A German Party

 

¿Cómo es posible que millones de personas voten a un partido de extrema derecha en un país, Alemania, que fue completamente devastado por el nazismo? Es la pregunta que intenta responder el impactante documental A German Party (un partido alemán), dirigido por Simon Brückner y que puede verse en Filmin. El equipo del documental logró el permiso de la dirección de Alternativa para Alemania (Afd), el partido de extrema derecha en auge en el país germano para poder grabar mítines y reuniones internas entre 2019 y 2021. El documental no hace entrevistas ni habla con expertos ni añade contexto a lo que vemos en pantalla, sólo graba esos debates en el seno del partido extremista. Es la mejor forma de escuchar sus tesis, qué hay detrás de ese inquietante resurgimiento de la extrema derecha en Europa. Es espeluznante.

Lo primero que queda claro al asistir a esas reuniones es que, al menos en esos años, había una división enorme en el partido de extrema derecha. Gran parte de sus discusiones son en realidad guerras de poder, batallas internas entre dos alas dentro de la formación: la más “moderada” o posibilista frente a la más radical. En todas y cada una de esas disputas, en todas sin excepción, gana la corriente más extremista. Hay varios pasajes muy reveladores del funcionamiento del Afd, que no dista en exceso de sus homólogos en el resto de Europa, porque todos los partidos de extrema derecha comparten muchos mensajes e ideas fuerza: el nacionalismo, el rechazo a la inmigración, el negacionismo climático y el discurso del odio contra todo lo que suene izquierdista o globalista.

Nada más comenzar el documental se muestra una reunión de la directiva del partido eligiendo eslóganes para carteles electorales. Mensajes como “la integración necesita una cultura dominante”. Hay debate sobre si alguno de esos eslóganes se podrán malinterpretar. Otros parecen simplistas y bobos. Uno de los miembros de la directiva dice una frase demoledora: “recordad que estos mensajes no son para nosotros, sino para los votantes. Son gusanos para peces, no para el pescador”.

En el documental juega un papel central el grupo Alternativa juvenil, las juventudes del partido extremista, que algunos dirigentes de la formación ven fuera de control. Hay gente muy joven con discursos llenos de odio, muy viscerales. Es tal vez lo más desolador del documental. Vemos a uno de esos jóvenes, por ejemplo, yendo a entrevistar y a presentar como peligrosos enemigos a inmigrantes afganos en Bosnia que quieren viajar a Alemania. En los mítines de esta división juvenil del partido extremista se escuchan mensajes como “si no amáis a Alemania, idos”.

En esas reuniones internas a las que nos permite asistir el documental se debate mucho sobre cómo percibe la sociedad al partido. Quieren ser vistos como el partido del pueblo y temen ser percibidos como un partido de extrema derecha al que la inmensa mayoría de la población no votaría. De nuevo, aquí hay dos corrientes claras: la de quienes quieren contemporizar y no asustar al electorado para poder crecer, de un lado, y la de quienes buscan tener un discurso duro, sin ambigüedades, que apele a los instintos más bajos de la gente y atraiga a quienes quieren romperlo todo. Se llega a escuchar a un dirigente del partido  decir que “la sociedad se dividirá más, pero es una oportunidad”. Buscan dividir y polarizar a la sociedad y ni siquiera les importa que las cámaras capten ese mensaje.

En las reuniones del partido, donde hay una abrumadora mayoría de hombres, se hablan también de cuestiones como las diferencias entre el este y el oeste del  país. Dicen defender la libertad frente al “socialismo climático” y defienden la energía nuclear frente a las renovables. Detestan a la Unión Europea. Y, por supuesto, ven a Merkel como una peligrosa izquierdista por su política sobre los refugiados. Hay un tipo del partido que llega a defender que se debe expulsar del país a los padres que quieran educar a sus hijos como musulmanes. Cómo será la cosa que hasta alguno de sus compañeros le censura tímidamente su radicalismo. Una señora cuenta en una reunión que ya no puede ir a ver a su hermana porque por la calle se encuentra con hombres negros que le obstaculizan el paso todo el rato... Todos alrededor se lo toman en serio y piensan de verdad que Alemania está siendo invadida. 

El documental muestra también un discurso supuestamente intelectual de un hombre del partido que cuenta, muy disgustado, que desde 1789 hay una obsesión  insana por la igualdad. Afirma que la izquierda quiere que la sociedad les compense por lo que no les ha dado la biología y se lamenta al reordar qur antes el impulso era el contrario: ser más poderoso, más rico, más exitoso, no buscar el igualitarismo a cualquier precio. Dice que hay una jerarquía de culturas y que hay seres superiores a otros y que eso ahora no se puede decir. Pocas veces he visto retratado de un modo más crudo el pensamiento de la extrema derecha. Desolador. 

El documental se rodó entre 2019 y 2021, lo que significa que se cuela en él la pandemia. Y, para sorpresa de nadie, por supuesto, una parte importante de sus seguidores se muestra contraria a las políticas contra el Covid-19. Creen que todo es un invento, dicen que el confinamiento antes se llamaba comunismo, que todo es una patraña. Asistimos a mítines en los que se critican las mascarillas, las restricciones para evitar la propagación del virus y, por supuesto, las vacunas. En una reunión interna, hay un médico que forma parte de la dirección del partido se indigna ante lo que escucha y otro que pide ser responsables en un momento de emergencia sanitaria. El líder del partido negó en la convención de la formación que estuvieran en una dictadura del coronavirus y llamó al orden. Su discurso disgustó a una parte del partido. Tres meses después del final del rodaje del documental, dimitió alegando que los radicales habían ganado la partida. 

A German Party es un documental que estremece y ayuda a entender el fenómeno político más inquietante y perturbador de los últimos años en toda Europa. La extrema derecha al natural, sin intermediarios. Estos partidos suelen quejarse de que se les tergiversa. Aquí se escucha todo clarito. Y se confirma que dan mucho miedo y son una amenaza real para la democracia

Comentarios