuentro en su huerto, cada vez que reunía a todos. Su mirada limpia y clara, humedecida a veces de emoción y felicidad. Sus abrazos, intensos, de verdad. Todo en él era de verdad. Era un hombre que no conocía la impostura. De otro tiempo. Más auténtico. 


Cuando llamaba por teléfono para felicitar el cumpleaños o las navidades, había que alzar un poco la voz para que nos escuchara bien, aunque en realidad siempre supimos que gritábamos para que llegara con más fuerza y claridad el cariño desde Madrid


Recuerdo con mucho cariño esas comidas, esas largas sobremesas, porque como toda persona sabia que sabe disfrutar de la vida, él adoraba la comida. Nada mejor que una buena mesa en la que compartir la suerte de estar juntos, ese momento especial por la compañía. Nada mejor en la vida que estar justo donde y con quien quieres estar. Ese brindis con rimas que todos esperábamos en algún momento, como el que aguarda un ritual que consagra de verdad las fiestas y los encuentros familiares, el momento más especial de ese día. Él y toda la querida familia de Cuenca se han volcado siempre con nosotros, una entrega llena de amor. 


Hemos vivido un día muy triste, sí, pero también  muy bonito, a la manera de esas rancheras y canciones de toda la vida que tanto le gustaban y tan bien cantaba hasta el final. Porque ha sido bonito y emocionante ver a tantas personas que lo queremos juntos, unidos a su familia, a su tribu, a quienes son nuestra gente, tan especiales para todos, tan cercanos, tan entregados siempre. Dice una preciosa canción de Oques Grasses, La gent que estimo, que “en el fondo somos la verdad de todo lo que nos ha pasado”, y en muchas de las más bellas cosas que nos han pasado a muchos en la vida, él ha estado presente. Y lo estará sin duda en el recuerdo en muchas de las que vendrán.


Hoy, justo después del entierro, un sensacional arcoíris ha cubierto todo el cielo de Cuenca. Salió porque llovía y hacía sol, claro, pero quizá no era sólo por eso. Y, de nuevo como canta esa canción, todos pensamos que “brilla la noche y lo hace por ti porque estás aquí”. Estuviste, estás y siempre estarás. Aquí quedamos muchos, legión, para recordarte. Hasta siempre. 

Comentarios

Loli ha dicho que…
Muchas gracias primo por esas palabras tan bonitas para mí padre así era el y os quería mucho
Estrella ha dicho que…
Me he emocionado mucho y a la vez me ha encantado con que sensibilidad has descrito a mi padre. Gracias primo
Alberto Roa ha dicho que…
Mucha fuerza. ¡Os queremos!